Gibney: “Julian Assange no es WikiLeaks”
Con Julian Assange en consigna, transitando entre la silla de la sala de estar y el balcón de oratorias de la embajada ecuatoriana, la lucha por la información libre había quedado en reposo hasta que apareció Edward Snowden y lo volvió a agitar todo. Ahora, Assange ha vuelto a las noticias y la transparencia se ha restablecido como uno de los asuntos claves de nuestra época.
En su excelente nueva película, We Steal Secrets: The Story of WikiLeaks, el documentalista y ganador de un Oscar Alex Gibney (Enron, los tipos que estafaron a América, Taxi al lado oscuro) narra el viaje de la organización, creando una clara distinción entre los nobles principios de su fundación y el autoengaño narcisista de Assange, el ser humano.
Para saber más al respecto fui al Soho Hotel para hablar con Alex.
Trailer de We Steal Secrets: The Story of WikiLeaks
Oscar Rickett - Hola, Alex. ¿Hasta qué punto resultó fácil separar a Assange de WikiLeaks?
Alex Gibney: Estoy de acuerdo en que no se puede separar a Assange de WikiLeaks –y él se ha asegurado de ello– pero puedes ver lo que WikiLeaks empezó a hacer y los mecanismos que estableció. Puedes creer en esas cosas sin tener que creer en Julian Assange. Creo que a Julian le gustaría pensáramos que él y los principios de transparencia son una y la misma cosa, y yo no creo que lo sean. Esa es la razón de que haya que hacer una distinción. Julian siempre ha controlado la organización, pero los ideales de la organización y los mecanismos de su fundación existen más allá de Julian.
Él es, obviamente, un gran fan de George Orwell y le cita con generosidad, pero me parece que se da en él una situación muy a lo Granja de animales. Parece pensar que él, de algún modo, es “más igual” que otros.
Oh, indudablemente, y creo que, con el tiempo, parte del lenguaje que ha empezado a usar es orwelliano. Él mencionó un “programa de minimización de daños”. Encuentro ese lenguaje interesante por varias razones. Una es [que] “programa de minimización de daños” no es la clase de expresión que aplicarías a una pequeña organización consistente en unas pocas personas tratando de redactar unos cuantos nombres. Suena como Microsoft o el Pentágono. Suena ominoso. Y también totalmente falso. Él no tenía un programa de minimización de daños. Tenía un cargo, completamente vacío, y ninguna experiencia para respaldarlo.
¿Crees que lo que le ha pasado como persona –la denuncia en Suecia, su comportamiento– ha causado perjuicio a los propósitos iniciales de WikiLeaks?
Bueno, creo que hasta cierto punto lo ha hecho. Cometemos todos un error si dejamos que Julian nos obligue a ponernos en una situación en la tengamos que vincular sus acciones con los principios de WikiLeaks. Ese, para mí, fue el delito del episodio de Suecia.
Al margen de esto, en la publicación de los registros de guerra de Afganistán, la fastidió al no tomarse más en serio el tema de las informaciones con enmiendas. No porque nadie resultara herido, por lo que sabemos nadie resultó herido; en ese sentido, los que dicen que tiene sangre en sus manos son unos embusteros. Pero eso hizo que se le marginalizara y apartara del New York Times y el Guardian.
Imagina si eso no hubiera ocurrido. Julian diría, “Es lo que ellos siempre iban a hacer”, pero el que habla es el Julian mártir, la persona que dice que sus errores no importan. Pero sí que importan, sobre todo si afectan a otros…
Cierto.
Lo es tanto lo que sucede con WikiLeaks –no es eso lo importante– sino cómo vamos a trasladar esta idea hacia el futuro. Ahora estamos viendo a Snowden, estamos viendo lo de la caja fuerte electrónica del New Yorker, estamos viendo toda clase de cosas surgidas a partir de WikiLeaks. No necesitamos a WikiLeaks para que haya transparencia.
En la película muestras que Assange siempre pensó que estaba siendo observado. ¿Crees que su utilización de las dos mujeres suecas para adoptar su papel de mártir –dos mujeres cuyas vidas tu película muestra que él ha arruinado– indica que quería que los americanos le extraditaran?
Sí. Como Robert Manne dice en la película, él vive intensamente en su imaginación. También hay un momento maravilloso en el que Mark Davis dice que Julian tenía razón al preocuparse por estar siendo vigilado, pero que antes de eso hubo un montón de años en los que cambiaba las tarjetas SIM sin necesitarlo, porque a nadie le importaba un carajo quién era. Parte de él quería jugar a los espías.
