UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
Una escuela de neumáticos
Esta semana las excavadoras han vuelto a la pequeña aldea de Khan al-Ahmar en la zona ocupada de Cisjordania. No es nuevo. La población de la aldea lleva años viviendo bajo amenazas. Sin embargo, la amenaza de destrucción es más real que nunca. El 1 de octubre acabó el plazo dado por las autoridades israelíes a los 180 habitantes de esta comunidad para que destruyeran sus propios hogares, tras el rechazo de un recurso de última instancia ante el Tribunal Supremo de Israel.
La orden de demolición amenaza a todas las estructuras de la comunidad beduina situada en la periferia de Jerusalén Este, incluyendo su escuela que se ha convertido en un referente educativo y en un símbolo de resistencia. Construida íntegramente con neumáticos y adobe, esta escuela es la única en la zona. A ella asisten 170 niños y niñas, la mayoría refugiados de Palestina, de cinco comunidades cercanas. La escuela, financiada por la Unión Europea, lleva años bajo amenaza de demolición. “La comenzamos a construir en 2009 con el apoyo de distintas organizaciones internacionales, y desde el inicio está amenazada por una orden de demolición de las autoridades israelíes”, explica Abu Khamis, el líder de la comunidad beduina.
Nadia tiene 12 años y es una de las alumnas de la escuela. Ella vive en la comunidad de Khan al-Ahmar pero muchos de sus amigos provienen de otras aldeas cercanas. A Nadia le encanta ir a la escuela, poder ver a sus amigos y aprender. Sus asignaturas favoritas son historia y ciencias. “Quiero ser arqueóloga”, dice Nadia, “algún día, me gustaría visitar las pirámides”.
Como la mayoría de refugiados y refugiadas de Palestina, Nadia es muy consciente de la importancia de la educación. “Mi madre siempre me dice lo importante que es estudiar para poder desarrollar tu vida. Yo le diré lo mismo a mis hijos”.
Nadia ha vivido toda su vida en Khan al-Ahmar. Es su hogar. “Me encanta este sitio”, explica Nadia. “Hay mucho sitio y juego con mis amigos en la cima de las colinas todas las tardes. Las ciudades son bonitas con muchas tiendas, pero no tienes la libertad que tenemos aquí”.
Las consecuencias humanitarias de la demolición y la transferencia forzosa de la población son graves y duraderas. Forzar a las familias beduinas rurales a entrar en un entorno urbano en contra de su voluntad supone una ruptura de su tejido social, económico y cultural, y no es viable. La destrucción de la escuela supone también que muchos niños y niñas podrían quedarse sin acceso a educación, ya que la siguiente escuela más cercana se encuentra a 15 kilómetros. Además, si nadie lo evita, la demolición de Khan al-Ahmar abriría el camino hacia la expansión de los asentamientos de colonos próximos y conllevaría la división de Cisjordania en dos. Nos encontraríamos entonces más lejos que nunca de conseguir una solución justa y duradera para la situación de los refugiados y refugiadas de Palestina.
*Basado en un artículo de Peter Biro, responsable de información regional de la Dirección General de Protección Civil Europea y Operaciones de Ayuda Humanitaria (ECHO). Se puede consultar el artículo original en este enlace.
Esta semana las excavadoras han vuelto a la pequeña aldea de Khan al-Ahmar en la zona ocupada de Cisjordania. No es nuevo. La población de la aldea lleva años viviendo bajo amenazas. Sin embargo, la amenaza de destrucción es más real que nunca. El 1 de octubre acabó el plazo dado por las autoridades israelíes a los 180 habitantes de esta comunidad para que destruyeran sus propios hogares, tras el rechazo de un recurso de última instancia ante el Tribunal Supremo de Israel.
La orden de demolición amenaza a todas las estructuras de la comunidad beduina situada en la periferia de Jerusalén Este, incluyendo su escuela que se ha convertido en un referente educativo y en un símbolo de resistencia. Construida íntegramente con neumáticos y adobe, esta escuela es la única en la zona. A ella asisten 170 niños y niñas, la mayoría refugiados de Palestina, de cinco comunidades cercanas. La escuela, financiada por la Unión Europea, lleva años bajo amenaza de demolición. “La comenzamos a construir en 2009 con el apoyo de distintas organizaciones internacionales, y desde el inicio está amenazada por una orden de demolición de las autoridades israelíes”, explica Abu Khamis, el líder de la comunidad beduina.