Las datos oficiales sobre emigración española no son un indicador preciso ni de cuántos españoles se marchan ni de en qué momento lo hicieron. Y así lo apunta el estudio “La nueva emigración española, lo que sabemos y lo que no”, elaborado por Amparo González-Ferrer, investigadora del IEGD-CSIC, y publicado por la Fundación Alternativas.
Una hipótesis que se evidencia con casos como el de Laura Bazán, una joven madrileña de 29 años cuya situación es invisible a las estadísticas. Su historia no existe a ojos de la calculadora de emigración del Instituto Nacional de Estadística (INE) porque no está dada de alta en el consulado español en el Reino Unido. “No he arreglado este tema porque el hecho registrarme no afecta a mi vida aquí. Es posible que pronto lo haga, pero con tranquilidad, cuando tenga días libres”, explica esta enfermera que dejó España hace casi dos años. “Era responsable de enfermería de un equipo de Atención Primaria, pero mi contrato era solo de seis meses. Vivía con la incertidumbre de si me renovarían o no y estaba frustrada porque veía que mi esfuerzo no era recompensado”. Reconoce que se marchó porque en España “no veía futuro ni posibilidad de crecer después de años luchando”.
Retraso en el retorno
Como ella, el estudio estima que hay otros 700.000 españoles y españolas que abandonaron su país natal entre 2008 y 2012. Una cifra que los datos oficiales reducen a 225.000 personas. De este conjunto, “ni todos encajan con la 'fuga de cerebros' ni todos se van a quedar fuera para siempre”, apunta González-Ferrer. Aunque lo cierto es que el aumento de los emigrantes con una edad comprendida entre los 30 y 35 años hace pensar en un retraso en el retorno, pues el motivo de la marcha no son tanto los estudios y la formación como la búsqueda de empleo.
La tasa oficial de personas retornadas, sin embargo, sí tiene más correspondencia con la realidad porque mide la vuelta de los españoles que se registraron en los consulados durante su estancia en el extranjero “desde el mismo momento en que se produce la vuelta” al país de origen. Y no con cierto retraso, como ocurre en las salidas, ya que “los beneficios derivados del empadronamiento al regresar a España son numerosos e inmediatos”.
No existen datos sobre el nivel de estudios
Por otra parte, “ninguna de las cifras disponibles en España ni en otros países, como Reino Unido o Alemania, incluyen información sobre el nivel de estudios”. Por tanto, el debate en torno a la 'fuga de cerebros' es por el momento estéril, pues el porcentaje de migración cualificada sigue siendo una incógnita. El estudio matiza, no obstante, que “la tendencia a emigrar tiende a aumentar con el nivel de instrucción”, por lo que una gran proporción de la emigración reciente “se deduce que es cualificada”.
España se ha colocado, por detrás de Polonia, en el segundo puesto de la lista de países emisores de emigrantes laborales al Reino Unido. Un país en el que Laura dice haber encontrado la posibilidad de desarrollarse profesionalmente. Trabaja como enfermera en una prisión de Londres con drogodependientes mientras cursa un máster online de Arte Terapia en Barcelona. “Me marché muy frustrada. Tenía ganas de vivir nuevas experiencias, pero ahora me siento atrapada aquí. Aunque quisiera volver, mi crecimiento está fuera de España”.