UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
Basel Adra, palestino nominado al Oscar por ‘No other land’: “No hubiera querido filmar algo así nunca”
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Basel oyó un ruido fuera de su casa, cogió la cámara y salió corriendo. Sabía que estaba ocurriendo algo extraño cuando vio a un colono israelí esconderse detrás de una roca y apuntar con el arma a los hombres que volvían de la mezquita. Tras unos segundos, el colono se acercó a un señor al que golpeó en el pecho y le disparó en el estómago, sin ningún motivo.
A 300 metros, Basel seguía grabando. Más tarde supo que la persona que recibió el disparo era su primo. “Nunca había filmado algo así. Y no hubiera querido filmar algo así nunca. Me hizo temblar”, explica el cineasta en una entrevista a UNRWA España.
El director palestino, Basel Adra, lleva documentando desde que era un adolescente las violaciones de derechos que sufre su comunidad en Masafer Yatta, al sur de la ciudad de Hebrón, en la Cisjordania ocupada. Su intención nunca fue rodar un documental, sino tener evidencias de las injusticias a las que estaban sometidos sus habitantes y denunciarlas en redes sociales.
La violencia de los colonos israelíes y sus asentamientos, las demoliciones de viviendas y la destrucción de las infraestructuras palestinas se han convertido en una rutina en Cisjordania.
La magnitud de los hechos era tal que Basel, junto al resto de codirectores, Yuval Abraham, Rachel Szor y Hamdan Ballal, pusieron en marcha 95 minutos de metraje que atrapa e indigna a partes iguales. La película, nominada al Oscar en la categoría de mejor largo documental, te deja sin aliento de principio a fin y su nombre, No other land, nos recuerda el amor y el derecho a la identidad, a la tierra. “No queremos dejar nuestra tierra a los colonos y al ejército. Nos gustaría conservarla porque no tenemos otra”.
Los incidentes se han multiplicado en los últimos meses de manera silenciosa, mientras Gaza estaba siendo arrasada por los bombardeos. Aunque el alto al fuego en el enclave costero está siendo celebrado, “sabemos que la realidad es que vamos a volver a una muerte lenta porque Israel solía matar a cientos de palestinos antes del 7 de octubre”.
La demolición de infraestructuras palestinas en Cisjordania es una práctica regular por parte de las autoridades israelíes que sostienen que las construcciones palestinas son ilegales. Sin embargo, para los palestinos, es prácticamente imposible obtener un permiso de construcción. “Sencillamente, es un proyecto colonialista que quiere borrarnos y quitarnos nuestras tierras”.
Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), 1.768 estructuras de propiedad palestina fueron demolidas en 2024 y 4.256 personas fueron desplazadas de sus hogares en toda Cisjordania. Se trata del año con mayor número de demoliciones registradas.
Además, desde principios de los años 80, Israel comenzó a construir asentamientos de colonos en Masafer Yatta, con la intención de ir anexionando territorio. En 2022, tras décadas de demolición de hogares, reconstrucción y una batalla legal de más de 20 años, el Tribunal Supremo de Justicia de Israel rechazó los recursos presentados por los habitantes de la comunidad palestina que pretendían evitar las órdenes israelíes de desalojo. “Es una política de Estado que destruye nuestras casas, escuelas y nos impide beber agua limpia, tener electricidad y carreteras. Todo para obligarnos a abandonar nuestras casas. Envían a estos colonos y les dan armas para que quemen nuestras propiedades y puedan vivir en nuestra tierra”.
La prioridad del documental era ejercer presión política sobre Israel, al menos para salvar a su comunidad. Y aunque no cree que el cine cambie la situación en la que viven, “porque es sólo una película”, sí piensa que puede cambiar a las personas.
“Yo aconsejo a la gente que no está de acuerdo con lo que decimos, que mire. Especialmente en los países occidentales porque su dinero, sus impuestos, se están utilizando en nuestra contra, ya sea en armas, en la construcción de asentamientos o en la demolición de viviendas. La gente podría imaginarse que es su tierra. Yo vivo en esta situación.”
La nominación al Oscar ha sido toda una sorpresa teniendo en cuenta que en Estados Unidos todavía no cuentan con un distribuidor “por la temática de la película”, según opina Basel. “Nos arriesgamos a documentar la verdad y la realidad de lo que está pasando y los distribuidores no deberían bloquearnos de esta manera”. Aun así, es innegable el reconocimiento internacional del filme que se hizo con el galardón al mejor documental en la Berlinale del año pasado. “Me importan estas cosas, pero, realmente me siento un poco raro cuando viajo y llevo un traje o cuando estoy en lugares tan hermosos. Porque la realidad de mi comunidad es la opuesta”.
La retransmisión en directo durante 15 meses de la terrible ofensiva israelí sobre Gaza ha puesto de nuevo sobre la mesa el debate de la ocupación israelí en Palestina. Aunque cada vez es mayor el conocimiento de las atrocidades que sufren, Basel siente que no están consiguiendo lo que quieren. “Pretendemos ejercer una presión real para salvar a mi comunidad y a otras comunidades palestinas de la zona (…) Luchamos para construir una escuela, para conectar nuestras casas con electricidad o incluso para construir nuestras casas después de que las destruyan. Estas deberían ser las cosas básicas que todos los seres humanos, en todo el mundo, deberían tener”.
No solo como cineasta, sino como activista y periodista, se juega la vida por contar la verdad y permanece atento a la posible implementación de las leyes israelíes que podrían prohibir la labor humanitaria de la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina (UNRWA) en Gaza y Cisjordania. “En primer lugar, Israel no debería ser el que legitime o no a UNRWA. Creo que la ONU no debería aceptarlo y debería tratar de encontrar una manera para seguir prestando servicios en los campamentos de refugiados palestinos, porque realmente necesitan la ayuda de UNRWA”.
Adrien Brody, Timothée Chalamet, Demi Moore, Jacques Audiard o Brady Cobet, entre otros artistas, compartirán espacio y tiempo con Basel el próximo domingo 2 de marzo en el Dolby Theatre de Hollywood, muy lejos de Masafer Yata. A miles de kilómetros, la familia del director de No other land seguirá de cerca la entrega de premios porque, tal y como dijo Philippe Biberson al recoger el Premio Nobel de la Paz en 1999, “aunque no estamos muy convencidos de que la palabra salve, sí sabemos que el silencio mata”. Y en Palestina tienen claro que es necesario hacer el mayor ruido posible para que, en cualquier caso, sea muy difícil dejar morir.
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UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.