Manu Baqueiro e Itziar Miranda, ante el fin de 'Amar es para siempre': “Al principio estuvimos con muchos lloros”
Los nombres de Itziar Miranda y Manu Baqueiro son inseparables a los de Manolita y Marcelino, los personajes que llevan interpretando desde hace 18 años en las sobremesas de nuestra televisión. Primero en la iniciática Amar en tiempos revueltos (La 1; 2005-2012) y actualmente en su longeva continuación, Amar es para siempre (Antena 3; 2012-actualidad), que encara la última temporada de su historia. Porque como dice Baqueiro, “todo tiene un principio y todo tiene un final”, y el de Amar es para siempre promete ser “por todo lo alto”, según sus protagonistas.
“Al principio todos estuvimos con muchos lloros y lágrimas, pero no sólo de tristeza, sino también de emoción, de decir que ha llegado el momento de acabar”, comenta Miranda, junto a Baqueiro, en un encuentro con verTele y otros medios durante el FesTVal de Vitoria. En este sentido, la actriz celebra que la serie vaya a finalizar en “un momento precioso” como el que está viviendo actualmente Amar, con una “audiencia increíble”, “un elenco brutal y unos guiones increíbles”. “Lo bonito es que no estamos desgastados ni en el punto de que a nadie le interesa la serie”, coincide el madrileño.
De momento, ni él ni su compañera saben cómo será el esperado final, pero sí tienen claro que no quieren muertes y sí mucha emotividad y encuentros familiares. En cualquier caso, sí hay algo que morirá con el final de Amar : la vida que hasta ahora llevaban sus dos actores más emblemáticos. “Va a ser un cambio de vida y tienes que hacer un trabajo. Porque levantarte todos los días a las 6 con tu seguridad, tu sueldo y tu serie, pues bien, pero ahora tienes que volver a buscarte la vida, que es de lo que va esto”, apunta Baqueiro
Sin embargo, ofertas no parece que les vayan a faltar. “Somos unos afortunados en la profesión, porque desde que la gente sabe que Amar se acaba hemos recibido muchos mensajes y muchas llamadas de gente que quiere trabajar con nosotros y que ha dicho: 'Anda, por fin podremos trabajar con vosotros dos'. Y esto puede salir o no puede salir, pero es hermoso”, reconoce Miranda.
¿Cómo habéis vivido este tiempo desde el momento en el que os dicen que la serie llega a su fin?
Itziar Miranda (I.M.): Nos lo dijo Edu [Casanovas, director y productor ejecutivo] y al principio todos estuvimos con muchos lloros y lágrimas, pero no sólo de tristeza, sino de emoción, de decir: “Ha llegado el momento de acabar”. Y además es que no acaba porque vaya mal, no; la audiencia va increíble, incluso mejor que otros años, estamos en un momento precioso de Amar, con un elenco brutal, unos guiones increíbles y es cuando te dicen: “Amar acaba”. Y así lo vives con más emoción, sabiendo que es bonito que nos hagan acabar así y que la cuiden así antes que pensar: “Ya me lo esperaba, porque estábamos haciendo una audiencia horrible”. Lo ves como un regalo, como una forma de pensar a ver qué nos depara luego la vida, y de que aquí, ahora en el presente, acabemos Amar con burbujas.
¿Habéis pensado ya cómo va a ser ése primer día en el que os levantéis en casa y no tengáis que madrugar?
Manu Baqueiro (M.B.): ¡Yo me voy a Brasil en cuanto acabemos!, no te voy a decir la fecha para no dar pistas [risas]. Son muchas sensaciones. Primero, cuando te dan la noticia te quedas un poco en shock, pero luego ya dices que son muchos años ya y es una etapa, y lo bonito es que no estamos desgastados ni en el punto de que a nadie le interesa la serie, sino que vamos a acabar por todo lo alto. Y efectivamente, va a ser un cambio de vida y tienes que hacer un trabajo. Porque levantarte todos los días a las 6 con tu seguridad, tu sueldo y tu serie, pues bien, pero tienes que volver a buscarte la vida, que es de lo que va esto. Yo creo que va a haber mucha pena, mucho orgullo, mucha satisfacción y también muchas ganas de otras aventuras. Todo tiene un principio y todo tiene un final.
I.M.: También es verdad que somos unos afortunados en la profesión, porque desde que la gente sabe que Amar se acaba hemos recibido muchos mensajes y muchas llamadas de gente que quiere trabajar con nosotros y que ha dicho: “Anda, por fin podremos trabajar con vosotros dos”. Y esto puede salir o no puede salir, pero es hermoso.
¿Alguna de esas ofertas pretendía aprovechar la química que hay entre vuestros personajes?
I.M.: Creo que no…
M.B.: ¿No te has enterado todavía? [risas]. Luego te explico en privado. ¡Pide mucho!
