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Un youtuber alcanza los 300 vídeos en los que simplemente se sienta y sonríe en silencio durante horas

Benjamin Bennett, el youtuber que se sienta y sonríe durante horas.

Felipe G. Gil

Ha habido muchas metáforas para definir Internet a lo largo de la historia: desde la 'aldea global' de Marshall McLuhan hasta 'la galaxia' de Manuel Castells. Estas definiciones han ido abandonando poco a poco al tiempo que decrecía la fascinación por Internet y que la distinción entre lo analógico y lo digital se hacía cada vez más y más inútil. Hoy vamos a combinar dos metáforas para analizar el caso de Benjamin Bennett: el mercadillo y el debate televisivo de un reality show.

Benjamin Bennett es un youtuber que lleva subiendo vídeos a su canal desde 2013 en los que coloca su cámara, se sienta, sonríe y permanece así durante cuatro horas. Absurdo para muchos y genio para otros, Bennett continúa con una fe inquebrantable su camino hacia quién sabe dónde y el mes pasado publicó su vídeo número 300 haciendo esto. Acumula ya un total de 1.200 horas de sonrisas.

Asumamos que Internet es un gran mercadillo. El mega-hiper-mercadillo. Nadie predijo que en 2019 íbamos a estar recibiendo publicidad en Instagram que en muchos casos se parece más a la versión renovada de la Teletienda y los míticos infocomerciales que a una aldea global donde alcanzamos la quintaesencia paleontológica donde el conocimiento fluye a la velocidad de la luz y demostramos nuestra máxima expresión como sociedad interconectada.

El caso es que Bennett posee una cuenta en Patreon donde 9 personas le donan 218 dólares al mes para que pueda seguir produciendo sus vídeos. Aunque él mismo declaraba en una entrevista a Vice que 'no había realmente un propósito', l propio Bennett sí que parece preocupado por las visitas, la publicidad y la monetización. El pasado 1 de Febrero publicaba en su blog de Patreon la siguiente reflexión:

Cuando dejé de monetizar mi canal a principios de enero, ganaba entre 100 y 125 dólares al mes gracias a los anuncios, que fue la máxima cifra que conseguí en YouTube. En el mes de diciembre de 2018, mi canal principal, "Benjamin Bennett" recibió cerca de 300,000 visitas. Mi cuenta de AdSense dice que se realizaron aproximadamente 60,000 impresiones de anuncios. Si esto es correcto, significa que un anuncio se mostró aproximadamente 1 de cada 5 veces que se mostró un video de la serie 'Sitting and smiling'. Siempre uso AdBlock Plus en mi navegador, por lo que no sé con qué frecuencia aparecen los anuncios. Recibí 114 dólares de AdSense para el mes de diciembre, por lo que por cada exposición publicitaria, recibí 0.0019 dólares por cada vídeo, lo que es una tasa inferior a la media para los anuncios de YouTube, que puede tener algo que ver con la naturaleza de mis videos. Quizás no atraen a un grupo demográfico de amplio (...).

Cuando considero lo molesto que es para mí ver un anuncio de video y cómo están diseñados para ser psicológicamente manipuladores, es difícil justificar la exposición de decenas de miles de personas cada mes solo para obtener 114 dólares. Originalmente había publicado una meta en Patreon de obtener 300 dólares al mes, momento en el que no tendría publicidad, pero ahora me quedaré sin publicidad antes de cumplir esa meta, con la esperanza de que algunas personas más sean lo suficientemente generosas como para apoyarla.

Ofrecer contenidos sin publicidad parece un esfuerzo más que loable y si un gestor contable se sentara con Bennett es muy probable que le hiciera ver que igual su precio por hora de silenciosa sonrisa le genera pocos ingresos. Pero lo cierto es que Bennett muestra un conocimiento preciso sobre estas cuestiones y considerando el simple hecho de que tenga una cuenta en Patreon ya nos hace entender que todo lo relativo a visitas, exposición pública y monetización de su contenido es algo que le preocupa.

Si aplicamos ahora la otra metáfora, Internet como un gran debate televisivo de un reality show, podemos imaginarnos los dos bandos de comentaristas que hay sobre Bennett: los que lo consideran absurdo y se ríen y él y los que los ven como un artista haciéndonos reflexionar sobre el sentido de la vida y nuestra figura como espectadores. Los primeros son mayoría y cada uno de sus vídeos son un variado muestrario de comentarios incisivos e irónicos. En su último vídeo hay algunos como: “mi parte favorita es cuando él está sonriendo”, “imagina que se le olvida encender la cámara”, “Abuelo, ¿y tú qué hacías para divertirte cuando eras joven?” o “Yo esperando a que el colegio termine mientras estoy escondido en el cuarto de baño”.

En el lado contrario hay quien considera esto una interesante reflexión. Ese reducido grupo está encabezado por el propio Bennett, claro. En su entrevista a Vice el youtuber reconocía considerar lo que hace como arte: “Definitivamente podríamos ubicar lo que hago en un contexto de performance art y la estética relacional. En realidad no es tan importante como yo lo considere, es más importante lo que el espectador piense. Un libro sobre este tema que me influyó mucho fue ”Infiernos artificiales: el arte participativo y lo político en el espectador“ de Claire Bishop”.

Bennett demuestra así para los irónicos o descreídos que efectivamente hay un fundamento teórico-artístico detrás de lo que hace y que quizás y después de todo nos obligue a revisar nuestra posición como espectadores frente a algo que consideramos absurdo o no entendemos. Lo que ocurre es su defensa se vuelve más complicada cuando descubres que Bennet ha sido capaz en uno de sus vídeos de orinarse encima, mantener su rictus sonriente y aún así, publicarlo en Youtube. Total, que la aldea global era esto.

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