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Un año del fenómeno Wordle: de juego viral a crucigrama del siglo XXI para millones de personas

La página del New York Times, con el videojuego de Wordle.

Carlos del Castillo

5 de enero de 2023 21:43 h

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Se cumple un año del último gran fenómeno viral, de esos que no se entienden sin tener en cuenta la lógica de las redes. Todo empezó cuando un desarrollador programó un sencillo juego de adivinar palabras para su pareja, aficionada a los crucigramas. Como al resto de su familia también le gustó, decidió crear una web para que cualquiera pudiera jugar. Creyó que sería divertido compartir los resultados en redes sociales y se le ocurrió utilizar un patrón con emojis que dibujaban de manera muy fiel cómo se había desarrollado el juego, pero sin dar pistas a otros jugadores. Personas de fuera de su círculo se interesaron por ese patrón de cuadrados verdes, amarillos y grises que sus conocidos compartían. Semanas después, decenas de millones de personas jugaban a Wordle, que explotó durante la Navidad de 2021.

El secreto de su éxito fue precisamente que ninguno de esos pasos se tomó pensando en que el juego fuera un fenómeno viral. Desde el nombre, un juego de palabras con el apellido de su creador, Josh Wardle, hasta sus mecánicas, que solo permiten adivinar una palabra al día. Con partidas que solo se alargarán más allá de los cinco minutos si el día se presenta particularmente espeso. “Creo que la gente aprecia que exista algo online que sea simplemente divertido. No trata de hacer nada turbio con tus datos o con tus ojos. Es solo un juego entretenido”, explicó Wardle.

Quizá sea la misma razón por la que el juego ha podido esquivar el inevitable último capítulo con el que se cierran la mayoría de las historias virales, que se olvidan tan rápido como llegan. La versión española se lanzó hace justo un año, el 6 de enero de 2022, y 400.000 personas siguen jugando cada día. “La gran mayoría son de España, un 80%. Después Argentina, con un 10%, y siguen varios países con un menor porcentaje”, revela el ingeniero informático colombiano Daniel Rodríguez, quien lo programó en un par de tardes al ver a sus amigos angloparlantes compartir los resultados de la versión inglesa.

Desde entonces, el Wordle en español ha añadido otros modos de juego, como el científico, el contrarreloj o el que tiene en cuenta las tildes. También una variante diseñada para daltónicos. Sin embargo ahora se llama “La palabra del día”, un cambio forzado por el distinto rumbo que tomó la versión inglesa del juego, cuyos derechos se vendieron a una gran empresa e hicieron millonario a Josh Wardle.

Persona del año y editor propio

El New York Times no dejó que Wordle se le escapara. El periódico, uno de los más prestigiosos del mundo y el que más Premios Pulitzer ha ganado (132), tenía en su mítico crucigrama uno de sus mayores reclamos para sus lectores en papel. El formato perdió fuelle con Internet y sus editores llevaban años probando con otros juegos de palabras hasta que apareció Wordle. Internet quita, Internet dispone.

La empresa editora del Times pagó “una suma en la parte baja de las siete cifras” a Wardle por los derechos del juego, algo que en jerga anglosajona quiere decir entre uno y cinco millones de dólares. Lo hizo apenas dos semanas después de que el juego se convirtiera en un fenómeno mundial. “Si eres como yo, probablemente te levantas cada mañana pensando en Wordle, y saboreando esos preciosos momentos de descubrimiento, sorpresa y logro. El juego ha hecho lo que muy pocos han hecho: ha capturado nuestra imaginación colectiva”, dijo el director general de New York Times Games, Jonathan Knight.

Para el Times, Wordle consiguió capturar esa escena que el crucigrama tenía en formato papel y que muchas personas resolvían con el primer café de la mañana tras (o antes de) leer el periódico. Según los datos del periódico, el juego en inglés tampoco ha perdido fuelle. “En los últimos 10 meses, decenas de millones de personas han intentado adivinar la palabra de cinco letras del día”, reveló en noviembre. En ese momento anunció que el juego tendría un editor propio, encargado de “los ajustes editoriales para garantizar que el juego siga centrándose en un vocabulario divertido, accesible, vivo y variado”. La decisión llega tras alguna polémica relacionada con las palabras que había que adivinar, que hasta ese momento eran las que había configurado Wardle.

Los juegos como Wordle son una pata fundamental del negocio del periódico, que tiene una suscripción especial solo para esta sección. Según sus últimos datos, más de un millón de personas pagan tres dólares al mes o 25 al año por tener acceso a los juegos, que incluyen otros como el Sudoku. La estrategia, no obstante, es tentar a los usuarios para que paguen un poco más y se suscriban a la modalidad que permite leer las noticias. Esta tiene 10 millones de suscriptores.

Respecto a Wardle, un año después no solo es millonario. También ha sido elegido una de las 100 personas más influyentes del 2022 por la revista Time. La justificación fue sencilla: “Es el creador del juego online de palabras de cinco letras Wordle”, se limitó a explicar la revista, que acompañó la escueta biografía con un poema escrito con palabras de cinco letras inspirado en su creación.

“Me parece muy bien que el juego tenga un buen futuro y que el desarrollador haya logrado obtener una buena salida”, expone Daniel Rodríguez en conversación con elDiario.es. El ingeniero colombiano por ahora no ve demasiado probable que la versión española tenga un camino similar a la inglesa. “Hace varios meses tuve una conversación pero no llegó a ninguna parte”, revela. También, que fue el Times quién le pidió que cambiara el nombre tras adquirir los derechos.

Hoy desarrollador para Google, Rodríguez explica que en su caso Wordle ha sido más una historia de realización personal que profesional, como le ocurrió a Wardle. El juego tiene la publicidad justa para financiar sus propios servidores y no genera otros ingresos: “Más que relevancia profesional, lo que me ha generado mucha felicidad son todas las interacciones que tengo con gente alrededor del juego”.

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