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Los científicos que quieren crear animales con células humanas se van a China o Japón para sortear barreras legales y éticas

Investigación genética

Teguayco Pinto

Durante los últimos años varios equipos de científicos han experimentado con embriones animales a los que se les introducen células humanas. Este miércoles se ha sabido que un equipo de científicos españoles ha conseguido hacerlo con monos en China, según una información publicada por El País, y que lo han hecho para evitar las barreras legales que hay en Europa o EEUU. Además, la semana pasada, la revista Nature adelantaba que Japón dará permiso para implantar los embriones obtenidos en este tipo de experimentos y llevar a término la gestación, algo que, hasta ahora, estaba prohibido. Los dos países asiáticos se convierten así en la punta de lanza de un área de la ciencia encaminada a desarrollar órganos humanos en animales con el objetivo de ser utilizados en transplantes, pero también abren el debate sobre los límites éticos y legales de este tipo de experimentos.

La creación de quimeras con células humanas no está prohibida ni en España, ni en la UE, pero existen ciertos límites, dado que el embrión nunca puede llegar a implantarse, ni llevarse a término. En EEUU la investigación también se permite, pero los Institutos Nacionales de Salud, principal entidad financiadora de estudios de biomedicina, establecieron en 2015 una moratoria sobre el uso de fondos públicos para estos experimentos.

El equipo del investigador Juan Carlos Izpisúa, que está repartido entre el Instituto Salk (EEUU) y la Universidad Católica de Murcia (UCAM), ha conseguido introducir con éxito células humanas en embriones de mono. Aunque se desconocen los detalles de este experimento, se sabe que los embriones no se han llevado a término. Sin embargo, la investigación se ha desarrollado en China, debido a que ni EEUU, ni la UE permiten llevar a cabo este tipo de experimentos con primates.

¿Cualidades humanas en los animales?

El objetivo de la creación de estas hibridaciones es ver cómo se comportan las células de una especie en otra y, en el caso de células humanas, “lo que interesa es estudiar aspectos del desarrollo humano al que no podemos tener acceso durante el desarrollo de un embrión en el útero materno”, explica a eldiario.es Ángel Raya, director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB).

La controversia a la hora de crear quimeras con células humanas se basa en la posibilidad de que los animales puedan adquirir accidentalmente cualidades humanas, por ejemplo, si las células llegaran al cerebro del animal. Este problema es especialmente relevante en caso de que el experimento se lleve a cabo con primates, dado que su cercanía evolutiva hace que sea más probable que sus cerebros se vean alterados por células humanas.

Además, algunos investigadores también plantean el riesgo de que las células humanas puedan llegar a los tejidos reproductivos del animal. “Como las quimeras se están haciendo con células madre pluripotentes, aunque dirijas de alguna forma estas células hacia un órgano concreto, la posibilidad de que alguna de ellas de lugar a células germinales existe”, afirma Raya.

A pesar de ello, los investigadores involucrados en estos experimentos aseguran que gracias a las nuevas técnicas de edición genética, como CRISPR-Cas9, se podría conseguir que las células humanas se dirijan de forma más controlada a órganos específicos, evitando zonas polémicas como el cerebro o los tejidos reproductivos.

“Efectivamente, hay formas de impedir que surjan estos problemas, pero lo más sencillo es impedir que el animal llegue a nacer”, asegura Raya, en referencia a las limitaciones legales que solo permiten experimentar con los embriones durante un periodo limitado y sin que la gestación llegue a término.

Viajar para evitar restricciones

Para evitar estas limitaciones, los investigadores podrán viajar ahora a Japón, que el pasado mes de marzo modificó la normativa que regula este tipo de experimentos. La nueva legislación, publicada por el Ministerio de Educación y Ciencia del país nipón, permite que las quimeras puedan ser llevadas a término, algo que no se había hecho hasta ahora, ya que todos los experimentos desarrollados a nivel internacional se interrumpían a los pocos días de desarrollo del embrión.

Uno de los grandes beneficiados del cambio de normativa es el biólogo japonés Hiromitsu Nakauchi, que lleva años investigando con quimeras no humanas, desarrolladas con ratas y ratones. En 2014, Nakauchi trasladó su laboratorio a Stanford desde la Universidad de Tokio, porque la legislación japonesa no le permitía experimentar con células humanas, pero al llegar se encontró con la moratoria norteamericana. Ahora, tras la nueva regulación de Japón, Nakauchi se convertirá en el primer investigador en obtener permiso para realizar estos experimentos en suelo japonés.

“Como científico, esa barrera nos impedía hacer algunos experimentos y levantarla va a suponer un beneficio para todos”, afirma el director del CMRB, “pero también soy consciente de que si existía esa barrera es porque la sociedad no está cómoda levantándola”. Raya considera que la decisión de Japón es razonable y defiende este tipo decisiones, “siempre y cuando se expliquen a la sociedad para que tengan aceptación”.

Aunque Nakauchi podrá finalmente hacer experimentos con embriones animales y células humanas, estos no serán los primeros en llevarse a cabo, ya que, en enero de 2017, el equipo de Izpisúa logró cultivar, por primera vez, células madre humanas en embriones de cerdo.

El experimento, que se realizó con cerdos de una granja de Murcia, fue aprobado tanto por las autoridades españolas, como por las de California y las quimeras se eliminaron después de unas pocas semanas de desarrollo, tal y como indicaba la ley. Sin embargo, en esta ocasión el investigador español ha decidido realizar su nueva investigación en China, porque, “en principio, aquí no se pueden hacer”, según reconoció a El País la vicerrectora de investigación de la UCAM, Estrella Núñez.

China, objetivo de las críticas

“Da la sensación es que los científicos que se marchan a China quieren eludir cualquier tipo de debate ético”, cuenta a eldiario.es Carlos María Romeo, director de la Cátedra de Derecho y Genoma Humano de la Universidad del País Vasco. Según este catedrático, “los científicos no son seres puros, sino que son como el resto de los mortales, que a veces se mueven por la notoriedad o por ser los primeros en algo y algunos son bien conocidos por seguir este camino”.

Además, Romeo acusa al gigante asiático de no tomarse las regulaciones bioéticas demasiado en serio. “Hablar de bioética en China es como hablar de marcianos en Marte, utilizan el nombre pero no la respetan en absoluto, al menos no como está concebida en occidente”. Romeo recuerda que durante los últimos años “no solo ha saltado la polémica de los bebés editados genéticamente, sino que también se sabe que China obtiene órganos para transplantes de los presos que fallecen en prisión”.

Sin embargo, no toda la comunidad científica comparte esta visión del país asiático. “Nunca he tenido la sensación de que en China se puedan saltar las restricciones éticas más de lo que lo podamos hacer nosotros”, cuenta Raya, quien recuerda que “cuando saltó la polémica de los bebés editados genéticamente, algunos investigadores pidieron una moratoria sobre la edición de la línea germinal, algo que varios laboratorios de EEUU ya estaban haciendo”. Al final concluye este investigador, “hay que reconocer la hipocresía de quien está viendo mermada su hegemonía”.

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