Acaba el viaje de 'La Ruta', una serie memorable para revisitar al menos una vez en la vida
Marc, Lucas, Toni, Sento y Nuria han llegado al final de su viaje. Atresplayer Premium ha estrenado este domingo 25 de diciembre el octavo y último capítulo de La Ruta, su serie ambientada en el movimiento La Ruta Destroy que agitó Valencia en los 80 y principios de los 90. Un emocionante recorrido por los orígenes del bakalao que ya ha empezado a recibir reconocimientos en forma de nominaciones, y que cierra 2022 convertida en una de las series españolas del año.
Como ese regalo que espera bajo el árbol el día de Navidad, Atresmedia ya tiene disponible en el catálogo de su plataforma de pago la serie al completo. Incluido un octavo episodio, Barraca, 81, que cierra el círculo y lo deja todo listo para la ya anunciada segunda temporada que transcurrirá en Ibiza.
Creada por Borja Soler y Roberto Martín Maiztegui, y producida por Caballo Films, esta ficción se aproxima a los años más importantes de las vidas de cinco amigos interpretados por Àlex Monner, Claudia Salas, Ricardo Gómez, Elisabet Casanovas y Guillem Barbosa en el contexto de La ruta del bakalao. Una serie en La ruta, que no sobre La ruta, que mira a una parte de nuestra historia con los ojos de unos personajes cautivadores y brillantemente construidos e interpretados que llevan todo el peso del relato, y cuyas historias enganchan del primer al último capítulo.
Y precisamente en ese último episodio es donde se obtienen respuestas a las preguntas surgidas a lo largo de una narración que se presenta de lo más novedosa. Porque como ya señalamos en nuestra crítica, La Ruta cuenta la historia de sus protagonistas desde el final al principio, comenzando en 1993 y acabando en 1981, el punto de partida del viaje de Marc y compañía. Y a pesar de la dificultad del reto, lo cierto es que sus creadores y guionistas consiguen acertar con un último giro que descoloca al espectador y que conecta con el primer capítulo, convirtiendo las ocho entregas en un conjunto totalmente redondo.
Así termina 'La Ruta' (Aviso: Spoilers)
El 1x08 de La Ruta nos traslada a 1981, año en que comienza la aventura de los cinco personajes principales. Y no porque empiecen a salir de fiesta por Barraca, que también, sino porque como descubrimos al inicio del episodio, es cuando se forma el grupo a raíz de la mudanza de Lucas y Marc desde Valencia al pueblo en el que viven Toni y Sento y en el que los padres de Nuria tienen una casa de playa.
En ese 19 de marzo, en plenas Fallas, los Ribó comienzan a instalarse en su nuevo hogar con la firme intención de iniciar una nueva vida. Y la gran motivación es dar al pequeño de la familia la oportunidad de empezar de cero en un lugar en el que nadie sepa de dónde viene y en el que solo sea para los demás lo que es para ellos: uno de los suyos.
A lo largo de los poco más de 50 minutos de metraje se van dando pistas sobre el gran giro que llega en los instantes finales: Marc no es el hermano de Lucas, como se venía haciendo creer durante toda la serie, sino un primo al que acogen como uno más en el momento en el que se queda huérfano por la muerte de sus padres en un viaje en avión a Ibiza.
Y precisamente a Ibiza es donde acaba mudándose Marc en el 1x01 de la serie después de convertirse en un DJ de éxito por honrar a Lucas, cuyo sueño de ser el mejor pinchadiscos de La ruta del bakalao se vio truncado al morir en un accidente de tráfico en el que conducía, para más inri, el pequeño de los Ribó.
Con esta revelación se entiende esa rebeldía del hermano mayor y ese odio recíproco con su padre por ser el “descarrilado”, el diferente, que queda patente en toda la serie. Y también la razón de ese amor del pequeño por sus padres y su empeño en ser siempre el hijo correcto, el que les acompaña y está para todo.
