‘Una serie de catastróficas desdichas’, Review Final: Una serie que pide más
Por Cristina Company
Todos los espectadores habrán observado el poco riesgo que ha tomado la serie desde su inicio hasta su final. A continuación, vamos a analizar el desarrollo de la temporada y los elementos que hemos odiado, amado o necesitado. O todo a la vez.
(¡Cuidado… SPOILERS!)
¿Lo amas o lo quieres? Personajes que generan muchos dilemas
En esta serie existe un problema principal: ¿los personajes nos gustan o no? Primero odias al conde Olaf; luego ves un reflejo de Neil Patrick Harris ('Cómo conocí a vuestra madre') y te gusta. Los niños Baudelaire igual, ¿son repelentes o no?
Este mar de dudas se va resolviendo a lo largo que avanza la temporada. Pero no nos olvidemos que, si la renuevan, esto puede cambiar. Al principio, que Lemony Snicket nos contase como se desarrollaba la trama nos parecía extraño pero original. Sin embargo, al final de la temporada te acostumbras, es original pero innecesario si hablamos sobre el desarrollo de la trama. El personaje que da vida al autor de los libros cuenta lo que estamos viendo y reflexiona sobre ello. No necesitamos a alguien que nos lo cuente, necesitamos verlo. Sin embargo, aporta un toque humorístico que dota a la serie de un ritmo más alto, algo que la serie pide a gritos.
En cuanto a los niños, lo primero que sentimos es pena desde el inicio al final. Se trata de personajes con un carisma excepcional que transmiten su propósito a la perfección: que sintamos lástima por ellos. El momento en el que los supuestos padres van a encontrarse con sus hijos y, de repente, esos padres no son los Baudelaire, sino unos amigos. Ese momento, bajo mi punto de vista es desolador.
Sin embargo, algo que sí tenemos claro es que el personaje más odiado es el señor Poe. ¡Por favor, qué desesperación! Es el ejemplo perfecto de la ineptitud. El actor que lo interpreta es digno de admirar dado que ha conseguido desesperar a todo el público.
Una trama que sabe a segunda temporada
Esta primera temporada contaba con ocho capítulos (dos capítulos por cada libro). Por tanto, la primera entrega nos ha narrado la historia de los cuatro primeros libros. Handler y Sonnenfeld han querido narrar la historia desde un punto bastante fiel a la trama real.
Esta opción puede que disguste a muchos espectadores por la poca originalidad… Pero, ¿en qué quedamos? O somos fieles a la historia o somos originales y los espectadores se quejan de la falta de fidelidad literaria. Ser fiel a la historia real no es, en este caso, un error. Al menos, en la primera temporada.
Quienes vieron a Jim Carrey interpretar al conde Olaf y que también se han leído los libros les gusta esa añoranza de una serie que historias que enganchan, que atraen al espectador. Es cierto, que se busca más aventura y más tramas nuevas pero la serie no ha acabado aún.
¿Qué va a pasar?
Bueno, esta pregunta podemos medio contestarla. No sé trata de ninguna exclusiva, sino que toda la campaña de marketing de ‘Una serie de catastróficas desdichas’ e incluso el personaje que interpreta al creador de la historia nos cuenta. Y es que, NO VA A ACABAR BIEN.
El final de temporada, con todos los niños unidos en un mismo orfanato nos da pistas sobre que sí que va a haber nuevos episodios. En esta segunda temporada existen dos opciones: por un lado, pueden seguir la historia fiel a los libros y no arriesgar hasta acabar los relatos; y, por otro lado, obtener ese toque de originalidad del que carece la serie.
Por nuestra parte, nos gustaría un poco de originalidad, de chispa. Se necesita cautivar más al espectador para que podamos seguir disfrutando de la historia de los Baudelaire. Se trata, además, de la necesidad de una mínima evolución por parte de los personajes.
¿Quién sabe? A lo mejor, el conde Olaf se vuelve bueno o los niños tienen un final feliz… Para saber esto aún nos queda mucho que preguntarnos y mucho que ver. Por mi parte, es todo. Yo sí que espero un final menos triste para los Baudelaire o al menos un giro de guion. ¡Nos vemos en próximas series o temporadas!
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