I.M.: Creo que son proyectos independientes el uno del otro, que eso también va a ser… ¡a ver con quién tengo yo que besarme a partir de ahora!
M.B.: ¡Yo es que me voy a poner celoso cuando te vea en la tele besando a otro, tía!
I.M.: De hecho, la gente por la calle cuando me ve con mi marido de la vida real, me dice: “¿Dónde está tu marido?”. Y digo: “Aquí”. Y me dicen: “No, el de verdad”. Pero creo que somos unos afortunados, y yo más que plantearme qué va a pasar el día después, que es algo que todavía no me había planteado, e igual tengo que ir al psicólogo mañana para trabajarlo, me planteo cómo vamos a acabar. Yo no sé cómo va a ser esa última secuencia, espero que sea de llorar y que sea emocionante porque no sé cómo la vamos a afrontar nosotros y todo el equipo que hay detrás de las cámaras con los que tantos años llevamos, porque llevamos doce años en Antena 3, pero llevamos más años. El 90% del equipo es el de siempre y hemos crecido juntos.
¿Sabéis cómo va a ser el final?
I.M.: No, pero nos encantaría saberlo.
M.B.: Yo sé cosillas, pero no te las voy a contar. Es que, hija, tu muerte va a ser muy dura [risas].
I.M.: ¿Qué preferiríais, que muriera Marcelino o Manolita?
¿Qué final os gustaría?
I.M.: Morir, no.
M.B.: Yo prefiero morirme yo a que se muera Manolita.
¿Una reunión con los hijos?
M.B.: Eso sería bonito. A mí me gustaría un encuentro familiar a lo grande, con toda la familia que hemos tenido, primas… Sería muy bonito. Pero yo no tengo ni idea de cómo va a ser el final.
Para vosotros, ¿cómo va a ser el no veros cada día?
I.M.: Bueno, vivimos al lado y nos vemos en el gimnasio, así que igual sí que nos seguimos viendo.
M.B.: Y nos vamos a ver desde otro lugar que también va a molar mucho porque vamos a quedar para tomar un vino, no pasar un texto.
I.M.: Sí, y es que ahora hace ya un tiempo que, por cosas de la vida, no quedamos para tomarnos un vino en condiciones porque nos vemos todo el día y luego quieres hacer otros planes.
M.B.: Y ver a otra gente. Es normal. Yo creo que en ese sentido va a estar bien.
En ese futuro que planteamos después de 'Amar es para siempre', ¿os meteríais en otra serie diaria?
I.M.: Yo pienso en proyectos más que en formatos. Si el proyecto es precioso…
M.B.: Nunca te diré que no. Si el proyecto es interesante, lo haría. Ahora estoy de teatro con la obra Una semana nada más, junto a Javi Pereira y Marina San José, y ahí tengo un buen jaleo porque tenemos una gira muy gorda. Pero más allá del formato, yo creo que lo interesante es el proyecto y el personaje.
I.M.: A mí me pasa igual. Ahora voy a compaginar una película con Amar y he hecho otra en julio. Y me ha interesado el proyecto, no era por lanzarme a hacer cine en sí. Pero en realidad es que me gusta mucho trabajar y madrugar.
M.B.: ¡Y que te pagaban una pasta, Itziar, dilo! [risas].
I.M.: ¡Qué va, pero si hemos estado tantos años en Amar porque éramos baratos!
Has dicho que Manolita ha sido una referente para muchas mujeres. ¿Qué balance haces de haber hecho un personaje así?
I.M.: Mira, yo creo que Manolita es el personaje menos encasillado que hay en sí mismo. Ella entra con 18 años a la serie cuando era la novia de Marcelino, y ahora tiene 60. Y en todos estos años Manolita ha evolucionado muchísimo. La Manolita del principio no es la misma de ahora. Hemos pasado de la Manolita que era novia de Marcelino y no se podían casar, y le decía “por favor, hazme un hijo porque, si no, no nos vamos a poder casar ni para atrás”, a la Manolita que de repente entiende que tiene una hija lesbiana en un momento en el que la homosexualidad era condenada con la cárcel; esa Manolita feminista no era la Manolita del principio. Ella era una Manolita religiosa por la época y educación; era de derechas porque su padre era alcalde de la CEDA. Y ahora es una mujer muy feminista, con una idea muy diferente, muy revolucionaria. Es un personaje que ha evolucionado muchísimo. Y así deberíamos ser. Antes no me gustaba carne y ahora la como, porque estamos en evolución y cambiamos. Y Manolita es un ejemplo de eso. Es un referente, y es un lujo que la gente me quiera un montón.
Después de los 2.700 capítulos, ¿qué secuencia recordáis especialmente?
