La OMS y expertos internacionales proponen “aplanar la curva” de los bulos con “infodemiólogos”

Cómo impedir que la desinformación se propague sin frenos por las redes sociales y que de ahí salte a los medios de comunicación es un reto abierto desde hace años, pero el impacto de bulos que se han difundido durante la pandemia de coronavirus ha abierto un nuevo contexto para actuar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que las avalanchas de información imprecisa o falsa se han convertido en amenazas sanitarias paralelas a las enfermedades o al propio coronavirus y se ha propuesto abrir un nuevo campo de estudio para analizarlas y “contrarrestarlas”.

El enfoque de la OMS es distinto al que han propuesto hasta ahora los gobiernos. Estos han tendido a encargar la misión de combatir la desinformación a la Policía, a los servicios de inteligencia o directamente de los ministerios de Defensa. La organización sanitaria ha puesto sobre la mesa otra manera de afrontar el problema: denomina “infodemias” a estas epidemias de desinformación y aunque reconoce que “no pueden ser erradicadas, sí pueden ser gestionadas”. Pero dado que el problema es nuevo, los protocolos también han de serlo. Su aspiración es desarrollar la “infodemiología”, que beba de múltiples áreas de conocimiento.

Según han acordado los 75 expertos de 22 países que ha convocado, especializados en 14 campos distintos, las claves para gestionar las infodemias es “hacer una escucha activa de las redes sociales” e “intervenir” cuando se detecten bulos que podrían afectar a la población. Aseguran que las infodemias tienen una curva parecida a la de las epidemias, por lo que es fundamental actuar para “aplanarla” antes de que los bulos sobre curas falsas para un virus, los contenidos engañosos sobre descubrimientos científicos o las teorías de la conspiración sobre las vacunas afecten a la salud física y psicológica de las personas.

Esta es una de las conclusiones preliminares de la 'Primera Conferencia sobre Infodemiología de la OMS', celebrada del 30 de junio al 16 de julio. El documento final tardará aún entre seis y ocho semanas en llegar, pero algunos de los especialistas participantes en estas jornadas han adelantado esta semana un esbozo de lo que esperan que termine convirtiéndose en el manual internacional para actuar frente a cualquier epidemia de bulos. La encargada de resumir el protocolo para “contrarrestar” la desinformación en redes ha sido Elisabeth Wilhelm, del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el organismo estadounidense asimilable al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias que dirige Fernando Simón en España.

Ese borrador incluye “desde escuchar activamente las redes sociales para entender las preocupaciones del público y la desinformación que se está difundiendo, hasta distribuir información sanitaria de alta calidad, diseñar intervenciones, herramientas y métodos para contrarrestar la información falsa y errónea, moderando el entorno informativo”, resumió Wilhelm.

Los especialistas convocados por la OMS, entre los que también había representantes de autoridades sanitarias nacionales y de Naciones Unidas, han divido en cinco partes la curva de las infodemias. Durante la primera etapa, en la que la curva de la desinformación aún no ha empezado a ascender, la labor de las autoridades sería “monitorizar” las redes y “prepararse” para un posible contagio de desinformación, recopilando datos sobre los bulos que se están compartiendo. En la segunda, en la que esas informaciones imprecisas o con datos falsos empieza a difundirse a mucha velocidad entre los usuarios, lo importante sería “detectar” cuanto antes las “narrativas” de esa nueva corriente desinformativa.

En el lugar en el que la epidemiología tradicional coloca la aparición de una enfermedad contagiosa a causa de un patógeno, la infodemiología sitúa la irrupción de la “desconfianza”. Cuando esta se extienda llegaría el momento de la “intervención” por parte del estado para “aplanar la curva” e intentar reducir al mínimo la transmisión de esa desinformación. “Es importante entender que todo esto es un proceso, no una intervención puntual. Es un proceso y necesitamos refinarlo continuamente a lo largo del tiempo, por eso la construcción de esta agenda de investigación sobre infodemiología es algo realmente crítico”, expuso Wilhelm.

La OMS confía en que estas conferencias sean solo el primer paso para definir el campo de la infodemiología. Entre los primeros borradores presentados también está el glosario de esta nueva especialidad, según el cual se han definido más de 50 términos nuevos con los que escapar de un vocabulario que a menudo se ha visto muy politizado con términos como “fake news”. El objetivo de todo ello es dar forma a “una nueva comunidad científica y de investigación” que comparta una base de conocimiento común, al igual que cualquier otro campo científico.

Los “infodemiólogos”

Los expertos convocados por la OMS pertenecían a 14 campos distintos, entre los que había epidemiólogos, virólogos y expertos en Salud Pública, pero también tecnólogos, periodistas, psicólogos, politólogos, diseñadores web, matemáticos y científicos de datos. De las experiencias que esas especialidades han tenido analizando la desinformación es de donde la OMS espera que se desarrollen los “infodemiólogos”, encargados de aplicar los protocolos para “contrarrestar” la desinformación y aconsejar a los gobiernos sobre las infodemias.

“Se trata de redefinir la forma en la que la política y los políticos se relacionan con las redes sociales, cómo se financia y cómo se accede a la educación y cómo se crean nuevos roles como el infodemiólogo”, describió Lisa Moretti, profesora de la Universidad de Londres y jefa del departamento de Sociología Digital en el Ministerio de Justicia británico. “Ahora mismo ningún país del mundo tiene infodemiólogos entre su personal y es porque es una disciplina que ni siquiera existe ahora mismo”, recordó Whilelm.

Una de las misiones de los infodemiólogos será prestar atención no solo al contexto nacional, sino a cómo los diferentes bulos se comparten en diferentes idiomas a través de las fronteras. El rastro de la desinformación sobre la pandemia de coronavirus ha demostrado que una crisis mundial equivale a que los bulos también se contagien de unos países a otros, cambiando mínimamente sus características.

Un informe elaborado por el departamento de verificación de la Agence France-Presse (AFP) y los medios independientes de verificación Corrective (Alemania), Pagella Politica / Facta (Italia), Full Fact (Reino Unido) y Maldita.es (España) mostró como, por ejemplo, el bulo de que había “helicópteros fumigando pesticida o desinfectante contra el coronavirus” apareció el 10 de marzo en las redes italianas, cuatro días después saltó a España, diez días más tarde a Alemania, pareciendo también en Reino Unido el 1 de abril. El informe glosa varias experiencias similares.

“Nunca habíamos visto algo como lo que ha ocurrido con el COVID-19, donde estábamos viendo los mismos rumores correr a la vez a través de las fronteras”, manifestó Claire Wardle, directora del medio de verificación estadounidense FirstDraft, durante la jornada inaugural de las conferencias sobre infodemiología de la OMS. Frenar estas epidemias de desinformación e impedir que los contenidos tóxicos se extiendan por el mundo es la misión de la que la OMS espera que se encarguen algún día los infodemiólogos.