Esta vuelta de tuerca totalmente imprevisible se suma al otro gran plot twist de La Ruta desvelado en el 1x06: Vero, la hermana pequeña de Toni, es realmente su hija. Dos giros inesperados que ponen el broche a una historia en la que lo más importante es el viaje y cómo se implica al espectador en él.
Como telón de fondo de estas historias personales, en el último capítulo también se muestra cómo era el movimiento en sus inicios y se homenajea a las figuras clave en su nacimiento. “Aquí la gente no molaba nada hasta que un día llegó un tipo, Juan Santamaría. Y luego Carlos Simó. De repente había cien tíos haciendo ver como que molaban. Y luego mil más, y luego otros mil. Y de repente, de tanto hacer ver como que molábamos, acabamos molando”, cuenta Laura, una amiga del pueblo, reflejando el punto de partida del bakalao.
Una serie en 'La ruta', no una serie de 'La ruta'
Como comentábamos, La Ruta no es una serie sobre el movimiento, sino una serie que transcurre durante el movimiento. Una ficción sobre cinco personajes que vivieron esos años y sobre los momentos más trascendentales de sus vidas en un contexto que hasta ahora nadie se había atrevido a explorar en clave de ficción.
Así las cosas, el retrato que se realiza de La ruta del bakalao es el que se desliza de las propias experiencias personales de los protagonistas, con un impacto más marcado de la época de explosión nacional e internacional de la escena valenciana. Las vivencias nocturnas de los cinco personajes van definiendo lo que son, y aunque hay pocos momentos en los que se explique de manera específica cómo fue La ruta, La ruta es el contexto que lo envuelve todo.
En ese sentido, la estética de cada época y la música del movimiento es hilo conductor de este viaje a través de los años. Sin embargo, y a pesar de que las canciones y los discos tienen una importancia capital en las vidas de Lucas y Marc Ribó, una vez terminada la serie se echan en falta momentos musicales más marcados como el que cierra el capítulo 6 y que es, sin duda alguna, la mejor secuencia de toda la ficción.
Mención especial merecen los equipos de producción, arte, maquillaje, peluquería y vestuario por la ambientación y la caracterización de los personajes perfectamente adecuada a cada año de los doce que se recorren entre el primer capítulo y el último, y también a cada época vital de los protagonistas, que rejuvenecen de los 30 a los 18 de manera totalmente realista.
Todo ello, coronado por un impecable trabajo de dirección e interpretación que hacen de La Ruta una serie memorable y una de las mejores producciones de 2022. A destacar una Claudia Salas que brilla en cada plano, Àlex Monner en el rol principal y la sorpresa Guillem Barbosa, que logran difuminar por momentos esa línea entre ficción y realidad para convertirte en partícipe de sus vidas.
Una serie para revisitar al menos una vez
La estructura narrativa de La Ruta es el gran acierto de la serie, pues no solo consigue tener al espectador pegado a la pantalla e interesado por descubrir los detalles de ese viaje atrás en el tiempo, sino que deja una sensación al terminar que muy pocas ficciones logran: ganas de volver a verla de principio a fin.
Su valiente planteamiento regresivo hace a La Ruta una serie única en la industria patria. En un principio podía dejar dudas sobre cómo podría cerrarse la serie de manera satisfactoria para un espectador que conocía ya el final de la historia. Una vez vista al completo, lo cierto es que ese último giro es la sorpresa perfecta que enlaza el último capítulo con el primero, y redondea el conjunto.
Es la guinda que, a su vez, despierta el gusanillo de volver a empezar la ficción desde el primer capítulo y descubrir en un segundo visionado todos los detalles que en el primero no quedaron tan en evidencia, pero que siempre estuvieron ahí. La Ruta es una serie para revisitar al menos una vez desde la mirada del que ya lo sabe todo, porque aun sin el efecto sorpresa de los giros, tiene la capacidad de ser un viaje del todo enriquecedor y disfrutable.