El Gobierno libera el código de Radar COVID para mostrar cómo funciona, como pedían académicos y expertos
El Gobierno ha abierto este miércoles el capó de Radar COVID para permitir que todo el que quiera se asome dentro y compruebe cómo se mueven sus engranajes: qué funciones del teléfono utiliza, cómo detecta los contactos próximos o verificar que no almacena ni los datos personales de sus usuarios ni su ubicación. La Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial ha seguido la hoja de ruta trazada en julio y ha publicado el código de la app este 9 de septiembre, como había anunciado.
La liberación del código se considera un proceso clave para la transparencia de esta herramienta, como recordaron al Gobierno este sábado más de 200 académicos en una carta abierta. Tanto Google y Apple, que proporcionan la base de la tecnología, como los países europeos que han construido sobre ella sus apps de rastreo de contagios, han liberado ya el código de sus respectivas aplicaciones para permitir su auditoría externa. En el caso de España, se trata de la primera vez que la administración pública abre el código que utiliza una herramienta digital de esta envergadura.
Dada la gran sensibilidad de la información que van a manejar estas apps y la importancia de lograr una gran adopción por parte de la población, la transparencia y la publicidad sobre el uso que hacen de los datos personales han sido vitales desde el minuto uno de su desarrollo. De hecho, el código de Radar COVID se ha publicado bajo licencia Mozilla Public License 2.0, la misma que utilizó el consorcio de investigadores europeos que diseñó el embrión de las aplicaciones de rastreo, el protocolo DP-3T, cuando liberó el código que mostraba cómo utilizar el bluetooth para detectar los teléfonos cercanos sin que interviniera el GPS u otras tecnologías más invasivas con la privacidad.
El DP-3T diseñó un innovador sistema de intercambios de claves generadas de forma aleatoria entre los teléfonos. Cuando tienen una app basada en el protocolo DP-3T instalada y activada, los teléfonos emiten constantemente claves generadas de forma aleatoria mediante bluetooth, una tecnología de radiofrecuencia que no requiere antenas de telefonía u otros equipamientos de terceros. A su vez, escuchan y almacenan las claves que les llegan desde otros teléfonos cada pocos minutos, pero solo si están a dos metros o menos, un aspecto que se detecta midiendo la intensidad de la señal bluetooth. El funcionamiento es similar al del radar de un submarino, explicaron a elDiario.es los miembros del equipo diseñador del DP-3T.
Los códigos que emite cada teléfono se renuevan cada 10 minutos. De esta forma, cuando dos personas usuarias de la app están a menos de dos metros durante treinta minutos, sus teléfonos se intercambiarán varias claves, pero sus dispositivos no podrán saber si esos códigos que han guardado pertenecen a una sola persona o a varias. Cuando una persona da positivo y desea comunicarlo al resto de usuarios de la app –previa validación de los servicios sanitarios– el sistema sube todas las claves aleatorias que ha generado su teléfono a un servidor donde se juntan con las del resto de usuarios que han dado positivo. La app se conecta a este servidor periódicamente y contrasta esa lista de claves con las que ha escuchado y registrado en los últimos días. Si detecta que tiene guardadas claves que suman más de 15 minutos con personas que han resultado infectadas, envía una notificación a su usuario.
Todo el protocolo es descentralizado, ya que la lista de claves que ha escuchado cada teléfono no sale nunca de este. Ni los gobiernos ni los fabricantes de los dispositivos pueden tener acceso a ella. No obstante, para comprobar que una app de rastreo concreta utiliza exactamente este protocolo y no se separa de él en ningún momento es necesario que los países liberen el código de sus respectivas aplicaciones. Cuando Google y Apple tomaron el código publicado por DP-3T para enseñar a sus teléfonos (Android e iPhone) a comunicarse de esta forma y pusieron el sistema a disposición de los países, procedieron a abrir el código de su desarrollo para permitir que cualquiera pudiera comprobar que no habían introducido ninguna función más al protocolo original. Además, pusieron como requisito a todos los estados que quisieran utilizarlo que hicieran lo mismo para asegurar la confiabilidad de todo el sistema.
Países como Alemania o Suiza diseñaron y lanzaron sus apps de rastreo basadas en el DP-3T inmediatamente después de que el código fuera liberado por Google y Apple, haciendo lo propio después. El Gobierno español, en cambio, esperó a un “escenario de salida de la pandemia” para empezara probarla. La hoja de ruta fijó un proyecto piloto entre junio y julio y un proceso de integración en los sistemas sanitarios de las comunidades que iba a concluir en octubre, aunque la aceleración de los contagios obligó a apurar los plazos de la app: trece comunidades han completado ya esa integración técnica y el Ejecutivo espera que las cuatro restantes se sumen en los próximos días.
Con Radar COVID disponible para su descarga para más del 70% de la población española, el Gobierno ha liberado por fin su código este miércoles. En su carta, los académicos pidieron al Ejecutivo que publique también “el historial desde el inicio del desarrollo, detallando los cambios desde que la primera versión” de la app o un “informe detallado de los mecanismos de monitorización de la aplicación y mecanismos asociados para asegurar la privacidad y el cumplimiento de la normativa de protección de datos”. “Sin un procedimiento abierto que posibilite la implicación de toda la comunidad y de los destinatarios de la app, esta no gozará de la confianza necesaria para su adopción masiva”, recordaron.
Radar COVID está integrada ya en los sistemas sanitarios de Andalucía, Aragón, Asturias, Baleares, Cantabria, Canarias, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Extremadura, La Rioja, Madrid, Murcia y Navarra. Sin embargo, completar la integración técnica no significa que la app esté plenamente operativa en la comunidad. Madrid –que ya ha finalizado la integración– y Catalunya –que lo hará próximamente– han informado que realizarán sus propias “pruebas piloto” con Radar COVID y llevarán a cabo una implantación “progresiva” en sus respectivas comunidades cuando concluyan esos test.
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