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La primera encuesta a no vacunados: la mayoría ve insegura la inyección pero se cuida menos frente al contagio

El Instituto de Salud Carlos III acaba de publicar los resultados preliminares de la primera encuesta dirigida a los no vacunados en España. Tiene sus limitaciones -es online, anónima y no resulta representativa de toda la población- pero revela, en pleno ascenso de contagios y con el Ministerio de Sanidad centrado en acelerar la administración de terceras dosis, un poco más de información sobre los motivos de quienes han rechazado inmunizarse siquiera con una. Hasta ahora la aproximación más cercana la aportaba el CIS, que trazó un perfil de los no vacunados por nivel de renta, ideología o lugar de residencia.

En este caso, de las 2.132 personas que han respondido a las preguntas, el 55% son hombres, el 58% tiene estudios universitarios y el 67% indicó estar trabajando, un 22% de ellos en “entornos con riesgo moderado de contagio”. Uno de cada tres tiene entre 45 y 60 años.

De todos ellos, el 95% no se se había puesto ninguna dosis y un 5% solo una. La razón principal que esgrimen es que “las vacunas se han desarrollado rápido, no son seguras o están en fase experimental” (72%). A una parte importante también les preocupan los efectos secundarios (48%), consideran que las vacunas “son un negocio” (41%) o que no funcionan (41%). Solo un 12% niega que el coronavirus exista y el 7% afirma que no cree en las vacunas. Los porcentajes no suman el 100% porque la respuesta es múltiple. Los resultados coinciden con lo que ya revelaba el CIS: entre los no vacunados hay más personas con dudas hacia la vacuna que negacionistas de la pandemia o antivacunas.

La encuesta, publicada cuando España ha alcanzado casi el 80% del total de la población con pauta completa, también revela que las personas sin vacunar cumplen menos las medidas preventivas que la población general porque tienen menor percepción de la gravedad de la enfermedad -pese a que el riesgo que supone para ellas el virus es mucho mayor- , se informan menos y tienen un grado de confianza bajo en la información. La comparación se hace tomando los resultados del estudio COSMO-SPAIN, que registra de forma periódica desde julio de 2020 la actitud de los ciudadanos ante la pandemia.

La adherencia a la mascarilla es 30 puntos más baja (64% vs 95%) y un 59% declara que ventila frente al 94% general. También cuidan menos la higiene de manos (47% vs 90%), evitan en menor medida los lugares concurridos (40% vs 85%) o las reuniones sociales (15% vs 69%) y se olvidan más de la distancia de seguridad (15% vs 69%).

Seis de cada diez opinan que las medidas que ha tomado España para hacer frente a la pandemia son “exageradas”, frente a un 16% de la población general. Y un 60%, además, asegura que “nunca o casi nunca” consulta información sobre el coronavirus, 40 puntos más que la media, según el ISCIII. Además, “el porcentaje de la población que piensa que la enfermedad sería grave o muy grave en caso de contagio es del 9% (comparando con el 24% en la población general, según la encuesta COSMO-Spain Ronda 8).

¿Y qué posibilidades hay de convencerlos para que se pongan la vacuna? El 60% afirma que no se va a vacunar, ni ahora ni en el futuro; pero el 33% admite que no está seguro y el 8% anticipa que lo hará más adelante. Entre los que tienen dudas, la mayor parte quiere esperar un tiempo (66%), el 24% se animaría si pudiera “elegir vacuna” y el 16% lo hará “cuando lo necesite para viajar”.

La encuesta se realizó a mediados de octubre con una situación epidemiológica mucho más favorable que la actual. La incidencia acumulada de casos a 14 días no llegaba a los 50; hoy supera los 300. El ISCIII, una vez conocidos los resultados, preliminares de esta primera encuesta, ya ha puesto en marcha un estudio complementario con una muestra que sea representativa de la población española.

Cuando se puso en marcha el cuestionario, España tampoco había implantado todavía medidas dirigidas a las personas no vacunadas, como el pasaporte COVID. Esta herramienta está en vigor hoy en ocho comunidades y, pese a las reservas de los epidemiólogos sobre su eficacia para reducir los contagios, ha logrado empujar a algunos rezagados. En Catalunya, por ejemplo, los datos revelan un aumento del 64% del ritmo de vacunación en la primera semana desde su puesta en marcha. Un estudio publicado en The Lancet ha concluido que los certificados, además, pueden ser útiles para aumentar las tasas vacunales en países con coberturas menores y especialmente entre los jóvenes.

Los resultados de la encuesta completa se pueden consultar aquí.