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Las reservas de agua siguen cayendo tras un marzo muy seco, con Catalunya y el Guadalquivir al 25%

Pantano de Sau en febrero de 2023. EFE/Siu Wu

Raúl Rejón / Ana Ordaz

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Desde el paréntesis que supusieron las lluvias abundantes de diciembre, España sigue seca. Las precipitaciones están siendo tan escasas que se mantiene una sequía de larga duración, según los indicadores de los últimos 12, e incluso 36 meses de la Aemet. Los datos se corresponden con los escenarios de precipitaciones más escasas (y torrenciales) que conlleva la crisis climática para esta parte del globo. “Desde el año 1980 el agua media disponible se ha reducido en un 12%”, indica el Ministerio de Transición Ecológica.

Así que apenas ha habido alivio para unas reservas de agua que llegaron a finales de 2021 muy exprimidas por el alto consumo de líquido, tuvieron un breve alivio en primavera de 2022 y se han visto sin renovación desde el verano pasado.

Los embalses españoles están en este momento del año al 50% de su capacidad y bajando, según el último boletín hidrológico semanal del Ministerio de Transición Ecológica. Es un poco más que hace un año, pero entonces España estaba adentrándose en una fase de lluvias que dejó hasta mayo precipitaciones por encima del 100% del promedio.



De momento, marzo de 2023 ha dejado, aproximadamente, un 65% menos de lluvia, mientras que, en 2022, las lluvias de ese mes llegaron al 223%. Esa bala de lluvia para rellenar pantanos se ha esfumado este curso.

Lo normal hubiera sido que a estas alturas del año hubiera más agua a disposición. La media de las reservas registrada en la última década para esta semana de abril está en el 67% –incluso el promedio del lustro es del 59%–. Se da la circunstancia de que España está comenzando en estas semanas la campaña de riego agrícola, el principal consumidor de agua del país, con cerca del 80% de todos los recursos. A medida que se acercan los meses más calurosos, más agua precisan los cultivos para no morir. Y cuánta más temperatura, más líquido exigen las plantas.



Ahora mismo hay dos cuencas hidrográficas en estado de emergencia debido a que el agua que almacenan no da para cubrir las altas demandas que se les ha impuesto: en el Guadalquivir, a pesar de que solo hay sequía meteorológica en algunos puntos, todo el territorio oscila entre la escasez extrema o severa. Sus embalses están al 25%.

Justo a su lado, la cuenca del Tinto-Odiel-Piedras acaba de decretar restricciones por primera vez para sus regantes: un 25% menos de agua. Esta cuenca es la designada para ceder agua hacia las explotaciones de regadío de El Condado de Huelva, con la idea de que aquellas fincas utilicen menos líquido extraído de los acuíferos que nutren el Espacio Natural de Doñana.

Además, este semana el Parlamento andaluz tramita de urgencia una ley presentada por PP y Vox –e impulsada por el Gobierno de la Junta de Juan Manuel Moreno Bonilla– para regularizar miles de hectáreas que, ahora mismo, son regadíos ilegales justo alrededor de Doñana. Fincas que usan agua sin permiso.



Por otra parte, en Catalunya las reservas han caído al 26%. La mayor parte de la cuenca se encuentra en estado de excepcionalidad o alerta. Allí, la sequía pluviométrica es “extrema”, según la Agencia Catalana el Agua.

Otra cuenca por debajo del 30% es la de Guadalete-Barbate. En torno a un tercio de la capacidad de sus embalses es lo que tienen en el Segura, las Cuencas Mediterráneas Andaluzas y el Guadiana. 

Las reservas de agua, embalse por embalse

En el siguiente mapa puedes consultar la situación en la que se encuentra actualmente cada embalse (con los últimos datos disponibles, del 4 al 11 de abril de 2023) de la Península Ibérica.



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