Arturo Pérez-Reverte ha expuesto su opinión sobre el contubernio en que se encuentra Dani Mateo, imputado por el sketch de El Intermedio en que se acababa limpiando la nariz con la bandera española. El escritor, acostumbrado a hablar sin cortapisas de cualquier tema, la ha expuesto por escrito en su columna para XL Semanal, donde si bien insiste en que no ve motivos para la persecución social o judicial contra el cómico, sí que califica con pobres adjetivos el gag que le ha sumido en la polémica.
El autor de La tabla de Flandes y Las aventuras del capitán Alatriste dice haberse informado “de lejos aunque con curiosidad sociológica” a la controversia en torno al rostro de laSexta. “Saltaron unos y otros a favor o en contra, haciendo del asunto, como acostumbramos aquí, cuestión de tuyos o míos, de demócratas y fascistas, de bronca y guerra civil. Es un gracioso provocador, decían unos. Es un mierdecilla sin puta gracia, decían otros”, inicia su argumentación.
“Los que de verdad disparan contra todo son pocos”
El cartaginés menciona la amistad que le une a los “desaprensivos” Edu Galán y Darío Adanti, fundadores de Revista Mongolia, que a su juicio merecen ser definidos como “humoristas cimarrones, sin dios ni amo” y que “en vez de buscar el aplauso fácil, se la juegan de verdad”. Además, también manifiesta su “educado escepticismo” hacia los símbolos identificativos de una nación. Un sentimiento que “no excluye el respeto, no por ellas sino por quienes las respetan, ni disipa el desprecio no por ellas sino por quienes las usan con vileza”. Unas afirmaciones, estas, que predisponen a intuir la poca estima que tiene al trabajo de Mateo.
“Cuando hablamos de provocación algo deberíamos tener en cuenta. Los que de verdad disparan contra todo son pocos. Lo que hacen casi todos es buscar el aplauso fácil de sus habituales, a quienes procuran no ofender jamás”, considera, antes de comentar la broma de El Intermedio.
“Si hay humoristas basura, es porque un público los jalea”
“Si en un programa de televisión un fulano se limpia los mocos en una bandera que no ama, lo hace porque a su público, el de esa cadena, el que lo sigue en Twitter, Facebook o en donde sea, le gusta o lo tolera. Incluso lo exige. Y una cosa son las ideas, reales o fingidas, y otra jugarse los garbanzos”, argumenta. “Si en España hay también humoristas basura, es porque hay un público que los jalea. Así que no veo por qué han de ofenderse aquéllos a quienes no va destinada la basura, siempre y cuando esa basura no vulnere las leyes vigentes”.
“A menudo olvidamos que lo importante es elegir bien lo que uno ve, más que criticar o controlar lo que ven otros. Porque en eso consiste la libertad: en seguir a quien te dé la gana o en ignorarlo”, concluye. “Cuando eres espectador de alguien sabes a lo que te expones cuando te da exactamente lo que esperas; aquello por lo que estás allí y no en otro lugar. Así que, con no verlo, asunto resuelto. Y si lo ves, pues oye. Asume lo que caiga”.