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En Washington leen a Tucídides para entender a China

Cuenta el diario digital estadounidense Politico que en la Casa Blanca se han puesto a leer a Tucídides. ¿Qué puede aprender el equipo de Donald Trump del militar griego y de su Historia de la Guerra del Peloponeso? (que narra el enfrentamiento entre el viejo imperio de Esparta y el creciente poderío de Atenas en el siglo V a.C.). Pues aparentemente a relacionarse con China.

El historiador Graham Allison, que enseña en Harvard y que fue ayudante del secretario de Defensa durante el gobierno de Bill Clinton, se entrevistó el mes pasado con varios miembros del Consejo Nacional de Seguridad y les contó lo que cuenta en el libro que acaba de publicar Destined for War: Can America and China Escape Thucydides's Trap? (Destinados a la guerra: ¿pueden Estados Unidos y China escapar de la trampa de Tucídides?): que las posibilidades de un enfrentamiento bélico entre las dos grandes potencias son muy reales.

Allison afirma, como ya lo hizo en un artículo publicado en la revista de The Atlantic en 2015, que “una guerra entre Estados Unidos y China en las próximas décadas, no es sólo posible, es probable. De hecho, valorando los antecedentes históricos, es muy probable”. Y todo esto, prosigue el autor, porque “se subestiman y no se entienden los peligros inherentes” a la relación entre los dos países, las tensiones entre un poder emergente e impaciente por asentar su nuevo estatus (Atenas/China) y una hiperpotencia que quiere mantener su hegemonía (Esparta/ EEUU). Spoiler alert: Esparta gana, pero el coste de la guerra es inmenso.

El riesgo, explica Allison, de la llamada “trampa de Tucídides” es que “sucesos normales –y no imprevistos o incidentes extraordinarios– podrían desencadenar un conflicto a gran escala” casi sin proponérselo.

Para apuntalar sus tesis, el historiador toma el ejemplo de la Primera Guerra Mundial: “Cuando una nación emergente amenaza con desbancar a otra, crisis que en otras circunstancias se hubiera solventado, como el asesinato del archiduque (Francisco Fernando de Austria en Sarajevo en junio de 1914), puede provocar una serie de reacciones en cadena que desembocan en un resultado que ninguna de las partes hubiera elegido”.

Al lector que podría acusarle de exagerar, Allison contesta: “Cuando decimos que algo es inconcebible, ¿nos referiremos sólo a lo que es posible en el mundo o a la capacidad limitada que tenemos de concebir las cosas?”.

Teorías como la de Allison, esas que parecen explicarlo todo en un sólo modelo, como pasó en los años 90 con el choque de civilizaciones de Samuel Huntington, resultan muy atractivas porque introducen algo de raciocinio en una realidad muy difícil de prever. Y cuando se está en el gobierno y se deben buscar estrategias y resolver problemas, los marcos –históricos, militares, intelectuales– resultan muy tentadores, sobre todo cuando su autor es un clásico que nació hace 2.500 años que se puede interpretar e reinterpretar a gusto del consumidor.

Tucídides cuenta con bastantes fans entre los altos mandos del equipo de Trump. El consejero de Seguridad Nacional, el general McMaster, lo ha incluido en una lista de lectura sobre estrategia militar. En un artículo de opinión publicado en el New York Times en julio de 2013 y titulado El sueño ilusorio de una guerra fácil, McMaster asegura que “la gente lucha por las mismas razones que ya identificó el historiador griego Tucídides: miedo, honor e interés”.

Son también fans del filosofo el actual titular de Defensa, el general retirado James Mattis, y, sorprendentemente, el asesor político de Trump, Steve Bannon. En un artículo en Breibart News en agosto de 2016, el medio digital ultra que entonces dirigía, Bannon llegó a comparar la creciente popularidad de su plataforma entre las audiencias conservadoras (la nueva Atenas) frente al decadente imperio de Fox News (Esparta) en unas despiadadas guerras del Peloponeso audiovisual.

¿Y Trump? Pues sobre griegos sólo ha dicho conocer a los griegos con los que se cruza por Nueva York. En cuanto a China, el presidente sigue marcando una pauta desordenada con sus declaraciones erráticas en Twitter.

El último tuit, el martes 20, ha dejado perplejos a muchos analistas. Trump reconoció que los esfuerzos de Pekín para resolver el tema de Corea del Norte no han funcionado, pero que por lo menos “lo han intentado”.

Trump siempre ha sido muy duro con China, a la que ha acusado de estar en guerra comercial con Estados Unidos. “China no es nuestro amigo. No es nuestro aliado. Quieren superarnos y, si no nos ponemos las pilas, lo van a conseguir” dijo en 2013. “China controla Corea del Norte. Además de lanzar ataques cibernéticos contra nosotros, usa a los del Norte para provocarnos. China es una gran amenaza”.

Claro que después de “reunirse diez minutos” con el presidente Xi Jinping el pasado abril en su mansión de Mar-a-Lago (Florida), Trump reconoció que esto de Corea del Norte “no era tan fácil”.

Sin política clara hacia el gigante asiático no es de extrañar que en la Casa Blanca se aferren a las teorías de Allison como a un clavo ardiendo. Lo malo es que de las dieciséis situaciones de conflicto que lista el historiador, doce terminan en guerra y sólo cuatro se resuelven pacíficamente.

A los chinos las teorías de Allison ni les van ni les vienen. En septiembre de 2015, el presidente Xi, en una visita a Seattle ya dijo que no se creía lo de la trampa de Tucídides.

Esta semana, el general Mattis y el secretario de Estado, Rex Tillerson, se han reunido en Washington con responsables chinos precisamente para tratar de resolver el tema de Corea del Norte. El encuentro terminó en una declaración sin conclusiones. “Hemos reiterado a China que tiene la responsabilidad diplomática de ejercer mas presión económica y diplomática sobre el régimen (de Pyongyang) para prevenir una nueva escalada en la región” se limitó a decir Tillerson.

¿Donde queda Tucídides en todo esto? Como subrayaba el artículo de Politico, “la mayoría de los estadounidenses sin duda ”no saben diferenciar a Tucídides de Mefistófeles“, pero lo bueno de usar un texto que tiene más de 2.000 años, decía el historiador Daniel Drezner en las páginas del Washington Post, ”es que te hace parecer como un gran visionario del futuro“.

Cuenta el diario digital estadounidense Politico que en la Casa Blanca se han puesto a leer a Tucídides. ¿Qué puede aprender el equipo de Donald Trump del militar griego y de su Historia de la Guerra del Peloponeso? (que narra el enfrentamiento entre el viejo imperio de Esparta y el creciente poderío de Atenas en el siglo V a.C.). Pues aparentemente a relacionarse con China.

El historiador Graham Allison, que enseña en Harvard y que fue ayudante del secretario de Defensa durante el gobierno de Bill Clinton, se entrevistó el mes pasado con varios miembros del Consejo Nacional de Seguridad y les contó lo que cuenta en el libro que acaba de publicar Destined for War: Can America and China Escape Thucydides's Trap? (Destinados a la guerra: ¿pueden Estados Unidos y China escapar de la trampa de Tucídides?): que las posibilidades de un enfrentamiento bélico entre las dos grandes potencias son muy reales.