Crítica

'Gen V': al spin-off de 'The Boys' le sobra drama y le falta originalidad para plantar cara a su serie madre

El éxito de las series más populares ya no se mide sólo por su audiencia, sus premios o su número de temporadas, sino también por la velocidad a la que se expanden sus propios universos. A partir de aquí se puede decir, sin atisbo de duda, que The Boys es una de las ficciones más celebradas de nuestro presente, pues en apenas cuatro años ha sido capaz de estrenar tres temporadas, un spin-off animado (Diabolical) y otro de acción real, de nombre Gen V, que ha visto la luz este viernes 29 de septiembre en Amazon Prime Video.

La serie, que sigue las andanzas de un grupo de adolescentes en una universidad para superhéroes, comenzó a aparecer en los medios hace justo tres años. Por aquel entonces, las primeras informaciones lo definían como una versión de Los juegos del hambre “con todo el corazón, la sátira y la picardía” de The Boys. Una mezcla que, a priori, sonaba bien. O al menos eso pensaron en Prime Video, que dio luz verde al proyecto un año más tarde.

“No estáis jodidamente preparados”, declaró entonces Eric Kripke, showrunner de The Boys, antes de apresurarse en aclarar que este nuevo spin-off tendría “un tono y estilo propios”. “Es nuestra versión de una serie universitaria con un conjunto de jóvenes superhéroes fascinantes, complicados y, a veces, mortales”, añadió el productor ejecutivo, que en Gen V cede las labores de showrunner a dos mujeres: Michele Fanezas y Taras Butters.

Más dramática y menos macarra que su serie madre

Sin embargo, el desarrollo de la historia lo firman el propio Kripke y otros dos viejos conocidos de The Boys (Evan Goldberg y Craig Rosenberg), mientras que la dirección y los guiones también cuentan con un mayoritario peso masculino. Y esto, tratándose de una serie derivada de The Boys, se traduce en una avalancha de chistes de penes, de los cuales sólo uno tiene algo de gracia (el del interrogador y sus problemas con los agujeros, en el capítulo 4). Los otros que aparecen en los cinco primeros capítulos, que son los que se han visto para elaborar esta crítica, son un simple recordatorio de que estamos viendo una serie relacionada con The Boys. Igual que las breves apariciones de los personajes de la ficción original, que no van más allá de la mera anécdota.

Aun así, no está de más que de vez en cuando nos recuerden que lo que estamos viendo pertenece al mismo universo que The Boys, porque si el objetivo era dar a Gen V “un tono y estilo propios”, entonces se puede hablar de misión cumplida. En cambio, si la pretensión era distanciarse del original para ofrecer, desde otro enfoque, un producto igual de rompedor para el que no estuviéramos “jodidamente preparados”, entonces la cosa cambia completamente.

Este spin-off, cabe decir, es más dramático que la serie de la que parte, lo cual no tiene por qué ser una desventaja. Más bien todo lo contrario, porque apostando mayoritariamente por el dramatismo, Gen V busca contrarrestar el desgaste que sufren ahora mismos las ficciones superheroicas de tono cómico. También desmarcarse de The Boys, su gamberrismo y su sátira, que ofrece en muy pequeñas dosis cuando lo fácil hubiera sido replicar la exitosa fórmula de la original. Por desgracia, esta valentía se ve deslucida por una historia poco original.

La serie no es -o no es, al menos, durante sus cinco primeros capítulos- una versión de Los juegos del hambre al estilo The Boys. Es, más bien, una serie sobre un grupo de jóvenes que debe investigar un peligroso misterio en su universidad -uno, por supuesto, relacionado con Vought-. Los superpoderes, la sangre y el sexo desenfrenado le dan un envoltorio diferente, “a lo The Boys”, pero el planteamiento en sí no es tan atractivo como el de su progenitora.

Una serie que cumple, pero que no va más allá

Aquí no hay humanos disfuncionales que luchan contra el superhéroe más poderoso y desequilibrado de la Tierra. Aquí hay aspirantes a superhéroe que deben lidiar con sus habilidades, sus circunstancias y sus cosas de adolescentes mientras se ven envueltos en una misión más grande que ellos. Nada que no hayamos visto ya en otras series recientes de adolescentes, y que también juegan a ser 'oscuras', como Miércoles y Las escalofriantes aventuras de Sabrina. Con la diferencia de que éstas cuentan a su favor con protagonistas muy marcadas y construidas para dejar huella, pues para algo ponen nombre a sus respectivas ficciones.

Pero Gen V, dentro de su coralidad, carece de este aliciente. Ni el personaje principal -Marie Moreau (Jaz Sinclair), una joven de pasado traumático con una habilidad especial para controlar la sangre- ni sus compañeros de universidad atesoran el carisma necesario para pensar en ellos al margen de sus superpoderes. Tampoco ninguno resulta aburrido o un lastre por sí solo, siendo el término medio donde mejor encajan Gen V y sus protagonistas.

Es decir, no estamos ante una serie desastrosa que queramos olvidar cuanto antes, pero tampoco ante un prodigio televisivo digno de ser recordado durante años. Estamos, simplemente, ante una serie que sabe apañárselas para cumplir con el expediente, pero que en ningún momento aspira a plantar cara a la ficción de la que nace, su serie madre. Un conformismo que solo se entiende si los responsables de Gen V hubieran desarrollado la serie bajo la atenta mirada de Patriota/Homelander (Antony Starr), vigilante de que nadie se atreva a hacer una ficción mejor de la que él protagoniza.