La estadounidense Doreen Bogdan-Martin será la primera mujer que dirigirá la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) en sus 157 años de historia. Su candidatura ha arrasado a la del representante ruso Rashid Ismailov por 139 votos a 25. No obstante, Bogdan-Martin e Ismailov no han medido el respaldo a sus respectivos gobiernos en esta organización, sino dos formas distintas de concebir Internet y cómo debe ser su futuro.
La UIT, dependiente de Naciones Unidas, es un organismo clave para Internet. Tiene la poco agradecida pero crítica misión de asegurar la interoperabilidad de las tecnologías digitales, la misma que permite a la red de redes ser global y abierta a todo aquel que tenga una conexión. En esta elección, la comunidad internacional ha apoyado mayoritariamente que Internet siga siendo una infraestructura planetaria y no una suma de redes estatales independientes. La primera opción es la que defiende EEUU, la UE y sus aliados. La segunda, la alianza de Rusia y China.
“La victoria de la candidata estadounidense es una victoria significativa para una Internet abierta”, explica a elDiario.es Ian Brown, especialista en regulación de Internet que ha asesorado a la Comisión y el Parlamento europeos, el Consejo de Europa, la OCDE o las Naciones Unidas.
Internet se encuentra en una encrucijada histórica. La red ha pasado varias décadas expandiéndose a lomos de actores privados (principalmente multinacionales estadounidenses) y sin apenas tener en cuenta las fronteras. Sin embargo, el creciente esfuerzo de Moscú y Pekín por controlar cada detalle de sus parcelas digitales nacionales ha puesto en cuestión ese modelo.
Ismailov centró su campaña en denunciar el poder que han adquirido esas empresas. “Imaginemos que un día nos encontramos con las aplicaciones desactivadas, el almacenamiento en la nube cerrado, nuestro acceso restringido”, recalcó en su discurso de candidatura. “No podemos acceder a nuestra identidad, incluido nuestro avatar en el universo digital, porque alguna corporación nos bloquea”, dijo.
El problema es que, en la práctica, la voluntad de Rusia y China de “preservar el derecho soberano de los Estados a regular el segmento nacional de Internet” —como rezan sus tratados— se ha traducido en violaciones sistemáticas de los derechos humanos de sus ciudadanos.
Organismos internacionales y asociaciones de defensa de los derechos digitales alertaron sobre lo que supondría una posible victoria del candidato ruso. “Rusia destaca por impulsar sus prioridades nacionales en organismos multilaterales como la UIT. Su ascenso a la dirección de la UIT habría reforzado las políticas de Putin y le habría proporcionado un fuerte portavoz y una plataforma para impulsar sus prioridades, que incluyen el control soberano de las tecnologías digitales y la represión aplastante de la sociedad civil”, opina Peter Micek, consejero general de Access Now.
“Por el contrario, la secretaria general Bogdan-Martin tiene la reputación de aplicar enfoques abiertos y democráticos al desarrollo de la infraestructura de telecomunicaciones, así como un historial de compromiso significativo con la sociedad civil”, continúa el responsable de esta organización internacional sin ánimo de lucro, especializada en defender la libertad de conectarse a un Internet abierto en todo el mundo.
¿Refuerzo del poder digital de EEUU?
La UIT no es un ente regulador de Internet ni un supervisor de la Red. Su misión no es tanto política como técnica. “Coordina y facilita las conversaciones entre gobiernos y las políticas estatales sobre telecomunicaciones y espectro de radiofrecuencias”, recuerda Micek.
Controlar la UIT habría dado a Ismailov, ex ministro de Comunicaciones y Medios de Masas del Kremlin, varias herramientas para apoyar la línea política de Putin. “Es probable que Rusia hubiera intentado imponer el control de la UIT sobre aspectos del direccionamiento y el enrutamiento del tráfico de Internet, y que hubiera avanzado en las políticas de ciberseguridad que privilegian a los estados por encima de todos los demás actores, ignorando derechos humanos como la privacidad y la libertad de expresión”, resume el experto.
Rusia habría podido torpedear la interoperabilidad de Internet y cambiar el balance de poderes en algunas cuestiones técnicas. Esto habría beneficiado su objetivo de desactivar Internet como método de comunicación global y proporcionado más ventajas a los estados que quieren controlarlo pero no tienen las capacidades de Moscú o Pekín, que ya lo han logrado.
En cambio, el liderazgo de la UIT no proporciona grandes ventajas a EEUU más allá del mantenimiento del statu quo que ha entronado a sus multinacionales. Bogdan-Martin es un perfil muy alejado de la política e incluso de la empresa privada. Ha hecho toda su carrera en la propia UIT, donde ha pasado los últimos 30 años. Su discurso como ganadora se ha centrado en recalcar la rotura del techo de cristal de las mujeres en el organismo, sin menciones a la batalla geoestratégica digital entre ambos bloques.
“Creo que EEUU ha evolucionado hacia una posición de no intervención en la última década, y ha dejado la mayoría de los asuntos técnicos de gobernanza de Internet en manos de organizaciones que reúnen a múltiples partes interesadas”, expone Ian Brown. Ese tipo de organizaciones son, por ejemplo, el ICANN, que gestiona los nombres de dominio a nivel mundial.
Además, el modelo actual somete a las empresas operadoras de Internet a una creciente supervisión pública. Especialmente, en Europa. “Creo que la UE ha aprobado acertadamente una serie de leyes (como el Reglamento General de Protección de Datos y, más recientemente, la Ley de Servicios Digitales/Mercados Digitales) que garantizan la protección de derechos fundamentales como la privacidad en línea”, continúa.
“Así que me preocupa mucho menos el poder de EEUU en este contexto que el hecho de que los gobiernos autoritarios adquieran nuevas capacidades para la censura y la vigilancia en línea”, concluye el experto.