Cuatro meses después de acabar la octava ronda de Pesadillas, laSexta sirve ahora la quinta de ¿Te lo vas a comer?, su otro gran formato cocinado para Alberto Chicote, convertido a estas alturas en el gran prescriptor de la televisión en materia de alimentación.
El mediático chef madrileño tiene ante sí cinco nuevos platos difíciles de tragar, en algunos casos literalmente, como las alergias alimentarias y el desconocimiento generalizado, el comercio legal de setas, la calidad de los menús del día, la seguridad en los banquetes de bodas y las reseñas de establecimientos. “No hay ningún tema que puedas decir que no te toca”, comenta a verTele el cocinero, tan afable como franco en su respuestas, sobre un programa que le permite, en sus palabras, “ir un paso más allá” a lo que hace en cada visita a los restaurantes de Pesadilla en la cocina.
Aunque este último es el espacio al que más fácil es asociar a Chicote, ¿Te lo vas a comer? también ha ganado presencia en su currículo después de cinco temporadas, justo la mitad de las que acumula el docurreality. Es el que vuelve este jueves 22 de junio a la parrilla el que, además, le ha permitido abrir vías de expresión en televisión; de hecho, tras él han llegado otras apuestas de más corta duración como Auténticos o Fuera del mapa donde ha podido crecer como presentador.
¿Está interesado en seguir saliendo de las cocinas ante las cámaras? Él se lo toma con filosofía y agradece el tratamiento y gestión de producto que hace Atresmedia. “Cuando la cadena encuentre un formato que crea que a mí me viene bien, va a tirar de mí”, dice. “Ya no es que yo quiera cambiar de cosas, es que estoy abierto a que me digan: 'Oye, Alberto, creo que podrías hacer esto muy bien'”. Entre tanto, toca preguntarle también por lo que nos vamos a llevar a la boca desde esta semana a la hora de la cena en laSexta.
Han pasado cerca de dos años desde la anterior temporada, pero entre tanto estuviste con el especial sobre las residencias. ¿Está uno preparado para afrontar la clase de situaciones que uno acaba encontrándose en 'Te lo vas a comer'?
Sí, la verdad. Es un programa que necesita de mucho compromiso y de mucha preparación propia. Sabes que te vas a encontrar con cosas que no te van a hacer maldita la gracia, como te puedes imaginar. Estamos hablando de intentar destapar o descubrir cosas que tienen que ver con la alimentación y que no nos hace ninguna gracia a ninguno de los que respetamos las normas. El decirle a la gente: Oye esto es lo que hay y hemos encontrado. No es agradable pero es muy necesario. Además, siempre he dicho que Te lo vas a comer me trae un feedback de vuelta del espectador que te dice que menos mal que alguien cuenta estas cosas que tanto nos interesan.
En esta quinta temporada, además, vamos con cinco temas que son muy, muy cercanos a todos lo que nos ocurre a todos cada día. El tema de las reseñas de internet, el tema de las alergias e intolerancias, el menú del día, las setas, las bodas... Son todo temas que nos tocan. No hay ninguno del que puedas decir que esto no te toca. Todos te tocan directamente a ti, y es importante que les demos toda la voz que se necesita.
En esta temporada hay bodas, menús del día, setas... Con todo lo que has visto en tus años en Pesadilla como en este mismo programa, ¿hay margen para que te sorprenda lo que puedes llegar a encontrarte en las cocinas de restaurantes y negocios?
Fíjate, un programa como el de reseñas empieza porque un día recién abierto mi restaurante Omeraki me llega un e-mail donde un señor al que desconozco me dice que los comienzos son muy duros y que si me interesa un número de reseñas cinco estrellas que le conteste para que negociemos el precio. ¿Cómo? ¿Qué me estás contando? A partir empezamos a tirar del hilo. No tenía ni puta idea de que había un submundo detrás de todo esto de las reseñas positivas en los establecimientos. De las positivas o las negativas. Porque puedes comprar positivas para ti o para otro, o puedes comprar reseñas negativas para hundir a otro, que es espeluznante.
