Vivimos tiempos excepcionales. De hecho, afrontamos un nuevo ciclo histórico, el Antropoceno, en el que la concatenación de crisis globales interrelacionadas ya está afectando a nuestras vidas. En ese marco, la COVID-19 constituye una extraordinaria tragedia, pero desgraciadamente no es ni será la única crisis del siglo y la emergencia climática y la destrucción medioambiental apuntan a escenarios de desestabilización de mayor alcance.
Un Green New Deal a la europea
La Agenda Verde Europea, impulsada por el liderazgo liberal/conservador de Von der Leyen, Merkel y Macron se reafirma en lo verde y se vuelve, por ahora, keynesiana, a partir de tres ideas centrales.
En primer lugar, se trata de una iniciativa que reconoce la emergencia provocada por la crisis ecosocial y asume la necesidad de introducir ciertos cambios en las lógicas socioeconómicas vigentes con el fin de alcanzar la descarbonización y rehabilitar los principales sistemas naturales antes de mediados de siglo.
En segundo lugar, la Agenda se concibe como una excelente oportunidad para ofrecer al capital y las empresas europeas los recursos y las orientaciones precisas para abrir un nuevo ciclo expansivo en torno a los modelos de negocio “verdes” y la modernización digital.
En tercer lugar, la versión de la Agenda se proyecta en clave de Green New Deal con un shock inversor billonario para los próximos seis/siete años, (unos 3,75 billones de euros sumando el programa Next Generation UE, el presupuesto plurianual de la Comisión y la acción de cobertura financiera del BCE) y reconoce la necesidad de evitar que el aumento de las desigualdades impulsadas por las recetas neoliberales en los últimos decenios acabe provocando el estallido de una profunda crisis social y política.
Y, sin embargo, más allá de la importancia del giro efectuado y las oportunidades que abre, también resulta imprescindible percibir sus dificultades. ¿Será posible articular “lo posible y lo necesario” en tan corto espacio de tiempo? ¿Qué contradicciones suscita una agenda diseñada a escala de las grandes empresas? ¿Cómo se gestionará una deuda mundial desbordante? ¿Será realmente posible revertir tendencias de fondo y avanzar hacia escenarios sociales más justos y democráticos? ¿Y si hubiera que cuestionar el paradigma del crecimiento ilimitado y apostar por una rápida adaptación a los límites biofísicos ya desbordados? En el futuro, habrá que ir desgranando estos y otros temas.
El plan "España Puede"
España inicia en estos días la presentación de su plan “España Puede”, nombre bajo el que gira el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, en Bruselas. En él se concretan las directrices de la Agenda Verde Europea a uno de los países más frágiles del continente en términos COVID, ecológicos y socioeconómicos.
Coincidiendo con dramático repunte de la tercera ola de la pandemia y sus 50.000 muertes, el país se enfrenta a un panorama socioeconómico preocupante. Caídas del 11,6% de la economía (OCDE), cierres empresariales entre el 6% y el 10% (Banco de España), subida del paro hasta el 20,8% (FMI) y deuda pública del 119% del PIB (Gobierno). Jóvenes, desempleados, mujeres, mayores y minorías, pueden volver a ser las principales víctimas de una nueva recesión cuya recuperación podría aplazarse hasta 2024/2025.
Ecológicamente, España también es especialmente vulnerable por su posición, características geográficas y climáticas y su modelo económico. El trabajo de la Universidad de Leeds sobre los límites biofísicos que mantienen la vida actual en el planeta cifra que en España el 71% de los mismos ya desbordan los valores de referencia con extralimitaciones que van entre el 200% y el 600%.
Los rasgos clave del Plan "España Puede"
El Plan se presenta, como un proyecto de país para la modernización de la economía española, la recuperación del crecimiento económico y la creación de empleo, para la reconstrucción económica sólida, inclusiva y resiliente tras la crisis de la COVID y para responder a los retos de la próxima década. Su programa se asienta sobre un aumento excepcional de la inversión pública en el período 2021-2026 (basado principalmente en los 140.000 millones de euros del programa Next Generation UE) complementado por un importante volumen de inversión privada, lo que permitiría aumentar el potencial de la economía española por encima del 2% PIB (Plan España Puede. Presidencia del Gobierno. Octubre 2020).
