UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
El COVID-19 ensombrece un Ramadán en Gaza marcado por la pobreza
No hubo gente bajo los farolillos del Ramadán, ni se escuchó el ruido del alboroto en las calles, tampoco hubo fieles a las puertas de las mezquitas, ni reuniones en el Iftar comunal (la ruptura del ayuno). No hubo ninguna celebración en grupo fuera de la familia ni conmemoraciones públicas y solidarias.
La pandemia de COVID19 ha dejado una escena de Ramadán muy poco usual y que recuerda a los peores momentos vividos en la franja de Gaza. También dejó un Eid Al-Fitr atípico y complicado.
El virus avanza despacio en Gaza. Estamos consiguiendo contenerlo con medidas preventivas estrictas. A día de hoy, hay 55 casos confirmados y este fin de semana se confirmó la primera muerte, pero, con una población vulnerable, con sistemas inmunes deprimidos, escasez de medicamentos y una salud pública al borde del colapso, todos los habitantes en la Franja saben que la expansión del coronavirus puede significar una catástrofe humanitaria en los campamentos de refugiados. Otra más.
Sin embargo, esta nueva amenaza ha estado marcada por la pobreza en la que viven más de un millón de personas en Gaza. La vulnerabilidad se ha agravado con las persianas de los comercios bajadas, sin ingresos para percibir y dependientes de la ayuda humanitaria. Casi dos millones de personas han vivido un confinamiento bajo el bloqueo.
Zakaria Hassouna, es refugiado de Palestina de la ciudad ocupada de Majdal, vive en el campamento de refugiados de Jabalia, el más poblado en Gaza, y trabaja en su mercado local. Se dedica a las labores del molino y después vende las especias y otros productos como dátiles, tradicionales durante el mes de Ramadán.
“La situación era mala debido al bloqueo israelí. La pobreza y el desempleo se agravó por la pandemia del COVID19, que afectó negativamente al mercado, a la compra y a la venta”, señaló Zakaria, explicando que durante esta temporada se suponen más ingresos. Sin embargo, este año 2020, el primero considerado inhabitable en la franja de Gaza por Naciones Unidas, está siendo uno de los años más complicados para los gazaties.
La crisis ha supuesto un nuevo palazo para los trabajadores y trabajadoras en este pequeño enclave costero, la tercera zona del mundo más densamente poblada tras Hong Kong y Singapur y con una de las tasas de desempleo más altas del globo. El 52% de la población no tiene trabajo, una situación que se agrava para las mujeres, que alcanzan la dramática cifra de 74% y para los más jóvenes, con una tasa del 69%. Ni los conductores, ni las guarderías, ni los restaurantes, ni los hoteles, ni las tiendas han estado en funcionamiento.
Umm Saeed Al-Halabi es propietaria de una pequeña tienda de ropa para mujer en el campamento de Jabalia. Tiene miedo y preocupación: “Esta situación puede suponer grandes pérdidas. Ahora, poco a poco, los comerciantes traen mercancías con esperanza de venderlas y compensar lo perdido en los últimos meses debido al COVID19, pero el mercado laboral es muy débil y muy malo”.
No ha sido un mes fácil para los musulmanes en un año especialmente complicado para los gazatíes. Muchas decisiones estuvieron al margen de las tradiciones propias de este mes. “Tomar decisiones difíciles para evitar lo que habría sido un resultado más difícil aún”, confiesa el investigador y economista Dr. Nahed Al-Rafati.
''La dependencia de los refugiados de Palestina de la ayuda alimentaria proporcionada por UNRWA, hacen que sigan luchando por ver la luz en esta situación económica que ha causado el coronavirus. Esta nueva crisis, se suma a otra importante crisis económica en la franja de Gaza como resultado del bloqueo israelí que también aumenta la tasa de desempleo en la sociedad palestina'' añadió Al-Rafati.
El mes de Ramadán, es un periodo de reflexión, de abrazos, de agradecimiento. Un periodo donde se crean lazos comunitarios, donde se respira una alegría multitudinaria. Un mes, que este año pasará a la historia.
No hubo gente bajo los farolillos del Ramadán, ni se escuchó el ruido del alboroto en las calles, tampoco hubo fieles a las puertas de las mezquitas, ni reuniones en el Iftar comunal (la ruptura del ayuno). No hubo ninguna celebración en grupo fuera de la familia ni conmemoraciones públicas y solidarias.
La pandemia de COVID19 ha dejado una escena de Ramadán muy poco usual y que recuerda a los peores momentos vividos en la franja de Gaza. También dejó un Eid Al-Fitr atípico y complicado.