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Trump apea a Estados Unidos del tren de la segunda revolución industrial
El presidente estadounidense, Donald Trump, acaba de apear a su país del tren al que 195 países se subieron con un consenso sin precedentes en 2015 para transitar juntos hacia un modelo de desarrollo bajo en carbono para combatir el cambio climático: el Acuerdo de París.
Un pacto global que “encendió una llama de esperanza para la diplomacia internacional”, en palabras de la jefa de cambio climático de la ONU que lo negoció, Christiana Figueras, y devolvió la confianza en el multilateralismo instaurado tras la Segunda Guerra Mundial como la base para atender problemas globales.
“Estamos ante una decisión que supone un ataque frontal al sistema multilateral en base a un supuesto beneficio para Estados Unidos”, indicó a Efe, David Robinson, experto en energía de la Universidad de Oxford.
El objetivo del acuerdo es que la temperatura del planeta no aumente más allá de los peligrosos dos grados, lo que implica “poner fin a una era basada en los combustibles fósiles desde la primera revolución industrial, e iniciar una segunda que nos lleve a un mundo libre de emisiones”, explicó a Efe Lara Lázaro, experta en cambio climático del Instituto Elcano.
“Abandonando el Acuerdo de París, Estados Unidos perderá influencia internacional, liderazgo y oportunidades económicas”, añadió Lázaro.
Para la directora del Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales, Teresa Ribera, la decisión de Trump “aisla” a Estados Unidos “en un momento crítico desde el punto de vista geopolítico y tira por tierra el enorme legado en acuerdos bilaterales” en materia de transición energética y tecnologías limpias de su antecesor, Barack Obama.
Ninguno de los expertos consultados por EFE considera que la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París vaya a provocar “una estampida” similar en otros países como ocurrió cuando abandonó el Protocolo de Kioto -que sólo incluía compromisos de los países ricos, frente a este que incluye de todos, excepto Siria y Nicaragua-.
Las principales potencias y emisores de CO2 -China, India, la UE, Canadá, Australia o Japón- se han apresurado a reafirmar su compromiso con el pacto “y no por motivos medioambientales”, advierte Robinson, “sino porque que esta transición es una oportunidad económica y comercial, y de creación de empleo y quieren posicionarse”.
Dispuestos a recoger el liderazgo que cede Estados Unidos y a posicionarse en el nuevo modelo de desarrollo bajo en carbono, la UE y China firman mañana un acuerdo de cooperación para implementar el el Acuerdo de París y se comprometen a renovar al alza sus objetivos de reducción de emisiones.
Además, la UE apoyará la creación de un mercado de derechos de emisión en el gigante asiático con diez millones de euros.
La decisión de Trump no sólo “le aleja de sus aliados tradicionales y del mundo democrático sino que cuenta con el rechazo del 70% de los americanos y con el del 27% de quienes lo han votado”, apuntó el portavoz de cambio climático de WWF Internacional, Manuel Pulgar.
“Es una decisión contra el interés general que sólo contenta al sector más retrógrado de la industria de los combustibles fósiles, fundamentalmente del carbón, que tradicionalmente ha estado tras la financiación del partido republicano”, destacó Ribera.
Tampoco va a cumplir su objetivo de potenciar la industria del carbón, en tanto que “los inversores no van a poner su dinero en algo que puede no tener los retornos esperados durante los próximos 40 años, máxime cuando haya otros presidentes que no apuesten por el carbón”, agrega Robinson.
Exxon Mobil, Chevron, BP, Peabody coal, eBay, HP, General Mills, Kellogg, Tesla, BlackRock, Google y el resto de las principales multinacionales estadounidenses han intentado hasta el último minuto que Trump no saliera del Acuerdo de París.
Los expertos coincidieron en que no hay ni una sola razón desde el punto de vista económico que justifique la decisión de Trump, máxime cuando el acuerdo de es de cumplimiento voluntario y sus compromisos de reducción de emisiones no empiezan a contabilizarse hasta 2020.
Por eso, expertos como Ribera incidieron en que “no va a cambiar el destino del mundo en términos de reducción de emisiones, cada país va a seguir haciendo esfuerzos porque entiende que va en su propio interés, simplemente retrasa la acción de Estados Unidos”.
Y es que “las medidas de mitigación del calentamiento que pones en marcha hoy no se notan hasta dentro de cinco años”, apuntó.
El abandono del Acuerdo tampoco implica que no vaya a haber acción climática en Estados Unidos, donde 37 estados cuentan con regulación para promover las renovables, más de 400 ciudades tienen metas propias de reducción de gases y 40 de ellas se han comprometido a ser 100% renovables en 2035.
Queda por ver cómo se articula la acción de todos esos actores que quieren avanzar para que Estados Unidos luche contra el cambio climático a pesar de Trump.
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