¿Tiene el mundo razones para temer la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca? La opinión generalizada es que sí. Este blog colectivo de eldiario.es vigilará de cerca al nuevo presidente norteamericano y si es preciso hará la autopsia de lo que quede de Estados Unidos.
Shakespeare mató a Trump y la que se armó
Empezó en Central Park. En el ciclo que todos los veranos el Public Theater dedica a William Shakespeare en el teatro Delacorte, en su escenario al aire libre y a la luz de los rascacielos de Manhattan. A uno de los directores teatrales con más solera de Nueva York, Oskar Eustis, se le ocurrió ambientar su versión de Julio César en el Washington de hoy, con Donald Trump de emperador y Melania de Calpurnia. Y la que se montó.
Objeto de la controversia fue, no tanto la peluca rubia del general romano y su corbata roja (la que siempre lleva el magnate) o el vestuario first lady de su augusta esposa y su acento esloveno, sino la larga y sangrienta escena del asesinato de César a manos de los senadores, tras haber sido traicionado por Bruto (interpretado por uno de los actores de la serie House of Cards). Escena recogida en un vídeo pirata y ampliamente difundida en las redes sociales.
La polémica subió de tono el jueves cuando Donald Trump y su hijo Donald Jr. retomaron el tuit de un comentarista de la CNN y de Fox, Harlan Hill, que relacionó el Julio César neoyorquino con el tiroteo contra varios congresistas estadounidenses mientras jugaban un partido de béisbol y en el que resultó gravemente herido uno de las principales parlamentarios republicanos del Congreso, Steve Scalise. Hill volvió a criticar en su tuit a las “élites neoyorquinas” que glorifican el asesinato de nuestro presidente“.
El teatro ha tenido que asegurar en su página web que su versión “no defiende la violencia”. La obra de Shakespeare, asegura el Public Theater, “dice todo lo contrario: los que intentan defender la democracia por medios antidemocráticos pagan un terrible precio por ello y destruyen lo que lucharon por proteger”.
Oskar Eustis no es el único en haber usado este clásico para articular su malestar político. Desde la victoria de Trump en las presidenciales, muchos teatros de Estados Unidos han adaptado la historia para denunciar el populismo republicano. No es ni mucho menos la primera vez que la obra de Shakespeare, publicada en 1599, se moderniza. Durante la Segunda Guerra Mundial, Orson Welles transformó al emperador en Mussolini.
Eustis, en el escenario del Delacorte y en una entrevista a The New York Times, ha defendido su apuesta creativa y ha reconocido que anticipaba algunas críticas, pero no se esperaba semejante polémica. Ha hablado de “masas manipuladas por sus emociones y por líderes que las animan a hacer cosas que las perjudican y socavan las instituciones” y ha defendido su misión, la de “revelar situaciones inquietantes.”
¿Como responder –se preguntaba el director- “al cuestionamiento de nuestras normas democráticas”? Su versión de Julio César, ha explicado Eustis “es una parábola de la pesadilla de ansiedad que vivimos actualmente.”
Los medios conservadores, empezando por Breibart News, que hasta hace poco dirigía Steve Bannon, uno de los principals asesores de Donald Trump en la Casa Blanca, y Fox News, han lanzado una campaña contra el teatro. Resultados: dos de sus principales patrocinadores, Delta Airlines y Bank of America, han retirado su apoyo a la obra. “Et tu Delta?”, publicaba el Times.
El Public Theater, como su nombre no indica, es una entidad privada que no recibe subvenciones federales. Lo más parecido que hay en EEUU a un Ministerio de Cultura, el National Endowment of the Arts, que Trump quiere suprimir, ha dejado claro que no tiene nada que ver con el César. Sí recibe fondos de la ciudad de Nueva York, que ha mantenido su subvención.
Al filo de un tuit sobre si el contribuyente estadounidense pagaba o no por el César, Donald Trump Jr. hacía una reflexión sorprendentemente interesante (sin duda sin proponérselo) sobre la libertad creativa en tiempos revueltos: “¿En qué momento el arte se convierte en discurso político y si eso cambia las cosas?”. Lo decía para criticar las subvenciones públicas, pero la pregunta, en una aceptación más amplia, pide una respuesta. Habrá que volver a leer a Shakespeare.
Empezó en Central Park. En el ciclo que todos los veranos el Public Theater dedica a William Shakespeare en el teatro Delacorte, en su escenario al aire libre y a la luz de los rascacielos de Manhattan. A uno de los directores teatrales con más solera de Nueva York, Oskar Eustis, se le ocurrió ambientar su versión de Julio César en el Washington de hoy, con Donald Trump de emperador y Melania de Calpurnia. Y la que se montó.
Objeto de la controversia fue, no tanto la peluca rubia del general romano y su corbata roja (la que siempre lleva el magnate) o el vestuario first lady de su augusta esposa y su acento esloveno, sino la larga y sangrienta escena del asesinato de César a manos de los senadores, tras haber sido traicionado por Bruto (interpretado por uno de los actores de la serie House of Cards). Escena recogida en un vídeo pirata y ampliamente difundida en las redes sociales.