Uno de los temas de esta temporada son las reseñas falsas. Con 'Pesadilla...' nos hemos acostumbrado a ver a hosteleros que niegan la realidad negativa de sus negocios. ¿Pero cómo es luchar cuando son otros los que quieren hablar mal de ti?
Es muy difícil. Porque además, dentro de los algoritmos de las plataformas, las reseñas negativas cuentan mucho más que las positivas. Tú entre un cinco y un uno, no tienes de media un tres, es un uno y pico o dos como mucho. Por esto se genera un negocio en torno a esto, porque alguien dice: 'Creo que a los restaurantes les vendría muy bien muchas reseñas positivas para alzarse dentro de una lista'. Hay gente que ha dibujado ya un negocio alrededor de eso, un negocio ilegal, con unas estrategias para que no se perciba que es de este modo, y poderte engañar a ti como consumidor. El día que vas a elegir restaurante para ir con tu pareja o con tu familia veas que el sitio es maravilloso y la experiencia va a ser cojonuda... Hasta que te encuentras que igual todas esas reseñas directamente están así porque de un modo u otro se han pagado. Ya sea con pasta, o porque te llega el camarero y te dice que si te pone cinco estrellas te regalo el vino o el postre...
Evidentemente, 'Pesadilla en la cocina' es el referente que todos tenemos al pensar en ti, después de más de 10 años, pero '¿Te lo vas a comer?' también atesora ya cinco temporadas hasta la fecha y ha tenido un impacto evidente. ¿Cómo valoras la importancia del programa en tu carrera?
Desde el principio fue una propuesta que me gustó mucho y que era un paso más allá después de haber hecho, en aquel momento, la cuarta o quinta temporada de Pesadilla en la cocina. La cadena me lo propuso como un paso más allá, de pasar solamente de enseñar y proponer unas cosas a los restaurantes a ir al gran mundo de la alimentación y denunciar cosas que están ocurriendo y a la que alguien tenía que darles voz. Desde el principio ha tenido una muy buena acogida por el público porque todos entienden esto: estás dando voz a gente a la que habitualmente no se les escucha.
Hablamos de los programas que más repercusión social han tenido, como el de las residencias de mayores, los hospitales, los colegios... Hemos tratado temas que creo que siempre consiguen que al día siguiente de la emisión algo haya cambiado. Que haya, por lo menos, una concienciación mayor con respecto a algunos temas que la gente desconoce porque no les toca, o porque los que los conocen no tienen este altavoz que supone la televisión y que laSexta decide poner para que lo vea todo el mundo. Que Atresmedia ponga un programa como este en el prime time de una cadena como laSexta demuestra mucho de su intención, porque si no podríamos estar en la mañana del martes y no nos vería nadie. Poner en prime time un programa como Te lo vas a comer, de denuncia, dice mucho de la cadena.
De hecho, te ha servido para ampliar tu rol en televisión como presentador también. ¿Experiencias como estas te motivan para ampliar fronteras como presentador, y para querer abordar otros formatos?
La verdad es que desde que empecé a trabajar con Atresmedia siempre he tenido la fortuna de tener no solamente la sensación, sino el conocimiento, de que estoy en las mejores manos. Es decir: cuando la cadena encuentre un formato que crea que a mí me viene bien, va a tirar de mí y me lo va a proponer. Ya he hecho otras cosas, y siempre ha salido bien y ha funcionado bien. Ya no es que yo quiera cambiar de cosas, es que estoy abierto a que me digan, 'Oye, Alberto, creo que podrías hacer esto muy bien'. Yo cuando empecé a hacer Pesadilla no tenía ni idea de si podía hacerlo bien. Y alguien me dijo: Lo vas a bordar. Once años después aquí estoy, así que... Cualquier otra cosa que me llegue será de vamos a por ello.
¿Cuesta no implicarse emocionalmente o mantener el tipo ante ciertas tesituras como las que se ven?
No me cuesta implicarme emocionalmente porque creo que es la piedra de toque para que las cosas funcionen. Si no te implicas personal y emocionalmente con el trabajo que estás haciendo, para mí estás perdido. El esfuerzo siempre viene por no dejar de implicarte, no por lo contrario. Siempre hay que ponerse en los zapatos de quien está en frente de ti.