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Por qué los libros electrónicos no se prestan en las bibliotecas

El préstamo de libros digitales aún está por definirse

Pablo G. Bejerano

Madrid —

Los ebooks cada vez ganan más terreno a los libros en papel. La variedad de dispositivos en los que se puede leer crece y con ello también lo hace la accesibilidad a la lectura. Un pilar clave son las bibliotecas, para las que el mundo digital supone todo un reto. Hasta ahora han sido los bastiones de la cultura, donde se trataba de acumular todo lo que salía de las imprentas, pero gran parte de los libros del futuro seguramente se encontrarán en servidores en lugar de en estanterías.

Si su papel como conservadoras de la cultura necesita una remodelación, cuanto menos una adaptación a lo que está por venir, el préstamo de ebooks también está pendiente de definición. Tradicionalmente las bibliotecas vienen ejerciendo el préstamo de libros como una de sus funciones básicas, pero este servicio no se ha trasladado a los ebooks con la debida fluidez. La tardanza se ha producido porque la industria editorial no cede los derechos de autor por miedo a la piratería y porque las bibliotecas no siempre cuentan con los recursos para llevar a cabo una digitalización adecuada.

Ana Santos Aramburo, directora de la Biblioteca Nacional, está convencida de que el avance del libro digital es imparable y las bibliotecas no pueden quedarse al margen. “Los editores deberían llegar a acuerdos con las bibliotecas, tal y como se ha hecho ya en varios países, para favorecer el préstamo de libros y por lo tanto el libre acceso al conocimiento y a la cultura”, comenta a eldiario.es.

“Creo que los editores podrían encontrar en las bibliotecas aliados naturales para mejorar la difusión, el acceso y el uso de los libros electrónicos. Resulta fundamental la colaboración entre editores y bibliotecarios, que se pueda llegar a acuerdos de cómo adquirir libros electrónicos para las bibliotecas y cómo prestarlos”, señala Santos Aramburo. El establecimiento de un sistema de préstamo aceptado por las dos partes es necesario para que la gente tenga acceso a las copias digitales, como ahora lo tiene a los ejemplares en papel.

Una muestra de cómo se ha adaptado el préstamo tradicional al formato electrónico es la plataforma OverDrive, que ofrece sus servicios a bibliotecas públicas de más de 50 países. Su sistema incluye un registro por parte del usuario, que al pulsar en ‘borrow’ en uno de los libros lo envía a su cuenta. A partir de ahí lo puede leer en el navegador o descargarlo en uno de los formatos que se ofertan (como epub). El libro, incluso la descarga, se volverá inaccesible en un periodo de tiempo previamente determinado, como si el ejemplar se devolviera.

Por ahora la mayor parte de las bibliotecas en España, incluida la Biblioteca Nacional, no cuentan con un sistema similar de préstamo digital y la clave está en la cesión de los derechos de autor. Pero esta cautela que exhiben las editoriales por el miedo a la piratería puede ser contraproducente. “El hecho de que las bibliotecas puedan prestar libros digitales habilita una vía legal de acceso a los libros y puede paliar los efectos tan negativos que está causando la piratería en el sector editorial. Estoy segura que muchas personas preferirían ir a su biblioteca y descargar de manera legal un libro electrónico en su dispositivo de lectura antes que descargarlo de una web pirata”, opina Santos Aramburo.

Préstamo de libros digitales

La Biblioteca Nacional está digitalizando su extenso catálogo y, ya que éste es patrimonio de todos los ciudadanos, lo ha puesto online y de libre acceso. Sin embargo, la digitalización se ha hecho fotografiando las páginas de los volúmenes, con lo que se han obtenido sólo imágenes en lugar de archivos de texto.

Este método tiene una ventaja y es que se puede apreciar la composición, la grafía y las ilustraciones del ejemplar almacenado en el fondo de la BNE. Cualquier usuario puede descargarlo en PDF y consultarlo, pero leerlo, eso ya es otra cosa. Los volúmenes no se pueden descargar en un formato de lectura adaptado para dispositivos de tinta electrónica, el PDF ni siquiera resulta cómodo normalmente para tabletas u ordenadores; no hay que olvidar que se trata de fotografías de textos que pueden tener cientos de años.

Los libros de publicación reciente, de los que seguramente existan copias digitales en manos del editor, sólo permiten ver un fragmento, aunque se trate de una recopilación de obras de Shakespeare. Pero esta situación está a punto de cambiar en las bibliotecas públicas regionales, donde se empezarán a prestar ebooks este mismo año. El Ministerio de Cultura anunció en 2013 un plan para adquirir 200.000 licencias de libros digitales mediante un desembolso de más de dos millones de euros. En total son 1.500 títulos que se pondrán a disposición de los usuarios para prestarse con un plazo de vencimiento.

En Euskadi y Cataluña los gobiernos autonómicos también han puesto en marcha iniciativas similares. Tras llegar a acuerdos con editoriales de sus respectivas comunidades, se proponen facilitar el préstamo de ebooks en 2014. El Gobierno vasco ya ha puesto sobre la mesa un plan para adquirir 25.000 licencias mediante una inversión de 270.000 euros. Estos proyectos abren una nueva fase, que si bien aún está por concretar tiene mayor ambición que la compra de ereaders, que se ha venido practicando en algunas bibliotecas como fórmula para difundir el préstamo digital.

Imagen: nikkorsnapper

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