Un tercio de las personas menores que usan Internet saben cómo evitar las medidas de control parental en la esfera digital implementadas por su familia. Así lo afirma el informe #DerechosSinConexión que publica este jueves la organización Save the Children, en pleno debate sobre el uso de móviles por parte de niños, niñas y adolescentes y la adecuación a su edad de los contenidos que consumen en la red.
Otro de los datos que arroja el estudio es que casi 9 de cada 10 adolescentes se conectan varias veces al día o dicen estar “permanentemente conectados”. La organización por los derechos de la infancia exige que las administraciones garanticen la seguridad, pero también el cumplimiento de los derechos de los menores en internet.
El Comité de Derechos del Niño de la ONU recomienda que el uso de pantallas una vez superados los cinco años no exceda las dos horas diarias. En un contexto en que internet es clave para la adolescencia a la hora de formar su identidad y sentir que pertenecen a un grupo, es difícil que la propia persona menor autorregule sus horas de conexión. Por ello, es recomendable que las familias establezcan un tope al tiempo dedicado a estar en Internet, limitación que solo tienen 3 de cada 10 adolescentes, según el estudio en el que han participado 3 315 personas de 14 a 17 años.
La evitación del control parental es preocupante teniendo en cuenta que muchas personas menores no saben identificar como tales algunos ciberdelitos. “El primer paso para protegerse de la violencia es identificarla”
En lo que respecta a medidas enfocadas a la prevención de riesgos, un 38 % de personas menores —más chicas que chicos— afirma que sus familiares le han explicado los posibles peligros de la red. Otros controles o reglas que establecen las familias son seguir a su hija o hijo en redes sociales, preguntarle en qué emplea su tiempo en internet o instalar bloqueadores para impedir el acceso a contenidos no aptos para su edad. Casi 6 de cada 10 han encontrado contenido pornográfico sin buscarlo. A pesar de estos límites, un 37 % asegura saber cómo saltarse las medidas de control parental y un 30 % lo hace alguna vez.
Esta evitación de los límites es “preocupante” para Save the Children, sobre todo porque sigue habiendo una cantidad relevante de adolescentes que no identifica como delito conductas como enviar fotos de carácter sexual sin permiso (40 % de los chicos y 26 % de las chicas) o esparcir mensajes de odio (50 % de ellos frente al 37 % de ellas). “El primer paso para protegerse de la violencia es saber identificarla”, apunta Andrés Conde, director de la ONG.
Para garantizar los derechos y la seguridad de las personas menores en internet, los impulsores del estudio exigen que los poderes públicos otorguen las herramientas y formaciones necesarias a familias y escuelas para que eduquen en las buenas prácticas digitales. Además, afirman que la administración y las páginas web deberían colaborar para aplicar una edad mínima de acceso a los servicios y contenidos en la red. Esta medida ya se ha anunciado que se aplicará tras el verano a los contenidos pornográficos, pero la entidad por la defensa de la infancia no la ve suficiente: “Es imprescindible una educación afectivo-sexual que permita tener referentes saludables”.
Frecuencia y contenidos
Uno de cada cinco adolescentes de más de 16 años se conecta durante más de cuatro horas diarias en un uso que las propias personas encuestadas ven “normal”. Utilizan ese tiempo para entrar en redes sociales en un 80 % de los casos, seguido de cerca por el consumo de contenidos (78 %) o la comunicación (75 %). Las mismas personas menores reconocen que es tiempo que pierden de la lectura, dormir o los ratos en familia.
Los motivos para el posible 'enganche' de algunas personas son el propio diseño de las 'apps', la pertenencia al grupo o el mantenimiento de una identidad digital. Además, ven el móvil como fuente de ocio y les sirve para desconectar
Las personas a cargo del estudio no tienen una única explicación para este “enganche”. Más allá del propio diseño de las aplicaciones, que fomenta el uso prolongado de ellas, un posible motivo puede ser, afirman, la necesidad de mantener una identidad digital, que a su vez genera un impulso de pegarse al móvil para no perderse nada de lo que ocurra.
También entra en juego la necesidad de pertenencia a un grupo, tan importante en la adolescencia, que hace que quienes forman parte de él usen las mismas apps incluso si no les gustan especialmente. Además, el móvil se ve como parte de la socialización y es a su vez una forma de desconectar y acceder a distintas maneras de ocio. Estos son factores que, con algunas diferencias de grado, afectan también a personas adultas, añaden en el informe.
En Save the Children advierten sobre el debate público actual acerca del uso de las pantallas. La solución no puede pasar por prohibir el acceso a la red, afirma Andrés Conde, “de la misma forma que no prohibimos a la infancia salir de casa porque hay peligros”. Esto no es una carta blanca para el uso desmedido e incluso inapropiado de la red, sino que la entrada en esta “debe ser progresiva y adaptada a cada edad”, además de seguir las recomendaciones pediátricas, de ciberseguridad y de salud mental, explica el director de la ONG. Concluye con una llamada a la responsabilidad de las personas adultas: “Debemos acompañar a niñas y niños en este uso, enseñarles a protegerse y a comportarse en Internet, y darles pautas para una ciudadanía digital respetuosa y protectora”.