Joe Biden es el Hillary Clinton de 2020 y esta vez tampoco saldrá bien
El ex presidente Joe Biden quiere el orden vuelva a Estados Unidos. “Estados Unidos volverá a ser lo que siempre fuimos”, declaró el jueves en Delaware poco tiempo después de anunciar su candidatura a las presidenciales de 2020: “Éticos, rectos, diciendo la verdad... Todas esas cosas buenas”.
Fue una frase poco afortunada, ya que traducida literalmente del inglés straight puede entenderse como recto, disciplinado, pero también como heterosexual. Sin embargo, ¿qué se puede esperar de un hombre que parece meter la pata cada vez que habla? Los desatinos forman parte de la marca Biden y, sin duda, presenciaremos muchos en los próximos meses. Tendremos Biden para rato.
Escucharemos también muchas nobles promesas de dar marcha atrás a la era Trump y volver a los días (absolutamente imaginarios) en los que Estados Unidos era un bastión de la moralidad. La carrera por 2020 acaba de empezar pero Biden ya ha enfocado su campaña en la personalidad de Trump (o en su falta de ella), algo que no ha hecho ningún otro candidato Demócrata.
El vídeo de su candidatura se centra en la marcha de los supremacistas blancos de Charlottesville en 2017, cuando Trump pronunció aquella frase infame sobre la existencia de “gente muy buena en los dos lados”. Según Biden, ese fue un punto de inflexión en la presidencia de Trump: “En ese momento, me di cuenta de que la amenaza a esta nación no se parecía a nada que yo hubiera visto antes (…) Creo que si le damos ocho años a Donald Trump en la Casa Blanca, el modo de ser de esta nación va a cambiar para siempre y de una manera fundamental”.
Nadie duda de que Trump sea un racista moralmente indefendible. Por supuesto. Pero el resto de candidatos Demócratas no ha iniciado sus campañas con ataques contra la personalidad de Trump por un motivo: Hillary Clinton ya ensayó y probó esa estrategia, que demostró ser un absoluto fracaso.
Considerar que los partidarios de Trump forman un “conjunto de seres despreciables” no es la mejor forma de hacer que entiendan su equivocación. Lo único que se consigue es alimentar una guerra cultural, por no hablar del riesgo de ser llamado hipócrita teniendo en cuenta el historial en implementación de legislaciones racistas por parte de los demócratas. Una de ellas, la Ley del Crimen de 1994, clave en el encarcelamiento masivo de afroamericanos.
Una de las muchas razones que hicieron fracasar a la campaña de Clinton fue dedicarle más tiempo y energía a criticar a Trump que a preguntarse por qué era tan popular. Clinton repetía aquello de que “Estados Unidos ya es grande” a personas cuyas vidas eran de todo menos eso. Insistió con el discurso de siempre frente a gente que buscaba un cambio desesperadamente. Ahora tenemos a otro demócrata del establishment, Joe Biden, haciendo exactamente lo mismo.
La respuesta de Biden a Trump no es un cambio sistémico que convierta a Estados Unidos en un país más equitativo. No ofrece políticas progresistas, como sí hacen Bernie Sanders o Elizabeth Warren. Su grito de batalla es el mensaje más impreciso y de centro que hay: volvamos a, ya saben, “todas esas cosas buenas”.
Volvamos a una época en la que el racismo era un poco más sofisticado y los blancos podían fingir que en la sociedad estadounidense las razas habían dejado de ser un tema controvertido. Luchemos por recuperar el alma de Estados Unidos pretendiendo que Trump no fuera un síntoma sino el verdadero problema. Finjamos que lo que ocurrió en Charlottesville fue una consecuencia directa de la presidencia de Trump, una aberración, y no el fruto de un racismo que existe en Estados Unidos desde siempre. Démosle marcha atrás al reloj unos años, hasta la época en que todo estaba bien.
Lo verdaderamente frustrante es que nos van a machacar con la idea de que Biden es nuestra mejor baza para vencer a Trump, por más que el ex vicepresidente no sea sino otra versión de Clinton que además está a punto de copiar su campaña. Nos dirán que Biden es el único demócrata capaz de ganarse a la clase obrera blanca, para lo que tendremos que olvidar que es Sanders el candidato que mejor conecta hoy con ese grupo demográfico (como demostraron los vítores y el entusiasmo con que fue recibido cuando habló de su plan de atención sanitaria universal durante un encuentro con el pueblo organizado por la cadena Fox).
Nos dirán que Sanders y Warren, los candidatos que representan un cambio de verdad, son demasiado progresistas para Estados Unidos. Que no son “elegibles”. Nos dirán que repitamos uno por uno todos los errores de 2016. Y esta vez, nos dirán, que todo saldrá bien.
Traducido por Francisco de Zárate