Y con lo del gusano WANK, o el caso de Suecia, él nunca asume responsabilidades y nunca niega nada. Es una forma de mantenerte haciendo cábalas. Lo más raro es que esa es una forma de fomentar el misterio. Aquí está el adalid de la transparencia adoptando el misterio y la ambigüedad. Eso estaba ahí desde el principio, y entonces, cuando le llega la fama, se desestabiliza, y la paranoia que hasta entonces tenía equilibrada deja de estarlo y él empieza a creerse sus propias ficciones.
Ajá.
Daniel Domscheit-Berg habla acerca de cómo Julian viendo espías en todos partes acabó siendo cansino. WIRED reveló hace poco que el FBI tenía un informador a sueldo dentro de WikiLeaks, pero eso no fue hasta 2011, después de que sucediera todo. Como dijo Hunter Thompson, “Que yo sea un paranoico no significa que no tenga enemigos”.
Has empleado la expresión “sangre en sus manos”. Es una expresión que los detractores de Assange y WikiLeaks han usado con frecuencia. ¿Crees que existe la percepción de que esa imaginaria sangre derramada es de alguna manera peor que la auténtica sangre derramada por el complejo militar-industrial norteamericano? ¿Y es esto lo que está pasando ahora con Snowden?
Por supuesto… es lo mismo. Es lo que siempre hacen, y Bush y Cheney lo hicieron con lo de los simulacros de ahogamiento. La idea era que esa práctica de tortura salvaba vidas, y que ponerla al descubierto costaría vidas. Siempre se ha hecho así. “Ahora los terroristas sabrán cómo hacemos nuestros interrogatorios. Ahora los terroristas sabrán que el NSA los está espiando”.
Si eres un terrorista con algo de respeto por ti mismo y un coeficiente intelectual superior a 10, ya asumes que Estados Unidos está constantemente tratando de espiarte. ¿Por qué no ibas a asumirlo? Después de todo, Bin Laden se comunicaba mediante un mensajero. Ni siquiera utilizaba comunicaciones electrónicas.
Y después de todo, ¿cómo te preparas contra una sesión de ahogamiento simulado?
¡No puedes! Es una completa idiotez. La idea de que Julian Assange tiene sangre en sus manos mientras Estados Unidos está librando guerras en Afganistán e Irak... ¡venga ya! ¿Dónde está la sangre? En momentos como este, y aquí es donde creo que Snowden ha de tener cuidado, contar las historias es importante porque eso es lo que influye en la gente. No te seguirán si creen que estás en el lado equivocado de la línea moral.
Y las revelaciones sobre la vida personal de Assange se han usado con mucha habilidad.
Por supuesto, y por eso la gente de Assange dice que esta película es difamatoria. Han hecho pública una trascripción con anotaciones. Dicen que es anti-WikiLeaks, algo que presumiblemente piensan por mi postura crítica ante Assange. Yo esto lo encuentro terrorífico: si criticas a Assange, eres anti-WikiLeaks. Él trató de hacer creer que había hackeado mi oficina y obtenido una copia primeriza de la película en la que él anotó “correcciones”. En esa trascripción falta una cuarta parte de la película. ¿Por qué? Porque no la consiguió hackeando nada, sino de una grabación en audio hecha durante un pase de la película en Sundance. Esa es la razón de que en la transcripción no haya ni una palabra dicha por Bradley Manning: todas sus declaraciones aparecen sobreimpresas en la pantalla, no de viva voz. No deja de ser otra forma de poesía cruel, porque inconscientemente Assange ha dejado a Manning fuera de la historia.
Y supongo que la verdadera historia en todo esto, el asunto realmente pertinente, es la de Bradley Manning y cómo ha sido tratado.
Sí, absolutamente. Assange se aprisionó a sí mismo; a Bradley Manning le metieron en una jaula en Kuwait. Bradley Manning es el héroe de la película, no Julian Assange. Bradley, por cierto, es el hombre que desea testificar. Ha sido declarado culpable de romper su juramento militar y filtrar documentos, pero está luchando contra las acusaciones de ser un espía. Tal como yo lo veo, no lo es. En definitiva, él es más valiente que Assange, y más idealista.
