Crítica
'Las de la última fila', una serie para reír, llorar y aprender con cinco mujeres maravillosas
Netflix estrena este viernes 23 de septiembre Las de la última fila, la primera serie creada por el cineasta español Daniel Sánchez Arévalo. El director de Diecisiete, La gran familia española y Primos vuelve al medio donde dio sus primeros pasos profesionales como guionista, ahora como máximo responsable de una historia que muy posiblemente te sacará una sonrisa después de hacerte llorar.
Sara, Alma, Carol, Olga y Leo eran las chicas de la última fila cuando se conocieron en el colegio. El tiempo forjó entre ellas una bonita amistad que se puso a prueba con el paso de los años, pero ahora, cumplidos los treinta y tantos, se han visto empujadas a organizan un reencuentro muy especial porque una de ellas tiene cáncer: es hora de raparse el pelo para estrechar lazos y atreverse a hacer lo que nunca hicieron.
Este es el punto de partida para la serie que produce Atípica Films, que en seis capítulos nos permite acompañar a estas cinco mujeres que ponen rumbo a la costa de Cádiz para afianzar su relación y desafiar sus miedos.
En ese viaje se ha reservado una sexta plaza para el espectador, porque Sánchez Arévalo consigue que nos encariñemos con los personajes a los que interpretan Itsaso Arana (Reyes de la noche), Mariona Terés (Entrevías), Mónica Miranda (Dos vidas), María Rodríguez (Los herederos de la Tierra) y Godeliv Van den Brandt (Sky Rojo).
Resulta fácil 'apuntarse' al plan, compartir esta bonita experiencia que sucede allí donde las frías aguas del océano Atlántico se templan con las del Mediterráneo, como si fuera esto una metáfora de lo que ocurre en el seno de esta pequeña familia que sobrevive porque las diferencias se hacen chiquitas cuando ganan el respeto y la empatía.
Sánchez Arévalo deja claras sus pretensiones y nos permite asomarnos al mirador desde el que contempla la vida. Se percibe mucho sentimiento en Las últimas de la fila, mucha reflexión personal acerca de las cosas verdaderamente importantes, aquellas de las que nos acordamos cuando todo se viste de gris por una mala noticia.
La amistad es el eje central de esta comedia alocada que se pone sensible para recordarnos que el amor se tiene que cuidar día a día. Es un tema manido, no nos vamos a engañar, pero es tan importante que no está de más recordarlo, y contado así, desde este punto de vista, gana cierta originalidad.
Mucho a favor, también sus personajes secundarios, y solo algunos 'peros'
Desde un punto de vista técnico, la serie funciona a la perfección. Sus capítulos de 45 minutos están llenos de giros que aportan un ritmo bastante acelerado. El director pisa el freno para tocar la fibra sensible, para forzarnos a reflexionar sobre la vida, sobre nuestras vidas, porque es muy probable que nos sintamos identificados con estas mujeres que, de alguna manera, representan la diversidad de la sociedad en la que vivimos.
Aunque hay alguna escena mal ejecutada, metida con calzador, e incluso alguna interpretación que resulta inverosímil, la historia atrapa desde el primer instante. Ayudan su velocidad, el suspense de la trama, la música y la belleza de sus imágenes, y también reman a favor los personajes secundarios de la serie.
Javier Rey, Carmen Machi, Michelle Jenner, Macarena García, Antonio de la Torre y Rigoberta Bandini interpretan pequeños papeles que aportan frescura y exprimen aún más la historia de sus maravillosas protagonistas.
Con Las de la última fila llega a Netflix una de esas comedias que nos hacen pasar un buen rato mientras nos remueven con pequeños matices que marcan el camino. También tiene lugares comunes y algunos chistes fáciles, pero así es la vida y así la pinta Daniel Sánchez Arévalo en su primera serie propia. Ojalá haya muchas más.