M.B.: Yo recuerdo cuando Manolita estaba enferma en el hospital por el atentado de Atocha y Pelayo y yo veíamos que te morías. Eso nos sacaba de nuestro lugar, porque normalmente Marcelino se dedica más a la comedia, y de repente estábamos llorando. Yo miraba a Itziar y por momentos creía que se moría. Y yo no podía parar de llorar. Yo esa la recuerdo con mucho cariño porque fue muy diferente y muy bonita. De repente estás en un plató con un equipo de 100 personas que te ve todos los días y rompían a aplaudir. Notabas la empatía entre el personaje y las personas, y a mí ésa me removió mucho.
I.M.: Yo soy incapaz de quedarme con una secuencia, pienso en muchos momentos y lo que sé es que voy a echar de menos nuestros ataques de risa de las tardes, que nos echan unas broncas los directores porque no hay manera de grabar, y no podemos mirarnos, acabamos mirando para otro lado…
M.B.: Cuando en una secuencia ves que Marcelino mira para un lado y Manolita para otro, es que no nos podemos mirar.
I.M.: Hay una gran complicidad, y ya sin mirarnos sabemos que estamos pensando en lo mismo.
¿Y si surge seguir de alguna forma, como en spin-off, lo haríais o consideráis que éste ya tiene que ser el final?
I.M.: Depende de lo que sea. Yo siento una gran fidelidad hacia Diagonal y Antena 3 porque nos han cuidado un montón y nos han tratado increíble. Somos una familia. Jaume (Banacolocha, CEO de Diagonal) es como un padre para nosotros, y si tu padre te dice “ven a comer el domingo a casa”, tú vas el domingo a comer a casa. Pero porque te apetece y te hace ilusión. Con Diagonal raro será que no trabajemos siempre que nos llamen, a no ser que tengamos algún conflicto de intereses porque estemos en otra cosa. Y lo otro no sé, ni nos lo planteamos, pero si hacen “Marcelino y Manolita en Nueva York” o en Brasil en la playa...
M.B.: Asturianos por el mundo.
I.M.: Sería divertidísimo.
¿Vais a hacer con el equipo algo especial para el final?
I.M.: Una fiesta, y estáis todos invitados porque los periodistas nos habéis cuidado mucho durante muchos años.
Manu, ¿has ayudado a algún concursante de 'MasterChef Celebrity' con tus consejos tras tu experiencia?
M.B.: Sí, pero no te lo puedo decir.
De las tramas de esta última temporada, ¿cómo va a ser la vuelta de Lola a casa?
I.M.: Muy emocionante y bonito. Es que, ¡qué suerte hemos tenido con nuestros hijos! Qué pedazo de actores todos: Manolín, Luisita, María, Marisol… Hemos tenido muchísima suerte con cada uno de nuestros hijos. Y el caso de Lola, que es Clara Garrido, es una pedazo de actriz que siempre está a favor de obra, que se está haciendo ocho secuencias al día y que encima es encantadora, maja y guapa. ¡Lo tiene todo!
De las series diarias es que han salido grandes actores.
M.B.: Es que si no das el callo, se te ven las vergüenzas, así que te esfuerzas más. Es otro ritmo, tienes que hacerlo bien y en menos tiempo.
Lydia Bosch, al hilo de su experiencia en ‘Mía es la venganza’, decía que a veces no estás de 10, sino de 8, y que tienes que aprender a querer esos 8, que también están muy bien.
I.M.: Aquí se hace una cura de humildad muy grande. Y a veces tienes secuencias que son más para otro personaje, y tú tienes que saber en ese segundo, tercer o cuarto lugar.
Y en las diarias una de las claves es el trabajo en equipo.
I.M.: Tenemos un equipazo.
M.B.: Y es una serie muy coral, todos tenemos nuestro protagonismo pero es una maquinaria que engloba a mucha gente y a muchos actores. Son dos platós grabando a la vez, y a veces estamos hasta tres unidades grabando. Y esto tiene que funcionar, y para que alcance un cierto nivel todo tiene que estar muy bien engranado.
I.M.: Y nos cuidamos mucho por eso. Para estar bien y para animarnos cuando no tenemos un buen día. Nos pedimos luego un vinito o un pincho de algo para animarnos, decirnos que esto es muy bonito y que somos unos afortunados de estar aquí. Es que aquí quiere entrar todo el mundo. Yo recuerdo que me encontraba con Miriam Díaz Aroca por la calle y me decía: “Quiero estar en Amar”. O Nancho Novo sentarse y decir: “No me creo que esté sentado en el Asturiano”. Fernando Cayo diciendo: “No me quiero ir de Amar”.
M.B.: O Javier Bardem, ¡que ha hecho ya tres castings y no lo cogen!
I.M.. ¡Penélope Cruz no lo ha conseguido todavía! [risas].
Para el último capítulo.
I.M.: ¿Te imaginas que esa es la sorpresa? Y las señoras diciendo: “¿Y quién es esta? Que no es ni Luisita ni Amelia ni nadie” [risas].
¿Qué haréis cuando se apague la luz en el último set?
M.B.: Emocionarnos mucho y emborracharnos mucho.
I.M.: Brindar.