UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
Techos de hojalata, casas precarias: el temor al invierno en Gaza
En invierno, se incrementa el sufrimiento de la familia Abu Ghaben y de muchas familias en Gaza. Jamal Abu Ghaben es refugiado de Palestina, tiene 52 años y vive con su familia de 8 miembros en el campamento de refugiados de Al Shati.
El campamento de Al Shati es el tercero más grande de los ocho campos de refugiados en la franja de Gaza, y uno de los más densamente poblados. Está ubicado en la costa del mar Mediterráneo y allí, en un área inferior a 0.52 kilómetros cuadrados, viven 85.628 refugiados y refugiadas de Palestina.
Desde 1985, la familia ha vivido en una casa precaria y dañada de 90 metros cuadrados. Tiene dos pisos que UNRWA reconstruyó en 1997 después de que se quemase parcialmente la casa. No fue lo peor. El incendio provocó la muerte de su hija mayor, Bissan, de 3 años. El segundo hijo de Jamal, Muhammad, escapó por poco del accidente. Muhammad ahora tiene 22 años, pero el miedo a las quemaduras todavía está en su rostro. Este incidente hizo que la familia Abu Ghaben perdiera su hogar por segunda vez. La primera fue cuando tuvieron que huir de su aldea, Herbia, durante la Guerra Árabe-Israelí de 1948.
Jamal no ha podido contratar ningún trabajo de mantenimiento de la casa desde que se construyó porque no tiene una fuente regular de ingresos. Solía trabajar vendiendo verduras en el mercado del campamento pero, después de la Segunda Intifada en el año 2000, dejó de trabajar. La ocupación, el férreo bloqueo y las rondas de violencia dejaron como consecuencia una alta tasa de paro y muy malas condiciones económicas.
Desde entonces, la familia ha dependido de la ayuda alimentaria que UNRWA distribuye a las personas refugiadas de Palestina. Un millón de refugiados y refugiadas de Palestina dependen de esta ayuda, al igual que Jamal. En Gaza, UNRWA opera con un personal compuesto por más de 13.000 empleados en más de 300 instalaciones repartidas en toda la Franja para proporcionar ayuda a los refugiados que lo necesitan.
Durante las guerras de 2008, 2012 y 2014, la casa de Jamal se vio de nuevo afectada por los bombardeos y creó una serie de grietas difíciles de reparar. Esto provocó daños en el techo y las paredes de la casa. Las goteras de agua de lluvia se cuelan cada invierno. “Nos ahogamos todas las noches cuando llueve, incluso si es una lluvia ligera”, señala Jamal. El sufrimiento de la familia debido al frío severo se ha repetido cada invierno durante dos décadas.
Todas las mañanas, los hijos de Jamal van en busca de muebles viejos por todo el campamento, para prenderlos, calentar el agua, y poder bañarse antes de ir a la escuela. El más pequeño, Wadih, tiene 9 años. “Hace mucho frío dentro de la casa y no tenemos calefacción. A veces no siento las manos y las piernas. Los niños siempre tienen frío, pero tengo miedo de prender fuego en casa. Siempre que veo el fuego, me acuerdo de mi hija Bissan”
Disfrutar de la lluvia sin preocupaciones
Solo a 30 km de la casa de Jamal se encuentra el barrio donde vive Fatima Fathi. Ella y su familia recuerdan su vida antes de 2013, muy parecida a la de Abu Ghaben en el campamento de refugiados de Al Shati: una casa de menos de 100 metros cuadrados para una familia grande, las noches de invierno con heladas y la necesidad de calor.
En 2013, Fatima y su familia de 9 miembros pudieron mudarse a una nueva casa construida por la ONU tras la ofensiva Operación Plomo Fundido de 2009. Aquel invierno, los gazatíes vivieron 22 días de hostilidades que dejaron la zona sur completamente desbastada. Aquellos refugiados que vieron como sus casas eran destruidas por los bombardeos cerca de Rafah viven en una zona reconstruida. Son 7.000 familias.
“Nuestra vida es mucho mejor ahora”, nos cuenta Fatima. “Recientemente pude disfrutar de la lluvia, sin que los torrentes se filtraran en mi casa. Teníamos una vida difícil, pero ahora estamos más cómodos en nuestra nueva casa”.
El deseo más básico: disfrutar de la lluvia sin preocupaciones. Puede parecer sencillo, pero unas ventanas que permitan entrar el sol, un tejado que no tenga goteras o unas paredes donde no se filtre el aire frío implica que exista un ambiente saludable física y psicológicamente para los habitantes.
“Dejé de prender fuego para calentar el agua para ducharme”. Ella, como el resto de los refugiados de Palestina en la franja de Gaza, solía encender el fuego todos los días cerca de su casa para calentar el agua con la que miembros de la familia podrían ducharse.
Después de Hong Kong y Singapur, la franja de Gaza es el lugar con mayor densidad. Casi 2 millones de personas viviendo en un espacio de 365 kilómetros cuadrados. En 2020, se esperaba que Gaza enfrentara un déficit de 71.000 unidades de vivienda, según el informe de la ONU 2020. Sin embargo, el número aumentó después de la ofensiva de 2014, durante la que más de 18.000 viviendas fueron destruidas o sufrieron daños graves.
En invierno, se incrementa el sufrimiento de la familia Abu Ghaben y de muchas familias en Gaza. Jamal Abu Ghaben es refugiado de Palestina, tiene 52 años y vive con su familia de 8 miembros en el campamento de refugiados de Al Shati.
El campamento de Al Shati es el tercero más grande de los ocho campos de refugiados en la franja de Gaza, y uno de los más densamente poblados. Está ubicado en la costa del mar Mediterráneo y allí, en un área inferior a 0.52 kilómetros cuadrados, viven 85.628 refugiados y refugiadas de Palestina.