¿Dónde está la bolita? Es la pregunta en Bruselas. La Comisión Europea afirma que espera que se movilicen 100.000 millones de euros en inversiones públicas y privadas de aquí a 2027 con el mecanismo de transición justa del Pacto Verde Europeo para las regiones en reconversión, que este miércoles ha presentado la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen. Pero no se termina de concretar cómo llega a esa cifra.
¿Cómo se suman las partidas, cuánto dinero corresponde a cada partida, cuánto es dinero nuevo, cuánto viene de programas preexistentes como InvestEU –antiguo plan Juncker, préstamos arriesgados del Banco Europeo de Inversiones con aval de fondos europeos–, cuánto el BEI sin aval? ¿Cuánto de los multiplicadores? La Comisión Europea no lo aclara, y remite al próximo enero para los detalles de las cifras.
De un lado, está el dinero para el Fondo de Transición Justa, de nueva creación, que tendrá una partida propia en el Marco Financiero Plurianual (2021-2027) que aún se está negociando. Esta partida, según los cálculos, puede oscilar entre los 6.500 y los 8.000 millones de euros.
De otro lado, están los préstamos que aportará el BEI a intereses bajos, pero cuya cuantía tampoco especifica Bruselas. ¿Y estos fondos ayudarán en su transición a grandes empresas como BP, Shell o Repsol, por ejemplo? La Comisión no responde ni que sí ni que no.
Y, además, están los fondos de cohesión que los Estados pueden usar para cofinanciar proyectos del Fondo de Transición Justa; además del programa InvestEU, antes Plan Juncker.
Y una vez que se suman todas estas partidas, que la Comisión Europea ha evitado concretar aún, el Ejecutivo comunitario le aplica un multiplicador de inversión. Es decir, que por cada euro aportado, se generan 4,5. Y, así, se llega a los 100.000 euros, a la mágica “cifra de tres dígitos”.
Mientras se comunican las partidas presupuestarias, para cuya concreción final de detalle habrá que esperar a la aprobación en primavera del Marco Financiero Plurianual –en tanto que no se aprobará la propuesta de la presidencia finlandesa en el Consejo Europeo de este jueves y viernes–, lo que sí ha hecho Ursula von der Leyen y su colegio, empezando por el encargado del Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans, es repetir lo anunciado en julio durante su votación en el Parlamento Europeo.
Lo que en julio le llamaban guidelines, ahora es un “paquete comprehensivo para el nuevo pacto verde europeo”, “una llegada a la luna de Europa”, según Von der Leyen, pero la letra es la misma, aunque ahora presenta un calendario orientativo: “la primera Ley climática europea que consagre el objetivo de neutralidad climática para 2050 en la ley”, que quiere presentar en marzo de 2020; “apoyaremos a las personas y regiones más afectadas a través de un nuevo Fondo de Transición Justa para no dejar a nadie detrás”; “propondré convertir parte del Banco Europeo de Inversiones en banco climático de Europa”; “el plan de inversión de Europa sostenible apoyará con 1 billón de euros de inversión durante la próxima década [2020-2030] todos los rincones de la UE”, sin decir de dónde sale ese dinero ni cómo.
Y los objetivos de reducción de emisiones, anunciados en julio, repetidos después del verano y de nuevo anunciados en la COP25 de Madrid: “Tenemos que ser más ambiciosos cuando se trata de nuestros objetivos para 2030. Quiero reducir emisiones en al menos un 50% para 2030. Sin embargo, para lograr un impacto real, el mundo tiene que moverse de la mano. La UE ejercerá un liderazgo internacional para aumentar el nivel de ambición de otros emisores importantes. Me comprometo a un plan integral para aumentar el objetivo de la Unión Europea para 2030 hacia el 55% de forma responsable”.
Von der Leyen ha vuelto a repetir algo anunciado en verano: la reforma del Sistema Europeo del Comercio de Emisiones para “cubrir el sector marítimo, reducir las asignaciones gratuitas asignadas a las aerolíneas con el tiempo, cubrir el tráfico y la construcción”.
“Para complementar este trabajo”, explica Von der Leyen, quiere “introducir un impuesto [u otra fórmula] de frontera de carbono”. Es decir, que todas las empresas cumplan con las obligaciones de carbono aunque residan en países cuyas legislaciones sean más laxas que las comunitarias.
¿Pero cómo se financia todo lo que promete Bruselas? “Requerirá una inversión adicional significativa”, afirma la Comisión Europea, que calcula que “alcanzar los objetivos actuales de clima y energía para 2030 requerirá una inversión anual adicional de 260.000 millones de euros, aproximadamente el 1,5% del PIB de 2018”.
Así, la Comisión anuncia que presentará “a principios de 2020 un plan de inversión en Europa sostenible con financiación ”para apoyar inversiones sostenibles y propuestas para un marco regulatorio mejorado. Al mismo tiempo, será esencial una cartera de proyectos sostenibles a través de asistencia técnica y servicios de asesoramiento para los promotores. El presupuesto de la UE (y su compromiso de lograr un 25% dedicado a la acción climática) y las actividades del Banco Europeo de Inversiones respaldarán el Plan de Inversión de Europa Sostenible junto con fuentes de financiación nacionales. La Comisión presentará una estrategia de financiación verde en el tercer trimestre de 2020 que se centrará en una serie de acciones para promover y movilizar financiación privada sostenible“.