Los sanitarios no predican con el ejemplo: menos de la mitad se vacunan contra la gripe
La pregunta la planteó una enfermera ante un auditorio lleno de sanitarios en el Congreso de la Asociación Española de Vacunología: “Si recomendamos a nuestros pacientes que se vacunen, ¿por qué no lo hacemos nosotros?”. Los profesionales de la salud no predican con el ejemplo. Menos de la mitad (43,76%) se inmunizaron contra la gripe en la última campaña. El porcentaje ni se acerca al 75% que marca la Organización Mundial de la Salud y, lejos de mejorar, va a peor. El 'efecto pandemia' dio un impulso a la vacunación de los profesionales y las cifras alcanzaron umbrales nunca vistos –más de un 65% en 2020– pero desde entonces la curva ha enfilado un descenso que dura ya tres años.
El asunto preocupa a las autoridades sanitarias. La Comunidad de Madrid ha iniciado esta semana una campaña de concienciación –“ante la gripe, arrima el hombro”– y la reunión anual de los vacunólogos, celebrada hace dos semanas en Málaga, habló sin medias tintas del problema en una ponencia que se llamó 'La vacunación del personal sanitario, ¿qué se puede hacer para que se tome en serio?'. “Es como viajar en coche sin cinturón: nuestra seguridad y la de nuestros pacientes está en riesgo”, respondió la enfermera Patricia Martín Díaz, especialista en enfermería del trabajo del Área de Gestión Sanitaria Este de Málaga-Axarquía.
Hay comunidades, como Baleares, con cifras insignificantes de vacunación entre sus profesionales. Apenas se inmuniza un 15% de ellos. Tampoco salen bien paradas ni Catalunya (25,36%) ni Murcia (33,23%). La Comunitat Valenciana es la única que consigue el objetivo marcado por la OMS. Incluso lo supera con un 77,15% de cobertura entre los sanitarios en la última campaña, según los datos oficiales del Ministerio de Sanidad.
“Se esconden cuando llegamos a los servicios”, compartió Mónica Devolx Solano, especialista en medicina del trabajo del Hospital Regional Universitario de Málaga. Y cara a cara, los equipos se encuentran todo tipo de excusas cuando van a buscar a sus compañeros para informarles de las campañas. “Tenemos –enumeró Martín Díaz– a los hiperinmunes que nunca se ponen malos [...] y a los que dicen que tienen que seguir operando o que tienen guardia”. Al final, concluyeron las ponentes, el personal sanitario que se vacuna piensa más en su entorno familiar que en sus consultas. “La inmensa mayoría afirma que porque tiene padres, madres o alguien enfermo en casa, lo que menos te dicen es que por los pacientes”, aseguró Devolx.
Los profesionales, además, tampoco están a salvo del mar de fondo de desconfianza en las vacunas, sostiene la especialista en enfermería del trabajo. “Se ha manoseado todo lo que tiene que ver con la vacunación: todo el mundo es un pope (en sentido irónico, que tiene gran influencia en su actividad profesional) en vacunas y nos fiamos más de los que nos puede decir un compañero que de los estudios científicos”.
Pero la baja adherencia no es solo culpa de los profesionales: se habla poco en las facultades del “medicamento que más vidas ha salvado en la humanidad” y no siempre hay accesibilidad en los centros sanitarios. “No podemos perder ninguna oportunidad y uno de los motivos es la falta de tiempo. Por eso deben ofrecerse vacunas sin horarios, sin cita previa, sin demora”, según Martín Díaz.
El “descontento” personal tampoco rema a favor de que se sumen a la campaña, admitieron las ponentes. “Los contratos mes a mes, la inestabilidad y la desmotivación generan un sentimineto negativo hacia su puesto de trabajo e influye en la decisión de vacunación”. Entonces, ¿cómo se puede mejorar? Con pequeños incentivos como “invitar a un desayuno al servicio que tuviera más personas inmunizadas”. Esta próxima campaña confirmará si la pérdida de adherencia continúa un año más o logra revertirse.
Gráficos de Victòria Oliveres.
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