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La resistencia a los antibióticos causará un 70% más de muertes en 2050

Un gran estudio publicado en 2022 reveló por primera vez la magnitud de la amenaza de las infecciones resistentes a los antibióticos: las muertes por superbacterias y otros organismos capaces de esquivar los fármacos superaban ya hace cinco años a las provocadas por sida o malaria en el mundo. Dos años más tarde una investigación publicada en la misma revista, The Lancet, mira hacia atrás para dimensionar la evolución de este problema de salud pública de primer orden desde 1990 y también hacia adelante, con previsiones inéditas sobre cómo va a impactar en el futuro.

Son estimaciones que nunca antes se habían hecho: la resistencia a antibióticos provocará directamente 39 millones de muertes de ahora a 2050 y estará asociada con 169 millones de fallecimientos más, según las cifras que manejan los investigadores en la nueva investigación del proyecto Global Research on Antimicrobial Resistance (GRAM). Habrá entonces, en 25 años, 1,91 millones de muertes cada año atribuibles a la inacción de los medicamentos ante ciertos tipos de patógenos, lo que supone un aumento del 67,5% respecto a los 1,14 millones de 2021. En el mismo periodo, el número de muertes en las que intervienen bacterias resistentes subirán casi un 75% (de 4,71 millones a 8,22 millones al año).

La investigación constata también la curva ascendente desde 1990. Entonces se registraron 1,06 millones de muertes directamente relacionadas con la farmacorresistencia, 4,78 si contamos los fallecimientos en los que intervinieron estas bacterias. “Los resultados ponen de relieve que la AMR –resistencia bacteriana a los antimicrobianos, por sus siglas en inglés– constituye una importante amenaza para la salud mundial desde hace décadas y que esta amenaza va en aumento. Comprender cómo han cambiado las tendencias de las muertes a lo largo del tiempo, y cómo es probable que cambien en el futuro, es vital para tomar decisiones informadas que ayuden a salvar vidas”, asegura el autor del estudio, el Dr. Mohsen Naghavi, jefe del equipo de investigación sobre RAM del Instituto de Métricas Sanitarias (IHME) de la Universidad de Washington (EEUU).

Estos medicamentos, recuerda, son una de las “piedras angulares de la sanidad moderna” y el fenómeno –reconocido como un reto sanitario mundial– es un “motivo de preocupación”. La resistencia se produce cuando los cambios en las bacterias u otros patógenos hacen que los fármacos utilizados para tratar infecciones sean menos eficaces. Como consecuencia, estas dolencias se vuelven más difíciles de tratar.

Menos niños y más mayores

La nueva revisión hace una estimación para 22 patógenos, 84 combinaciones de patógeno-fármaco y 11 síndromes infecciosos, incluyendo meningitis y sepsis, entre personas de todas las edades en 204 países y territorios. Para ello, se utilizaron 520 millones de registros individuales procedentes de varias fuentes (datos hospitalarios, registros de defunciones e información sobre el uso de antibióticos).

Las muertes por S.aureus resistente a la meticilina (SARM) son las que más han aumentado en todo el mundo, provocando directamente 130.000 muertes en 2021, más del doble de las 57.200 de 1990. Entre las bacterias Gram negativas –algunas de las más esquivas a los fármacos antimicrobianos por estar rodeadas de una cápsula protectora– la resistencia a los carbapenems aumentó más que a cualquier otro tipo de antibiótico, pasando de 127.000 fallecimientos en 1990 a 216.000 en 2021.

En todo el periodo estudiado, solo se produjo un descenso de fallecimientos entre 2019 y 2021 “debido a la reducción de la carga de las infecciones respiratorias no causadas por COVID”. Los investigadores vinculan este escenario “temporal” y anómalo con las medidas de distancia social impuestas a raíz de la pandemia.

"El descenso de las muertes en niños es un logro increíble. Sin embargo, los resultados demuestran que, si bien las infecciones son menos frecuentes, también son más difíciles de tratar cuando se producen"

Entre los cambios más notables cuando se observa la evolución temporal del fenómeno es el relacionado con la edad de los pacientes. Las muertes han disminuido más del 50% en los niños y niñas menores de cinco años desde 1990 –de 488.000 a 193.000 fallecimientos directos– gracias, entre otras medidas, a los programas de vacunación entre lactantes y personas de menor edad. “Es un logro increíble. Sin embargo, los resultados demuestran que, si bien las infecciones son menos frecuentes en los niños pequeños, también son más difíciles de tratar cuando se producen”, asegura el doctor Kevin Ikuta, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y profesor afiliado del IHME. 

Al contrario, los fallecimientos crecieron entre los adultos de 70 o más años en más de un 80% hasta los 519.000 en 2021 “debido al rápido envejecimiento de la población y de la mayor vulnerabilidad de las personas mayores a las infecciones”, según los investigadores. La previsión es que las muertes sigan aumentando y es el “momento de actuar para proteger a las personas de todo el mundo de esta amenaza”, añade el doctor Ikuta.

92 millones de muertes evitables

Por áreas geográficas, las que experimentaron un mayor aumento en mortalidad relacionada directamente con la farmacorresistencia –más de 10.000 entre 1990 y 2021– fueron las regiones de África subsahariana occidental, América Latina tropical, Norteamérica, Sudeste asiático y Asia meridional. A futuro, las estimaciones apuntan a un impacto mayor en países del sur asiático como India, Pakistán y Bangladesh (donde se prevén 11,8 millones de muertes entre 2025 y 2050). También en la zona meridional y oriental del continente, y en África subsahariana.

“Las infecciones resistentes podrían estar implicadas en unos 8 millones de muertes al año para 2050, ya sea como causa directa de fallecimiento o como factor coadyuvante. Para evitar que esto se convierta en una realidad mortal, necesitamos urgentemente nuevas estrategias que disminuyan el riesgo de infecciones graves mediante vacunas, nuevos fármacos, mejora de la atención sanitaria, mejor acceso a los antibióticos existentes y orientación sobre cómo utilizarlos de la forma más eficaz”, apunta, por su parte, el doctor Stein Emil Vollset, uno de los autores del estudio y miembro del Instituto Noruego de Salud Pública.

La buena noticia, dentro de las malas previsiones, es que la acción a tiempo, con una mejor atención general a las infecciones y el acceso a antibióticos, podría evitar 92 millones de esos fallecimientos. Las zonas más beneficiadas serían aquellas que tienen peores estimaciones. En Asia meridional habría 31,7 millones menos de fallecimientos, según las modelizaciones de futuros alternativos; 25,5 millones menos en África subsahariana; y 18,7 en Asia oriental y Oceanía. “En el escenario en el que se desarrollaran nuevos antibióticos contra las bacterias Gram negativas, las estimaciones indican que podrían evitarse 11,08 millones de muertes atribuibles en todo el mundo durante el mismo periodo”, concluye la investigación.