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Teresa Ribera quiere poner orden en las talas de árboles de las ciudades

La vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, ha enviado una carta a todas las comunidades autónomas para intentar poner orden en las talas de árboles en las ciudades españolas. En el texto remitido este viernes que ha podido ver elDiario.es, la ministra de Transición Ecológica considera que “la protección normativa local del arbolado urbano es aún insuficiente” porque hay muchas localidades donde esta protección “es inexistente” al no haberse desarrollado las ordenanzas necesarias.

La propuesta de Ribera es crear un grupo específico que reúna al Gobierno, las comunidades y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) para elaborar “unas Directrices Generales de Conservación del Arbolado Urbano”.

La cuestión es que, actualmente, la protección de los árboles en las ciudades depende, al final, de cómo actúe cada municipio que, como se detalla, detentan “las competencias relativas al arbolado urbano”. Deben ejercerlas, eso sí, en los términos que establezca la legislación de su comunidad autónoma y “de acuerdo con la legislación básica estatal” sobre la protección del medio ambiente.

La carta reconoce que son las comunidades autónomas las que tienen la potestad de regular sobre esta materia, pero también recuerda que, hoy, “no existe ninguna obligación legal de regular sobre el patrimonio arbóreo urbano”. Una laguna que cobra especial relieve en estos momentos en los que ese arbolado está destinado a jugar un papel crucial a la hora de adaptar las ciudades españolas a los efectos ya palpables de la crisis climática.

Aunque Ribera “sugiere” unas líneas generales consensuadas y aplicables por todos los actores implicados, no se escapa que sobrevuela la tala masiva de árboles llevada a cabo por la Comunidad de Madrid con el permiso del Ayuntamiento de la ciudad por unas obras del metro.

Tras meses de protestas vecinales, recursos judiciales y matizaciones –mínimas– del proyecto, las motosierras entraron en la arboleda urbana el pasado 11 de diciembre. Algunos vecinos se encadenaron a los troncos, pero duraron poco ahí amarrados.

La vicepresidenta Ribera ha escrito públicamente a cuenta de este proyecto que “las cosas se pueden hacer de otra manera. El arbolado urbano maduro en centros urbanos es un tesoro difícilmente recuperable. Lo ocurrido en Madrid Río y Carabanchel es terrible”.

Los estudios científicos van en esa línea: “En general, los árboles grandes capturan más carbono del aire, reducen más la contaminación y el riesgo de inundación”, según evidenciaban las investigadoras de Anaïs Paré y Allison Munson. Incluso algunos trabajos le han puesto cifras: las especies grandes son un 44% más beneficiosas –de media anual– que las medianas y un 92% más que las pequeñas.

La misiva de Ribera a los consejeros y consejeras autonómicas también recuerda que, dentro de la Estrategia Europea de la Biodiversidad, “uno de los compromisos fundamentales es renaturalizar las ciudades europeas”. La urbanista jefe de ONU-hábitat, Shipra Narang, lo confirma: “Menos coches y más árboles siginfica más felicidad. Hacer las urbes más verdes es un asunto crucial que tiene múltiples beneficios”, contaba a elDiario.es hace un par de meses.

En este sentido la vicepresidenta tercera destaca que “los árboles, además de eliminar el CO2 de la atmósfera y almacenar carbono, mitigan los efectos del cambio climático en el entorno urbano. En particular, atenúan el efecto isla de calor urbano”.

La isla de calor es el fenómeno por el que áreas de las ciudades retienen el calor recibido durante el día y los liberan durante las noches, lo que impide la refrigeración y mantiene las temperaturas más altas. El exceso de asfalto y la falta de árboles causa unas 900 muertes anuales por exceso de calor en ciudades como Madrid y Barcelona, según un análisis del ISGlobal.

La comunicación de Transición Ecológica insiste en que “la pérdida de biodiversidad y la crisis climática están intrínsecamente relacionadas”. Y ejemplifica que “el cambio climático acelera el deterioro de la naturaleza, pero esta ejerce un papel importante en la respuesta generando beneficios que pueden ayudar en zonas urbanas y a mitigar el impacto de las catástrofes naturales”.

En este mismo sentido la ciencia está ilustrando que la crisis climática hace que deba repensarse el arbolado urbano, pero en un sentido: hacen falta más árboles y que sean de especies resistentes a las altas temperaturas, las sequías y las tormentas.

La carta acaba informando de que se hará una convocatoria para conformar ese equipo que pueda redactar esa directrices.