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The Guardian en español

Un centro de detención temporal para niños migrantes en Texas multiplica cinco veces su tamaño inicial

Manifestantes contra la separación de los hijos de inmigrantes en Texas cerca de la frontera con México

Edwin Delgado

Tornillo (Texas) —

Se suponía que iba a ser un centro pequeño y temporal. Pero se siguen multiplicando las filas de tiendas provistas por el Gobierno de Estados Unidos en este sitio a pocos metros de la frontera con México. El centro de detención para niños migrantes en el desierto de Tornillo, Texas, no solo sigue abierto semanas después de su supuesta fecha de cierre, sino que se está haciendo más y más grande en muy poco tiempo.

Los niños llegan en autobuses llenos y se quedan aquí, en este remoto paraje propiedad del Gobierno nacional, rodeados de matorrales y granjas productoras de nueces. Si bien desde el suelo no está al alcance de la mirada de todo el mundo, desde el aire se puede ver claramente su crecimiento.

El centro se puso en marcha hace cuatro meses, en medio de la embestida de Donald Trump contra los inmigrantes que llegan cruzando la frontera sur del país, y comenzó con unas dos docenas de tiendas marrones y una o dos más grandes en color blanco.

Cuando el Gobierno dio arranque a su política de “tolerancia cero” contra la migración ilegal y a sus operaciones para separar a los niños de sus padres, la existencia del centro comenzó a llamar más la atención. Se esperaba que un pequeño grupo de esos niños iba a ser llevados a Tornillo, junto con los adolescentes que ya están allí por haber sido atrapados intentando cruzar la frontera solos.

Trump puso fin a la política de separación de familias el 20 de junio, después de que la opinión pública pusiera el grito en el cielo. Sin embargo, el polémico centro de Tornillo sigue abierto y está creciendo de tamaño.

Visto desde una pequeña aeronave el domingo por la mañana, es evidente que el centro se ha expandido exponencialmente desde su apertura en junio, cuando el Departamento de Sanidad y Servicios Sociales (HHS, por sus siglas en inglés) dijo que estaría abierto durante algunas semanas, que se han convertido en tres meses. Ahora se ven unas 100 tiendas marrones, todas iguales, y varias tiendas blancas más grandes que son utilizadas como espacios comunitarios.

El centro está junto al cruce fronterizo de Marcelino Serna, en el límite entre México y Estados Unidos, en territorio del Departamento de Seguridad Interior (DHS, por sus siglas en inglés), unos 30 kilómetros al sureste de El Paso, en el oeste del estado de Texas. A pesar de las protestas, el centro está alojando cada vez a más y más niños retenidos por el Gobierno.

“Les estamos causando un daño irreparable a miles de niños y creo que es algo vergonzoso, despreciable, inhumano y anti-estadounidense, y debemos poner fin a esto”, afirma David Stout, miembro del Tribunal de Inspectores del Condado de El Paso.

En esta agradable mañana soleada, mirando los áridos espacios al aire libre del centro desde el aire, no se ven señales de los más de 2.000 niños que se cree que están alojados en este campo, en tiendas con aire acondicionado. A principios del verano, algunos periodistas y políticos pudieron acceder al centro y explicaron que los vieron jugar al fútbol llenos de polvo, bajo temperaturas bochornosas.

Según las estadísticas recientes del HHS entregadas al Congreso y a algunos medios de comunicación, el Gobierno ahora tiene bajo su custodia unos 12.800 menores de edad indocumentados en todo el país, cinco veces más que lo que tenía hace 16 meses.

El centro de Tornillo fue construido para operar hasta fin de agosto, luego se extendió la fecha a fin de septiembre, y ahora dicen que quedará abierto hasta fin de año, con la posibilidad de seguir aumentando su capacidad si fuera necesario.

De 400 a 2.400 plazas

Cuando abrió, el campo tenía una capacidad para alojar a 400 niños. Desde entonces ha crecido hasta tener 2.400 camas y se sumarán 1.400 camas en calidad de reserva por si aumentara la cifra de menores de edad detenidos, ha afirmado el HHS a la vez que se negó a dar la cifra exacta de niños alojados en este momento.

“La necesidad de continuar las operaciones en Tornillo se basan en la cantidad de niños no acompañados que están bajo custodia de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados del HHS, dentro de la unidad de Niños y Familias. Son niños que han cruzado la frontera solos, sin sus padres ni un responsable legal”, le ha asegurado a the Guardian el portavoz del HHS, Kenneth Wolfe. Y añade: “Las ‘separaciones de familias’ que fueron consecuencia de la política de tolerancia cero terminaron el 20 de junio de 2018 y no son la causa de que siga operando este centro”.

Actualmente, el campo es gestionado por BCFS, una organización sin ánimo de lucro con oficinas en Texas, a la que se le han hecho contratos de corto plazo. “En estos centros, básicamente los niños están presos. Estamos cogiendo estos niños, que no tienen culpa de nada y no son responsables por la situación en la que están, y los estamos reteniendo en situaciones aún más precarias”, dijo Stout.