Assange dice en un momento concreto que un afgano que colaboraba con el ejército americano “merecía morir”. ¿Crees que hay amoralidad en el corazón de WikiLeaks o Assange? ¿Está abriendo una caja de Pandora?
No lo sé. No creo que sea justo tacharle de “amoral”, pero sí que siempre ha sido muy dogmático. En la película le llamamos “radical de la transparencia”. La mayoría de la gente no se siente cómoda con cómo quiere él que sean de transparentes las cosas. Esa cita de que un afgano que colaboraba con los americanos merecía morir es interesante. Nos enseña que, con el transcurso del tiempo, él cree que haciendo las cosas transparentes se va en camino de obtener un bien mayor, uno que trasciende el dolor a corto plazo.
Me recuerda en cierto modo a Enron, donde había un montón de ideólogos del mercado libre; gente que cría fervientemente que el mercado libre provocaría mucho dolor pero que a largo plazo sería bueno. Es como sacrificar parte del rebaño. Pensaron que tenían derecho a apagar la red eléctrica de California por diversión y por lucro, porque al fin y al cabo eso obligaría al mercado a ser más racional y eficiente. Y mientras tanto, mucha gente sufre y algunos podrían haber muerto. Eso es lo más intranquilizador, y Julian me recuerda a un ideólogo en el sentido de que es extremadamente rígido y no logra ver la ambigüedad. O la ironía.
Esta idea de la verdad transcurre a lo largo de toda la película. Assange equipara transparencia con la verdad, ¿pero es eso sensato?
Bueno, sí, tenemos que hablar de que transparencia y verdad no son la misma cosa. Sólo porque tú tengas un documento, ¿qué significa? ¿Es un documento auténtico? ¿Mintió alguno de los que lo escribió? ¿Y representa ese documento toda la verdad, o solo una verdad parcial? Los principios del “periodismo científico”, que es una expresión que Assange utiliza mucho, no son tanto ciencia como conjeturas. Es importante tener documentos: mucho de lo que nos cuenta Snowden no es nuevo. Si has leído los libros de James Bamford ya lo sabrás todo del NSA, pero los documentos de Snowden son pruebas, y en ese sentido son más poderosos.
Y con WikiLeaks, también eran las pruebas lo importante.
Las pruebas son importantes. Enseñar que el gobierno americano mintió acerca del número de bajas en Irak y Afganistán, eso es probar. Ver el vídeo. Tipos aterrados como Michael Hayden [el antiguo director de la CIA] no tenían problema en que el asunto saliera a la luz. Pero sabían que el vídeo provocaría que la gente tuviera una respuesta emocional ante esta carnicería que sería mucho más devastadora.
En este mundo post-WikiLeaks, post-Snowden, ¿qué hacemos con esta información?
Esa es una pregunta poderosa e importante, porque, por supuesto, el siguiente paso es cómo obligar al sistema a cambiar una vez lo has dejado expuesto. Exponerlo, a veces, no les obliga realmente a cambiar. A veces el sistema simplemente se te queda mirando y se ríe. Aquí es donde entra todo el asunto de las historias. A la gente le gustan los cuentos. Has de contarle a la gente una historia convincente si quieres que su actitud cambie. Si su sensación es de, “Oh, el gobierno está cuidando de mí, y para mantenerme seguro han de guardar secretos”, eso es que el cuento que les han contado es convincente.
Pero si te enteras de que te han estado espiando y que alguien del FBI o el NSA ha estado fisgando en tus gustos personales en pornografía, puede que tu punto de vista sobre el gobierno sea diferente. El cuento se vuelve entonces un poco más oscuro. Que la gente diga “a la mierda esto” depende de cómo cuentes la historia.
Y la historia que tú estás contando está estructurada de forma bastante clásica. Es la historia de dos personas perjudicadas, Manning y Assange, que a causa de su habilidad con los ordenadores acaban poseyendo mucho poder antes de su caída. ¿Ves esta línea narrativa en tu documental?
Sí. Esto acostumbra a suceder durante el proceso de edición. Los temas y personajes empiezan a surgir paulatinamente a medida que vas cociendo la historia. Terminas haciendo lo que hace un guionista, que es asegurarte de que las piezas encajen en su sitio de un modo que tenga una resonancia. Decidimos empezar con lo del gusano WANK porque tiene eco más tarde en el episodio de Suecia. Enron era una película de atracos, Taxi al lado oscuro era el misterio de un asesinato, y esta es una película de espías.