Además, los Presupuestos Generales del Estado del 2021 se benefician de 27.000 millones procedentes de los programas europeos, lo que permite elevar el “techo del gasto” hasta 196.097 euros, un 53% mayor que el previsto para 2020. Una visión global sobre las intenciones del Gobierno en torno al Plan España Puede, podría sintetizarse en torno a una apreciación sobre sus potenciales fortalezas e interrogantes.
Sobre las primeras, más allá de su ambición para cumplir con los objetivos planteados, hay que destacar la voluntad de mantener políticas públicas de creación de empleo (800.000 empleos en tres años) y de protección de las poblaciones más vulnerables resistiendo las presiones de las instituciones europeas en tema clave como las pensiones y la regulación laboral; la puesta en marcha de un potente entramado político, jurídico y económico para abordar con solvencia el binomio energía/clima; el deseo de multiplicar la potencia científica, formativa y técnica del país; y la capacidad de aumentar significativamente la inversión pública en el próximo decenio.
Con relación a los interrogantes, cabe plantear dudas sobre la posibilidad real de compatibilizar la inmediata expansión económica y su urgente transformación para conseguir la drástica reducción de la huella climática y ambiental; la insuficiencia de los objetivos de descarbonización y restauración ambiental a 2030; la dificultad de coordinación entre las AAPP y de estas con un sector privado configurado por poderosos entramados empresariales; y la escasa atención prestada a impulsar la involucración de la ciudadanía en todo el proceso.
Ante la emergencia excepcional, priorizar la compatibilidad con los límites vitales
En un marco de choque entre las lógicas de desarrollo vigentes y los límites biofísicos del planeta, luchar contra la pandemia, crear actividad y empleo y avanzar rápidamente, a la vez, hacia una economía compatible con los límites de la biosfera, constituye una tarea titánica, máxime si además hay que hacerlo en dos o tres décadas. Más allá del inmediato fortalecimiento de los servicios públicos, muy especialmente los sanitarios en todos sus niveles y a la altura del reto COVID, resulta esencial garantizar la concreción de una serie de líneas de acción que permitan avanzar rápidamente hacia una compatibilidad del sistema socioeconómico español con los límites biofísicos generales y del país:
Para empezar, habría que llevar a cabo una amplia campaña pública de información, debate y toma de posición que llegue a toda la sociedad y auspicie su cooperación activa con las transformaciones a abordar. En España esa iniciativa no ha tenido lugar y sin esa implicación será imposible llevar a cabo transformaciones reales. Como referencia cabe recordar como en Francia ha tenido lugar el llamado “debate del siglo”, la creación de una Convención Ciudadana y la propuesta de Macron de realizar un referéndum para abordar una reforma de la Constitución al respecto.
Para continuar, habría que garantizar la concreción de una serie de líneas de acción que permitan avanzar rápidamente, en un par de décadas, en ciertos temas clave:
- Restitución de equilibrios vitales básicos en términos de clima (balance de carbono 0), suelos, biodiversidad, sistemas naturales y alimentarios y potenciación de la resiliencia general del país.
- Transición energética y socioeconómica que adapte el país a tales requerimientos, redistribuya justamente el trabajo, la riqueza y las responsabilidades e impulse nuevas experiencias de economía social, solidaria y circular.
- Formulación espacial basada en redes cooperativas de biorregiones basadas en un reequilibrio sostenible entre ciudades, campo y naturaleza con lógicas de suficiencia, proximidad y resiliencia.
- Profundización democrática, participación ciudadana, garantía de derechos básicos y justicia social que no deje a nadie atrás.
Finalmente, tales requerimientos solo podrían alcanzarse en el marco de un pacto político y social en torno a estrategias de emergencia ecosocial que dote a las instituciones democráticas de las competencias, instrumentos y recursos financieros y fiscales necesarios.
Las temáticas expuestas, frente a las lógicas de crecimiento ilimitado de acumulación de capital y de consumo, tienden a priorizar la rápida adaptación a los límites de la biosfera y apuntan hacia una sociedad más sencilla, sobria y menos dependiente de las logísticas globales indiscriminadas. Sin embargo, todo apunta a la dificultad actual de alcanzar un amplio pacto social en torno a las emergencias ecosociales que reformulen las prioridades y estilos de vida actuales. Para que ello fuera viable harían falta mucha más información sobre lo que está en juego, transparencia sobre la evolución de los acontecimientos, capacidad de cuestionar la bondad/viabilidad de la sociedad de consumo y de descubrir nuevos valores y sentidos de vida, una ciudadanía potente y proactiva, y una profunda regeneración de la política.