En julio, el senador por el estado de Texas José Rodríguez pudo entrar al centro y conocerlo por dentro. “Esto ya ha durado demasiado tiempo y francamente no creo que podamos confiar en que el Gobierno nacional vaya a cerrar el centro. No me sorprendería si a fin de año se volviera a extender el contrato”, señala Rodríguez.

Grupos de defensa de los derechos de los inmigrantes dicen que en abril se firmó un memorando de entendimiento entre el DHS y el HHS que ha puesto trabas a la liberación de menores de edad bajo custodia del Gobierno, porque ha impuesto más restricciones a los patrocinadores, que suelen ser familiares que ya viven en Estados Unidos y aceptan ser responsables legales de los menores que han cruzado la frontera solos.

El nuevo procedimiento requiere que los patrocinadores potenciales de los niños presenten las huellas digitales de todos los adultos que viven en la casa. La oposición dice que esto tiene un efecto disuasorio, ya que muchos patrocinadores temen a las autoridades.

“Es absurdo. El ICE [Fuerzas de Seguridad de Inmigración y Aduanas] está deteniendo a más y más niños”, afirma Fernando Garcia, director ejecutivo de la Red de Frontera para los Derechos Humanos, una organización humanitaria con base en El Paso. “La falta de voluntad del ICE para reunir a los niños con sus familias, combinada con las duras medidas puestas en práctica en la frontera, nos ha llevado a esta nueva crisis”.

El mes pasado se informó que el ICE había arrestado a 41 personas que se habían presentado como patrocinadores de niños indocumentados entre julio y septiembre. Y la Casa Blanca anunció planes de poner fin al Acuerdo Flores, un acuerdo de hace 20 años que limita a 20 días la cantidad de tiempo que el Gobierno puede retener a menores de edad inmigrantes. Según datos nacionales, el promedio de tiempo de detención ha aumentado de 40 a 59 días.

Deshumanizar a los migrantes

García compara el centro de Tornillo con los campos de internamiento en los que Estados Unidos retuvo a los ciudadanos japoneses-estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, y afirma que esto forma parte de la táctica del Gobierno de “deshumanizar migrantes”.

“Lamentablemente, se ha intentado presentar a los inmigrantes como criminales y como una amenaza para la sociedad. Esto es un problema, porque así justifican retenerlos en cárceles y construir un muro”, remarca.

De hecho, a principios de esta semana, el New York Times informó de que, mientras otros centros y refugios en otras partes del país están repletos de niños detenidos por haber cruzado la frontera solos, muchos son trasladados por sorpresa en medio de la noche al centro de Tornillo.

Red de Frontera y otros grupos de defensa de los derechos de los inmigrantes, así como políticos, han presentado solicitudes para entrar a conocer el centro de Tornillo y supervisar qué recursos se les niega a los niños. “Es una vergüenza, porque muestra el abandono y la falta de transparencia, en el momento en que más se necesita la supervisión civil”, cuenta García.

El Texas Monthly informó de que una fuente con conocimiento de los detalles financieros del centro afirmó que su gestión costará casi 90 millones de euros al día cuando se llegue a las 3.800 camas.

“¡Qué trágico desperdicio de fondos públicos! Imagina el bien que podría hacer ese dinero si se destinara a las comunidades de frontera, por ejemplo, para mejorar los puertos de entrada al país y apoyar con miles de millones de euros al comercio entre México y Estados Unidos. Ese dinero utilizado así no ayuda a que seamos un país más seguro y desvía recursos de inversiones que podrían aumentar la prosperidad de Texas y Estados Unidos”, asegura el senador Rodriguez.

Documentos internos del HHS han demostrado que ese departamento ha reasignado más de 225 millones de euros de su presupuesto para poder seguir alojando a una gran cantidad de niños migrantes, según The Hill. Los programas de los cuales se retiró presupuesto para reasignarlo a los centros de detención incluyen el Instituto Nacional contra el Cáncer, el programa para el VIH/SIDA, los Institutos Nacionales de Sanidad y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.

Rodriguez explica que preguntó a las autoridades sobre qué servicios de educación y salud mental se les estaba ofreciendo a estos niños, y le contestaron que ninguno porque solo están detenidos por poco tiempo. “Pero es que ya no es poco tiempo”, se queja.

Al viajar por las pocas carreteras públicas y caminos de tierra cercanos a este centro casi invisible, lo único que se ven son los techos de una o dos tiendas. Sin embargo, desde el aire es posible ver esta improvisada comunidad en crecimiento, cercada con alambre y construida con lonas, aunque no podamos saber los nombres de sus habitantes o cuál será su destino. David Stout asegura que la situación lo entristece.

Rodriguez resume su descontento de la siguiente forma: “Partamos de la base de que ningún niño debería vivir en un sitio así”.

Traducido por Lucía Balducci

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