Elecciones en El Salvador: el discurso contra la corrupción y el bipartidismo coloca a un joven empresario como favorito
“La corrupción es la plaga que infesta nuestro país”, afirmó Omar Garcia, un conserje de 37 años de San Salvador, la capital de El Salvador, reflejando la preocupación principal que tiene la mayoría del electorado de cara a las elecciones presidenciales del próximo domingo.
Una serie de escándalos de corrupción ha hecho que los salvadoreños estén hartos de los políticos que han saqueado las arcas públicas mientras el país lucha contra la enorme desigualdad, el paro y la inseguridad que han provocado una ola de emigración masiva.
El favorito en los sondeos es Nayib Bukele, un exempresario de 37 años y exalcalde de San Salvador que militó en el partido de izquierdas que gobierna el país, el FMLN. Bukele ha basado su campaña y su plataforma en el slogan “El dinero alcanza cuando nadie roba”.
Al menos desde 2015, una ola anti-corrupción se ha hecho con América Central que ha expuesto y llevado al banquillo a muchos políticos que durante décadas habían disfrutado de la impunidad. Todo comenzó con una protesta pacífica en la vecina Guatemala, en la que miles de personas salieron a las calles y lograron la dimisión del entonces presidente, que está en este momento en la cárcel. Allí, el supuesto político anti-sistema Jimmy Morales llegó así a la presidencia.
“Desde entonces, se ha generado una mayor consciencia de la profundidad del problema en la región y también ha crecido el deseo de que los gobiernos rindan cuentas por sus acciones”, dijo Adriana Beltrán, directora del área de seguridad ciudadana de la organización estadounidense Oficina de Washington para América Latina.
En El Salvador, el FMLN y el partido de derechas Arena han dominado la política desde el acuerdo de paz de 1992 que puso fin a 12 años de guerra civil. Pero los escándalos de corrupción que han involucrado a presidentes de ambos partidos han elevado los niveles de descontento de los votantes. Desde 1999, tres expresidentes de El Salvador -dos de Arena y uno del FMLN– han sido acusados de malversación de más de 567 millones de euros, una cifra que equivale aproximadamente al 2,6% del PBI del pequeño país centroamericano.
Beltrán señaló que muchos votantes ven a Bukele como “una nueva oportunidad y una nueva voz para el cambio”, en medio de un descontento generalizado por la incapacidad de ambos partidos de abordar los desafíos del país, incluida la corrupción.
Los candidatos del FMLN y de Arena, Hugo Martínez y Carlos Calleja, no han logrado despegarse de los escándalos de sus partidos y convencer a los votantes de que sus promesas de luchar contra la corrupción son sinceras. Bukele es el único candidato que apoya abiertamente la creación de un organismo internacional para luchar contra la corrupción en El Salvador, similar al que se creó en Guatemala. A días de las elecciones, documentos que acaban de salir a la luz involucran directamente a Martínez en un escándalo de malversación de fondos públicos durante la presidencia de Mauricio Funes. El candidato ha rechazado las acusaciones.
“Hemos pasado 20 años con Arena y 10 con el FMLN y lo único que han hecho ha sido robar al país”, afirmó Vanessa Peña, una seguidora de Bukele de 43 años.
Aún así, algunos votantes no terminan de creer que las palabras de Bukele contra la corrupción resulten en algo más que promesas vacías. El candidato anti-corrupción guatemalteco acabó teniendo sus fallas. Desde que su investidura, Morales ha sido involucrado en un escándalo de corrupción y ha sumido a su país en una crisis constitucional.
“Este es lo mismo”, dijo de Bukele Otoniel, un funcionario de 34 años que pidió ser identificado sólo con su nombre de pila. “Aquí ya nadie cree en los políticos”.
Bukele también ha estado en el centro de varios escándalos. Como alcalde, fue acusado de violencia machista contra una empleada después de tirarle una manzana y llamarla “bruja”, en un caso que hizo que lo echaran del FMLN. Él niega que el incidente haya ocurrido. En julio de 2018, Bukele se incorporó a Gana, un partido de centro-derecha, en un movimiento que algunos votantes vieron como oportunista, dada su historia como político de izquierdas.
“Ojalá no fallemos en la decisión que tomemos como pueblo”, remarcó García, el conserje. “No quiero más corrupción”.
Traducido por Lucía Balducci