Los restos de cuatro guerrilleros antifranquistas regresan a casa
Marzo de 1949. Están a punto de cumplirse diez años desde que Franco redactara el tristemente célebre parte en el que anunciaba el fin de las hostilidades bélicas después de que el Ejército republicano acabara “cautivo y desarmado”. Sin embargo, y por mucho que dijera el ya dictador, la guerra aún no había terminado en España a finales de los años 40. En las sierras seguían actuando pequeños grupos de hombres y mujeres que todavía luchaban por la libertad y plantaban cara, con las armas en la mano, a las fuerzas militares y policiales del nuevo régimen. Una de estas unidades del maquis se sentía cada vez más acorralada.
Se trataba del destacamento Manolo Bello, perteneciente a la IV Agrupación del Ejército Guerrillero de Galicia. Lo formaban Carmen Temprano Salorio, José María Castelo Mosquera, Manuel Pena Camino, Vicente Peña Tarrasa y Manuel Ramiro Soto. En las primeras horas del día 5, fueron sorprendidos por la Guardia Civil mientras se escondían en una humilde casa ubicada en Zas, una pedanía del municipio coruñés de Negreira.
Comenzó entonces un tiroteo en el que Carmen resultó gravemente herida. Muy probablemente porque ella misma se lo pidió, su compañero José María Castelo la remató en ese mismo instante para que no cayera en manos de los franquistas. Los cuatro hombres del grupo lograron escapar del cerco en compañía de una vecina, Manuela Teiga. Vicente Peña también había recibido varios balazos por lo que el grupo tuvo que hacerse con un caballo para intentar poner tierra de por medio.
Esta penúltima etapa del viaje solo duraría 20 kilómetros. Pasadas las tres de la tarde, en los montes de Páramos, fueron nuevamente sorprendidos por sus perseguidores, que acribillaron a balazos a tres guerrilleros y a Manuela. Solo Manuel Ramiro logró escapar y acabó integrándose en otra unidad de resistentes. Su lucha se prolongaría tres años más, hasta caer abatido por la guardia civil el 2 de junio de 1952 en la también coruñesa localidad de Mesía.
Los guerrilleros vuelven por fin a casa
Las represalias en la zona por lo ocurrido no se hicieron esperar. Decenas de vecinos de Negreira, A Baña y Val do Dubra fueron interrogados, torturados y una docena de ellos condenados a diferentes penas de prisión. Erundino Vieto desapareció para siempre y todavía hoy su familia trata de averiguar cuál fue su último destino. El cuerpo de Carmen fue recuperado, pero los otros cuatro cadáveres permanecieron en una fosa olvidada durante casi siete décadas.
“Al morir se pone fin a la vida, pero vuestros sueños y vuestro recuerdo sigue vivo”. Este fue el mensaje que Xosé Tosar, un niño de once años descendiente del desaparecido Erundino, escribió 67 años después en el libro de visitas que se abrió con ocasión de la exhumación de los cuerpos. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica recuperó los restos de Manuela, José María, Vicente y Manuel el 24 de octubre de 2016. Lo hicieron, como suele ser habitual, sin ayuda institucional de ningún tipo.
“Nos sorprende que Pablo Casado dijera que desde la muerte de Franco cualquier descendiente de una víctima de la dictadura podía recuperar sus restos con la ayuda de las diputaciones y los ayuntamientos”, asegura Carmen García-Rodeja, portavoz de la ARMH en Galicia. “Nosotros, para esta y para el resto de exhumaciones, solo hemos contado con el trabajo de voluntarios y con la ayuda de nuestros socios y del sindicato de electricistas noruego. Yo invito al señor Casado a acompañarnos en una exhumación, a hablar con los familiares, a conocer la realidad de las víctimas del franquismo. No se trata de reabrir nada, sino de poner las cosas en su sitio. Esto es un trabajo de derechos humanos, de restitución de una democracia incompleta. Si supiera lo que sufren las familias y lo que demandan estoy convencida de que el señor Casado hablaría de otra manera”.
Será este sábado, una vez que han finalizado los trabajos de identificación de los restos, cuando los familiares recibirán, de manos de voluntarios de la ARMH, los cuerpos de sus seres queridos. Será en un acto que se celebrará en el auditorio de la localidad coruñesa de Val do Dubra. Será, por tanto, este sábado y en ese acto cuando por fin acabe la lucha de estos cuatro combatientes del Ejército Guerrillero de Galicia.