Crítica
'Lupin' vuelve para confirmarse como el protagonista más carismático de Netflix, pero en su temporada menos consistente

Omar Sy como Assane Diop en 'Lupin' T3

Marcos Méndez

De entre la enorme cantidad de títulos que Netflix estrena cada semana y cada mes, cada vez es más extraño que alguno de ellos concite una sonrisa mundial y se convierta en un lanzamiento -o regreso- esperado por sus millones de suscriptores en todos los países. La plataforma, que hace ya tiempo se decantó por la cantidad sobre la calidad, sigue teniendo 'joyitas' que conforman su marca y su universo y animan a sus suscriptores a seguir siéndolo. Y una de ellas es Lupin.

La ficción francesa estrena este jueves 5 de octubre su tercera temporada en la plataforma. Una “Parte 3” que está conformada por siete capítulos de 40-50 minutos, y que en verTele ya hemos podido ver al completo gracias a que Netflix nos ha facilitado el visionado de sus siete episodios. Lo remarcamos porque es cada vez menos habitual, y para elaborar una crítica como la siguiente resulta indispensable poder medir y valorar a la ficción en su totalidad, y no perdiéndonos en la mitad de temporada, o incluso con sólo una o dos entregas. Así que el agradecimiento es sincero por permitirnos hacer nuestro trabajo.

Pero dejando las luchas periodísticas a parte (perdón por implicar al lector así), lo verdaderamente importante es que el actor y cómico Omar Sy vuelve a encarnar el personaje de Assane Diop, un ladrón de lujo inspirado por las aventuras de Arsène Lupin, el personaje creado por Maurice Leblanc. Y que la ficción creada por George Kay y François Uzan puede eternizarse si así lo desea, porque su trama y sus giros dan para ello.

Esta temporada parte con una importantísima novedad: la identidad de Assane Diop fue descubierta. Ahora se enfrentaba a la dificultad de ser uno de los rostros más famosos de Francia, con la duda de si seguiría siendo el mejor de los ladrones, o daría un paso al lado para vivir lejos de los focos. Y hablar de esta tercera temporada es hacerlo de dos hitos claves que, lógicamente, no desvelaremos por no hacer spoilers. Lo que parece es que sus creadores habían tenido dos buenas ideas para enfocar la trama, sin caer en que combinarlas podía resultar muy difícil.

Podríamos decir que por un lado está el “presente” del protagonista. Una trama que muestra cómo se ha convertido en el rostro más famoso de Francia, que su cara copa los informativos y programas, y la gente llena la calle aclamándole como a un Robin Hood. Algo que, obviamente, dificulta su labor como ladrón. Pero a la serie le aporta sus mejores ingredientes, enganchando con sus disfraces y planes magistrales para cometer un nuevo robo pese a tener todos los ojos del mundo mirándole, y siendo capaz de “desaparecer” de forma voluntaria.

Este lado es principalmente el que demuestra que Lupin es el protagonista más carismático de Netflix. Más que Seong Gi-hun en El juego del calamar, más que Once en Stranger Things, mucho más que Joe Goldberg en You, más (gracias a sus características) que Henry Cavill en The Witcher y Jenna Ortega en Miércoles, y de momento más que Berlín, ahora que inicia su propia historia tras La casa de papel y seguro que generará comparaciones por ser genios de los robos. Quizás sólo Duque (Regé Jean-Page) en Los Bridgerton pueda equipararse, por esa combinación de atractivo, pero es que Lupin gira completamente en torno al personaje interpretado por Omar Sy, que vuelve a ser la gran estrella y acrecienta su estatus en el universo de la plataforma haciendo valer su doble faceta interpretativa y cómica.

Por otro lado está el “pasado” del protagonista. Esta tercera temporada es mucho más introspectiva, no sólo con la familia que ha formado (en la que su mujer Claire, interpretada por Ludivine Sagnier, gana protagonismo y relevancia), sino sobre todo con la familia de sangre de Assane Diop. La serie viaja a menudo al pasado para conocer a su protagonista y comprender por qué hoy es una reencarnación de Arsène Lupin. De este lado sale el segundo foco principal de la temporada, por la aparición de dos personajes claves en su vida que se sitúan como el villano (que sorprendentemente funciona porque la serie “crea su mito” sin tener apenas necesidad de mostrarlo) y como su anhelo (poco podemos decir sin desvelar, pero Assane Diop lo arriesga todo para conseguir arreglar su situación). Y le permiten incluir importantes mensajes sobre la discriminación racial o el edadismo.

Dos buenas ideas con una mezcla difícil

El problema es que juntar esas dos tramas, que por separado son muy buenas ideas, resulta complicado. Al mezclarlas y hacerlas avanzar a la vez, se generan momentos increíbles en el sentido literal de la palabra, no porque sean extraordinarios. Momentos que resultan imposibles de creer porque si nos presentan a Assane Diop como el rostro más famoso de Francia, luego no puede ser que “desaparezca” voluntariamente y aún así se mueva como si nada, sólo con simples apuntes de “parecerse al ladrón ese”. O que por centrarse en la segunda trama, parezca que la primera se ha olvidado y no es importante hasta que la serie quiere juntarlas de nuevo. Hay hitos que no podrían quedar en segundo plano, que si se marcan deberían marcar siempre el desarrollo de la serie. Y no lo consigue.

Centrarse en el lado más personal del protagonista opaca el del personaje y sus robos, provocando también que la trama policial quede más arrinconada y que la magnífica relación con el agente Youssef Guédira (interpretado por Soufiane Guerrab) con su admiración por Lupin como nexo, tenga por momentos menos protagonismo. Una lástima, porque esa conjunción sigue siendo la que mejor funciona de la serie junto a la que tiene con su amigo Benjamin Ferel (Antoine Gouy). A cambio, el nuevo y en buena parte misterioso villano que aparece como un fantasma de su pasado mete a Assane Diop en una dinámica de “retos” que permite brillar a la serie explotando su ingenio y sus planes de robo... como hasta ahora hacía Lupin. Es decir, que lo que mejor funciona de lo nuevo es seguir con lo antiguo, y eso no habla bien de la novedad.

En cualquier caso, la gran fuerza de Lupin es Omar Sy, que como Assane Diop se confirma como el protagonista más carismático de Netflix. Sólo con él, y gracias a esa estructura que puede combinar lo episódico con la trama de temporada, la serie francesa puede alargar un prolífico recorrido en la plataforma, en el que habrá que aceptar sus altibajos y dudas con la ventaja de que, a los que nos gusta, seguiremos impacientes por recibirla.

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