Visita al zoo, una lavadora, cocinera o velones de misa: estos son los gastos que financia el Estado a los monjes del Valle de los Caídos
El Valle de los Caídos lo pergeñó Francisco Franco cuando ganó la guerra y lo construyó en honor a los que lucharon con él. Un grandioso monumento fascista con abadía, basílica, hospedería, escolanía, explanada y la cruz más grande del cristianismo cuyos gastos, íntegramente, corren a cuenta del Estado desde su creación en 1940. Entre reparaciones y gastos de personal, Patrimonio Nacional (que depende del Ministerio de Presidencia) se deja más de un millón de euros al año allí y, aunque también recauda por las entradas (cada una cuesta 9 euros), acumula pérdidas de 11 millones de euros en una década.
Las cuentas y las pérdidas varían cada año pero lo que permanece estable es que los monjes que habitan allí reciben del Estado 340.000 euros anuales para sus gastos y para cumplir los fines que les encomendó, vía BOE, el dictador: “Rogar a Dios por las almas de los muertos en la Cruzada Nacional”, dirigir una escolanía de niños cantores, recoger el pensamiento de pontífices o mantener el culto “con todo el esplendor que la Iglesia recomienda”. Para conseguir todo esto se creó la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos en 1957, cuyos beneficiarios son los monjes benedictinos. Es una fundación privada de carácter religioso que gestiona los 340.000 euros que le ingresa Patrimonio cada año y que financia la vida de los monjes, misas y su escolanía de niños cantores.
Tras varias negativas a entregar las facturas y los gastos desglosados, Patrimonio ha dado acceso a eldiario.es, gracias a una petición al Portal de Transparencia, a un resumen elaborado por el organismo público de los gastos de los religiosos, aunque no han aportado las facturas concretas ni el detalle, alegando que “si bien han sido verificadas”, obran en poder de los religiosos y la fundación y que ya no las tiene el Estado.
Los datos aportados (eldiario.es los ha agrupado en epígrafes para los gráficos), que se circunscriben al periodo 2014 -2017, muestran que el concepto en el que más dinero público gastaron los monjes benedictinos, que no tienen salario puesto que han hecho voto de pobreza, es en comer. Son 405.000 euros en cuatro años. Esto no incluye la alimentación de los niños cantores, que son una cincuentena, cuya comida está incluida en el concepto “gastos educativos” y otras veces en “profesorado”. Solo en 2017 se les incluye en el mismo epígrafe que los monjes en el apartado de la comida. Estos cambios de epígrafe y distintos criterios de imputación de gastos no son una anomalía en el documento remitido, un descontrol que el Tribunal de Cuentas afeó a Patrimonio Nacional en 2013 en un duro informe en el que relató que no había una rendición de cuentas exhaustiva y en el que detectó todo tipo de deficiencias contables.
El año en el que más dinero gastaron en alimentación fue en 2016: más de 133.000 euros para una treintena de personas (ahora mismo hay 24 religiosos y 3 acólitos). Según el informe de ese año del Ministerio de Agricultura sobre hábitos alimentarios en España, el gasto medio en comida por cada español es de 1.528 euros. A los monjes les sale más de 3.000 por cabeza. Preguntado por esta partida de gasto, el prior no ha dado respuesta al mail de eldiario.es sobre si incluye la comida de otras personas, aunque extraoficialmente fuentes cercanas lo asumen como una cantidad razonable para alimentar simplemente a los religiosos: “Son 10 euros al día por monje”, explican. Que incluyera la alimentación de invitados a retiros espirituales o a visitantes de la hospedería tendría difícil encaje, ya que los monjes cobran a estos visitantes por la comida y estarían cobrando dos veces: del estado y de las visitas. Para elaborar desayunos, comidas y cenas, los monjes cuentan también con el trabajo de una “cocinera” (además de una “limpiadora” y una “lavandera”, según la respuesta de Patrimonio) a cargo del Estado.
Con los benedictinos convive la escolanía de niños cantores, con residencia en el Valle de los Caídos y que dedican su tiempo al estudio, a la Iglesia y al canto. A su educación ha dedicado el Estado 128.000 euros en cuatro años. ¿Para comprar qué? Por ejemplo, su comida, sus uniformes, pagar salarios de profesores, los libros de texto con los que estudian o la “adquisición de equipación deportiva”.
En el capítulo de “gastos educativos” también se incluyen excursiones que han organizado los religiosos para los niños y que han sido financiadas con impuestos: “Visitas al Zoo y Aquarium de Madrid, al Centro de Naturaleza Ambiental Cañada Real y al Monasterio de Piedra”. También los folios “DIN A4 80 mgr”, fotocopias o “lote de orlas” van a cargo de “material de oficina” y del Estado.
Los gastos de culto los financian igualmente las arcas públicas, de las que han salido una media de 5.200 euros anuales para la celebración de misas, entre ellas, algunas en honor al bando franquista, como la celebrada en julio por el prior Santiago Cantera, falangista declarado y defensor de que no se exhume a Franco. Aquí, el sucinto desglose del Estado enviado por Patrimonio Nacional recoge que se han invertido esos miles de euros al año en “lamparillas de cera, botellas de cera líquida y velones, entre otros elementos”. Un litro de cera líquida son 4 euros en tiendas especializadas. Cada velón de 200 gramos cuesta menos de un euro.
Los gastos cotidianos de mantenimiento de la abadía, la basílica y la escolanía también sale de esos 340.000 euros anuales, a parte de los millones que ha invertido Patrimonio en reparar el Valle y prevenir derrumbamientos en el conjunto monumental. Los religiosos, a través de la Fundación que canaliza estas transferencias públicas, han empleado 140.000 euros en el periodo 2014-2017 en “reparación del órgano, compra de mosquiteras y de una lavadora”, así como “reparaciones de electrodomésticos o revisión del gas, control de plagas o la ”reparación de un ordenador“.
En “comunicaciones”, básicamente teléfono, como recogía el informe del Tribunal de Cuentas de 2013, se han gastado más de 27.000 euros de 2014 a 2017 (una factura de algo más 500 euros al mes). En luz, más de 70.000 en cuatro años, incluyendo la de la hospedería. En gasóleo y combustibles, casi 240.000 euros.
Aunque el límite establecido para la subvención anual son 340.000 euros, en el desglose (abajo, el informe completo) se puede observar que siempre se excede esta cifra: 340.038 euros (2014), 340.290 (2015), 342.799 (2016) y 340.003 (2017). Preguntado por estas desviaciones al alza en favor de la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, Patrimonio Nacional no ha aportado de momento una respuesta a eldiario.es.