UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
“No soy un delincuente, lucho para asegurar una vida digna a mis hijos”
Soy refugiada de Palestina y llevo sufriendo discriminación desde que nací. Nunca obtuve una tarjeta de identidad que me identificara. Mi documento de identidad se limitaba a un papel azul con mi nombre: “Rayan”. Lo escribí yo misma a mano.
La discriminación contra la población palestina en Líbano no tiene la forma habitual reconocida de cualquier discriminación, exclusión o preferencia basada en la raza, el color, la ascendencia, o el origen, ya que tanto las personas palestinas como las libanesas son árabes, del mismo color de piel, hablan el mismo idioma y en la historia antigua vivían como una entidad única antes del mandato francés y británico sobre los dos países.
Los sucesivos gobiernos libaneses adoptan una política de marginación y aislamiento contra la población palestina que le priva de derechos civiles, a pesar de su presencia en territorio libanés desde 1948.
Samiha Kharaei, de 18 años, es refugiada de Palestina y vive en la Bekaa Libanesa. Participó en el concurso de lectura árabe en Líbano en representación de la escuela de UNRWA “Wadi Al-Hawarth” y logró un puesto entre los diez primeros, pero se le negó viajar a Dubai, donde se llevaba a cabo la siguiente fase del concurso. “La ministra de educación se negó a que una refugiada representara a Líbano en el extranjero”, comenta Samiha.
“Muchas de nosotras sobresalimos, pero ser refugiada limita mis pasos, a pesar de que soy árabe. La primera bofetada que me llevé fue cuando me prohibieron participar en la cuarta etapa del concurso que se celebraba en Dubai. No me dejaron viajar. Solo me homenajearon por detrás de la cortina”. Está bien es la frase que Samiha se repetía, entre sentimientos encontrados de orgullo y tristeza, para terminar de escribir un libro que le permitiera permanecer en el concurso. “De nuevo gané un puesto entre los primeros. Esta vez ni siquiera hubo homenaje. No puedo describir lo que sentí. Fue una gran conmoción que me hizo dejar de escribir. Sentía odio al leer, no soportaba ver libros. Por primera vez me alejé de la literatura”.
Hace 7 años, Amin Salah, de 45 años, intentó quitarse la vida después de que las Fuerzas de Seguridad le arrestaran mientras trabajaba como taxista. La Ley Laboral libanesa no permite que los palestinos posean una licencia de conducir pública y sean taxistas por lo que la policía le multó con 5 millones de libras libanesas, el equivalente a 4.500 dólares. Los palestinos y palestinas solo pueden trabajar en profesiones no cualificadas y están privados de ejercer 36 profesiones de diferentes gremios, como medicina o ingeniería.
“He pagado innumerables multas, cada dos días me detienen patrullas. Aunque me traiga problemas continuo con esta profesión porque no tengo otra opción. ¿Qué voy a hacer? No pude terminar de estudiar y aunque hubiera completado mis estudios, no hubiera podido ejercer. Qué iba a ser, ¿médico?”, afirma tajante Amin, el único sostén económico de su familia formada por 4 hijos pequeños. “No soy un delincuente, lucho para asegurar una vida digna a mis hijos, aspiro a que ellos terminen su educación y estudien en la universidad, su futuro es mi prioridad”.
Discriminación sistematizada en Líbano contra palestinos y palestinas
La mayoría de refugiados y refugiadas de Palestina que viven en Líbano están en una situación peculiar y discriminatoria. Al no ser formalmente ciudadanos de otro estado, no pueden reclamar los mismos derechos que otros extranjeros que viven y trabajan en Líbano.
En 2001 se aprobó una resolución que permitía a todas las nacionalidades, de un país reconocido internacionalmente, poseer propiedades en Líbano. Los refugiados y refugiadas de Palestina quedaron excluidos. Esto provoca que la población palestina registre, en ocasiones, sus propiedades a nombre de un libanés extraño a cambio de dinero.
En 2019, el entonces Ministro de Asuntos Exteriores Gobran Bassil anunció su acuerdo para “conceder a la mujer libanesa el derecho de otorgar la ciudadanía libanesa a su pareja, con excepción de las mujeres casadas con un palestino”. El ministro se opuso a que las mujeres libanesas pasaran la ciudadanía a sus maridos e hijos sirios o palestinos.
El 22 de junio de 2020, se emitió una circular para tratar el colapso de la moneda libanesa, indicando las condiciones requeridas para obtener dólares en las oficinas de cambio de moneda y se estipuló que se limitara al ciudadano libanés. Si la situación ya era complicada para la población refugiada de Palestina en Líbano, la crisis económica y financiera del país está terminando de hundirles. Actualmente, 9 de cada 10 personas refugiadas viven en situación de extrema pobreza tras la explosión del puerto de Beirut en 2020, lo que supone un aumento del 55% con respecto solo a un año antes.
Después de siete décadas de asilo, lo que pide la población palestina en Líbano no son más que derechos civiles que les permitan vivir dignamente en un país en el que se refugiaron debido a la ocupación israelí de su tierra, Palestina.
En UNRWA trabajamos para que la población refugiada de Palestina en el país pueda prosperar y tener un futuro, cubriendo sus derechos básicos como los sanitarios y educativos, entre otros. Tú también puedes ayudarles.
Soy refugiada de Palestina y llevo sufriendo discriminación desde que nací. Nunca obtuve una tarjeta de identidad que me identificara. Mi documento de identidad se limitaba a un papel azul con mi nombre: “Rayan”. Lo escribí yo misma a mano.
La discriminación contra la población palestina en Líbano no tiene la forma habitual reconocida de cualquier discriminación, exclusión o preferencia basada en la raza, el color, la ascendencia, o el origen, ya que tanto las personas palestinas como las libanesas son árabes, del mismo color de piel, hablan el mismo idioma y en la historia antigua vivían como una entidad única antes del mandato francés y británico sobre los dos países.