Hace tiempo que Silicon Valley quiere pasar página de los dispositivos actuales. Las tecnológicas, grandes y pequeñas, están investigando sustituir las pantallas por aparatos aún más conectados al usuario, vinculados a él como un apéndice digital. Apple y Meta creen, por ejemplo, que las gafas de realidad virtual dejarán antiguados a los PC y multiplicarán su potencial. Sin embargo desde este jueves todas las miradas del Valle las acapara AI Pin, una especie de broche con inteligencia artificial que quiere hacer lo propio con los móviles.
La expectación es consecuencia de que el AI Pin lleva la firma de Humane, una startup fundada por ex ejecutivos de Apple que ha invertido cinco años y 250 millones de dólares en desarrollarlo. También porque consigue generar el conocido efecto wow que hace pensar a los que lo ven por primera vez que el aparato está sacado de una producción de ciencia ficción. Sus capacidades son de hecho similares a la insignia del uniforme de los personajes de Star Trek con el añadido de su “tinta láser”, quizá el concepto más novedoso que incorpora.
AI Pin está pensado para ser el primer dispositivo centrado en aprovechar las capacidades de ChatGPT. Para interactuar con él hay que tocarlo con un dedo y hablar. Humane lo llama “pensar en voz alta”. La inteligencia artificial responderá de forma similar a como lo hacen asistentes como Alexa o Siri, pero con la potencia de la tecnología de OpenAI.
La idea de Humane es que las pantallas de los móviles tienen el problema intrínseco de la acumulación de notificaciones innecesarias. Por eso han llegado a un acuerdo con OpenAI para que su inteligencia artificial las sustituya y sea el canal de interacción con el usuario. De esta forma, la IA filtra la información y comunica al usuario solo lo más importante en función de lo que ha aprendido sobre él.
El ejemplo que pone la empresa es un grupo de amigos que quedan para cenar a través de una app de mensajería. El usuario de AI Pin, en vez de tener que leer todos los mensajes, sería informado por la inteligencia artificial de quiénes de sus amigos han quedado, dónde y a qué hora. Puede hacerlo en versión oral o proyecto esa notificación en la mano.
Esa “tinta láser” también es la que proyecta el resto de menús del dispositivo. Se maneja con gestos de la mano: inclinándola hacia un lado u otro se puede navegar entre las opciones, mientras que el movimiento de cerrar los dedos sirve para hacer una selección.
Mientras que la capacidad de controlar un dispositivo con gestos ya está presente en algunos dispositivos como relojes inteligentes, el AI Pin será el primero que se lance al mercado sin ningún tipo de pantalla integrada y con la única posibilidad de proyectarla hacia la mano. Esta novedad podría convertirse también en la más problemática, ya los vídeos oficiales de la startup la muestran en entornos de poca luz, lo que facilita su visibilidad.
Integración de la inteligencia artificial
Sam Altman, CEO de Open AI, ha llegado a acuerdos con un puñado de empresas para que experimenten con la integración de su inteligencia artificial en tecnología llevable. AI Pin es el primero que llega al mercado y promete poner en marcha ideas con las que la industria tecnológica lleva un tiempo coqueteando pero que no terminan de asentarse.
Humane quiere que el AI Pin sea un mecanismo que resulte más natural para utilizar inteligencia artificial que un móvil. Su plan es que acompañe al usuario a todas partes, pero no en el bolso, en la mano o en el bolsillo, como un móvil, sino en la ropa, cerca del cuello. De esta forma la IA podría escuchar todo lo que el usuario oye y ver todo lo que ve (tiene una cámara) de manera natural, sin tener que sacar el teléfono o activar nada.
Esto permite al dispositivo realizar de manera nativa varias funciones diferentes, como convertirse en un intérprete automático entre dos personas que hablan idiomas distintos. La empresa ha incluido esta función como una de las herramientas básicas y para accionarla solo hay que poner dos dedos sobre el aparato y hablar.
También se le puede pedir que se comunique con otras personas. “Tu Inteligencia Artificial crea al instante mensajes que suenan como tú. Para enviar un mensaje con tu estilo, di a quién quieres llegar y qué quieres decir. La IA se encargará del resto”, asegura la startup.
La otra aplicación de la IA que Humane propone como una de las funciones básicas de AI Pin es el reconocimiento de imágenes. Para ello basta con que el usuario sostenga el objeto delante del dispositivo. El uso práctico de esta función que aventura la empresa es preguntarle a la IA si un determinado alimento es adecuado para su consumo por una persona diabética.
El reinado del móvil
La expectación que ha conseguido crear Humane en Silicon Valley se puede resumir con la valoración que le han otorgado los inversores antes siquiera de lanzar ningún producto al mercado: 850 millones de dólares. Pese a que es probable que el AI Pin se convierta en un producto de moda (y la startup ha peleado por ello, haciendo que lo lleven modelos como Naomi Campbell en la Paris Fashion Week), su estrategia para reemplazar al móvil no será fácil de llevar a cabo.
Por un lado, por el precio. El AI Pin sale a la venta (de momento solo en EEUU) por 699 dólares, a los que hay que sumar una suscripción mensual de 24 dólares. Es más barato que muchos smartphones, pero no tan barato como para que una mayoría de usuarios se planteen tener ambos a la vez.
La otra pega es su segmento. Salvo los relojes inteligentes, que son una evolución de los tradicionales, a las tecnológicas les ha sido muy difícil convencer a los consumidores de llevar wearables. Algunos de los mayores desastres de la industria están en este segmento (con mención especial para las Google Glass) y los últimos intentos, como las gafas con cámaras de Meta y Ray-Ban, no han conseguido derribar esa puerta.
Humane se ha puesto como objetivo vender 100.000 unidades de esta primera generación de los AI Pin. Su ventaja es que llega el primero. “Tal vez sea un puente demasiado ambicioso” —afirmó Sam Altman en una entrevista con The Wall Street Journal en el que le preguntaron por el dispositivo— “o tal vez la gente diga: 'Esto es mucho mejor que mi teléfono. Lo decidirán los consumidores”.