El narcotráfico gallego vuelve a ser inspiración de ficción en Clanes, la nueva serie española que Netflix estrena este viernes 21 de junio con Tamar Novas y Clara Lago. Una producción con el sello de El Niño que despierta interés por los entramados y alianzas propios de su temática, y que termina enganchando por la trama romántica de sus protagonistas.
“¿Qué droga es más adictiva, la venganza o el amor?”, plantea la plataforma como eslogan promocional de este título, que consta de 7 capítulos. Una serie que ellos mismos presentan como “una historia de venganza y de amor prohibido”, pero en la que el tráfico de drogas de los clanes gallegos, basado además en un caso real, es más que un simple telón de fondo.
A aquellos seriéfilos que sigan con regularidad los lanzamientos españoles de ficción, les sorprenderá ver que Netflix apuesta por estrenar “otra serie de narcos” propia sólo tres meses después de Mano de hierro, título protagonizado por Eduard Fernández que ha tenido un buen rendimiento en la plataforma y con la que Clanes guarda más diferencias que semejanzas.
Siendo dos producciones basadas en el tráfico de sustancias y la criminalidad, cada una centra el tiro en asuntos distintos: mientras aquella entraba más en el género thriller, con la corrupción y el narcotráfico en el Puerto de Barcelona como leitmotiv, esta se apoya en los narcos de la costa gallega y sus alianzas para transitar por momentos por el drama familiar y, principalmente, por el género romántico. Y es en ello en lo que la plataforma centra su estrategia de promoción, tratando de desmarcarse de producciones similares de las que, pese a todo, resulta complicado desligarse.
Producida por Vaca Films, que ya profundizó en esta temática en la recordada película El Niño, Clanes está creada y escrita por Jorge Guerricaechevarría, guionista de larga y exitosa trayectoria que ya se ocupó de los guiones del mencionado largometraje. Un trabajo, junto a los más de 40 títulos de su filmografía, que inspira y avala una ficción que tiene los ingredientes necesarios de 'taquillazo' para satisfacer al suscriptor promedio de Netflix que busca un maratón de fin de semana, sin ser tampoco una serie inolvidable.
Engancha por su trama romántica...
Clanes se ambienta en el pueblo gallego de Cambados, hasta donde se traslada una abogada llamada Ana (Clara Lago) que pronto empieza a despertar la curiosidad de los vecinos. Entre ellos la de Daniel (Tamar Novas), hijo de un famoso narcotraficante que lidera el clan de los Padín mientras el patriarca cumple condena. Los dos protagonistas no tardarán en entenderse, mientras ella trata de saldar cuentas con su pasado.
Frente a series que se toman su tiempo para arrancar, excediéndose con las presentaciones y dilatando el inicio de la acción, esta ficción deja claro desde sus primeros minutos qué va a contar. Por un lado, muestra el detonante que lleva a la protagonista, Ana, a hacer las maletas y poner rumbo a tierras gallegas con un plan. Y por otro, ya en su nueva casa y tras su primer encuentro con Daniel, evidencia que la suya va a ser una historia de estas destinadas a ser, a pesar de los obstáculos.
Es ahí, ya en el primer capítulo, cuando los personajes interpretados por Tamar Novas y Clara Lago inician un acercamiento que va avanzando a lo largo de las entregas, en paralelo al transcurso de la trama profesional que les une. Una relación que se desarrolla con altibajos, jugando en todo momento con la duda de hasta qué punto es algo real o un enamoramiento interesado por alguna o ambas partes.
La atracción por lo prohibido, o lo poco conveniente, es el motor de esta trama romántica principal de Clanes y también de una secundaria que gana peso capítulo a capítulo, sin llegar a hacer sombra a los protagonistas. Dos historias paralelas que terminan por opacar a otra unión familiar que en un principio genera más interés, y que termina por quedarse inconclusa para decepción del espectador.
...ahondando (de nuevo) en el narcotráfico gallego
Más allá de esta actualización de Romeo y Julieta con olor a salitre en la que se cimienta la promoción de Clanes y que enganchará al público más masivo por sus herramientas de culebrón, encontramos la línea argumental que da nombre a la serie y que vertebra realmente los episodios: las alianzas y operaciones del clan de los Padín, con su líder moviendo los hilos desde prisión y su 'heredero' tomando el mando fuera, mientras las autoridades les acechan en una de las operaciones contra el narcotráfico más importantes de las costas gallegas.
La serie, como ya se ha contado, se inspira en la Operación Nécora, una de las mayores redadas contra el tráfico gallego en los 90. Una conexión con la realidad que puede jugar a favor, llamando a un público interesado en los entresijos de este tipo de procesos, pero que realmente no aporta en cuanto a investigación lo que aportaba Fariña, el germen de las series de narcos made in Spain.
A la ficción de Bambú Producciones para Antena 3, estrenada en 2018, le siguieron otros títulos que encontraron inspiración también en las costas gallegas: desde Operación Marea Negra de Prime Video hasta Vivir sin permiso de Telecinco. Y de todas ellas bebe, en mayor o menor medida, la nueva de Netflix. Con las primeras comparte, evidentemente, la temática, la idiosincrasia y el entorno. Y con la última, la intención de dar peso en la historia a los asuntos familiares y lazos empresariales intrínsecos a todo clan.
En Clanes no faltan las persecuciones y operaciones en mar abierto propias del género, con un nivel de producción notable. Con ellas, y con este juego del gato y el ratón entre policías y delincuentes, empieza y acaba esta ficción que cumple con su función de entretener, pero que pierde la oportunidad de invitar a reflexionar sobre las verdaderas consecuencias de esta problemática que afecta desde hace décadas a esta zona de España, más allá de las relacionadas con personajes concretos de la trama.
Los secundarios elevan el nivel con acento real
Como nota positiva, cabe mencionar el alto nivel al que rinde el reparto secundario y que eleva, en líneas generales, la nota final de la serie. Un cartel esencialmente compuesto por actores gallegos, algo que debería darse por sentado en producciones con historias tan locales y que en la mayoría de ocasiones acaba por no cumplirse.
Junto a Tamar Novas, el compostelano que encabeza el elenco, destacan intérpretes con acento real y con avalada trayectoria en cine y televisión como Xosé Antonio Touriñán (Cuñados), Chechu Salgado (Las leyes de la frontera), Melania Cruz (Malencolía), Miguel de Lira (Cuñados), Diego Anido (As Bestas) y esencialmente una María Pujalte que sobresale entre los demás con un personaje alejado de su perfil, e igualmente sobresaliente.
La excepción en este caso son forasteros como Clara Lago, por cuestiones justificadas de trama, así como el matrimonio que forman Francesc Garrido y Marta Torné, cuya presencia en Cambados también está justificada en la historia y que ejercen como contrapunto de lo local bajo la dirección de Roger Gual.
En definitiva, Clanes pasa el corte como una serie cumplidora para un maratón por su mezcla de géneros, sus ingredientes de culebrón y sus puntos de giro, pero provoca a su vez una reivindicación: que en Galicia hay más que narcos y que lo interesante sería que la próxima serie de esta temática tenga algo importante que contar.