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La protesta por los detenidos del 22M vuelve a reclamar dignidad

“Estaba cansada y tenía frío. Cuando ya me estaba yendo, empecé a escuchar disparos de bolas”. Gloria recuerda los primeros altercados de la Marcha por la Dignidad en la Plaza de Colón, el lugar donde se clausuró la protesta una hora antes de tiempo. Este jueves, dos semanas después, los manifestantes han vuelto a salir a la calle para protestar contra la represion policial durante el 22M. La multitudinaria protesta, que fue pacífica en todo su recorrido, terminó con altercados que provocaron 101 heridos.

Según los organizadores, cerca de 2.500 de personas -500 según fuentes policiales- se han congregado en una nueva manifestación que ha recorrido la calle Atocha y ha finalizado sin incidentes en la Puerta del Sol. Bajo el lema 'Frente a la provocación y la represión del Estado, la Dignidad del pueblo', los asistentes han pedido la liberación de Miguel e Ismael, los dos detenidos el 22M que están ahora en prisión preventiva. Ninguno de sus familiares se ha sumado a la concentración.

En los momentos previos al inicio de la marcha en Atocha, un manifestante ha protestado ante los agentes por cachear a un joven al que le habían pedido la documentación. “Vosotros estáis aquí para defendernos a nosotros”, reprochaba el hombre a la policía mientras los agentes apartaban a los reporteros que estaban grabando la discusión.

En la protesta también ha habido un hueco para los estudiantes, que han alzado la voz contra la represión en la universidad. Una de las detenidas en el desalojo del vicerrectorado de la Universidad Complutense de Madrid, que ha preferido no identificarse, denuncia el trato denigrante de las policía. “Nos retuvieron 18 horas, en las que nos trataron como animales, sin agua y con solo unas galletas para comer”, cuenta. Los yayoflautas, en una cabecera aparte, han querido apoyar las reinvindicaciones de los jóvenes. “Mañana el detenido podría ser mi hijo”, decía una mujer.

La marcha se ha comenzado a disolver en la Plaza Jacinto Benavente, donde los asistentes han levantado las manos al grito de “estas son nuestras armas”.