Opinión

Carlos Sobera, onmipresente en Mediaset: los motivos para ganarse la confianza como presentador “comodín”

Carlos Sobera, en Mediaset

Paula Hergar

En 2016, Mediaset volvió a abrir las puertas a Carlos Sobera de forma totalmente fortuita. Mientras Warner iniciaba las grabaciones de un nuevo programa para Cuatro que se iba a llamar First Dates, alguien de la productora se encontró por casualidad con el presentador que comentó que pronto finalizaba su contrato con Atresmedia. Al despedirse, ese alguien cayó en la cuenta de que Sobera podía ser el presentador ideal para el restaurante de citas que preparaban. Al parecer Cupido también lanza flechas para conquistas laborales y en este caso acertó de pleno.

Carlos se convirtió en el mejor anfitrión que el dating podía imaginar, recibiendo a cada soltero con la calidez que necesitan los nervios de una primera cita y la capacidad instantánea de adaptación que le permite dar la bienvenida sin extrañeza a todo tipo de comensales (y los hay de muy variopintos).

Una facilidad para amoldarse a las personas que Sobera ha trasladado a cualquier formato que le ha brindado Mediaset desde entonces: The Wall, Little Big Show, Volverte a ver, El Precio justo han sido algunos de los encargos con los que ha cumplido y con nota. Tanta que ha pasado a ser uno de los pocos elegidos para conducir los buques insignia del grupo: los realities. Carlos ya es un rostro más de GH VIP, La isla de las tentaciones y Supervivientes.

Tanto ha convencido su labor en dichos formatos estrella de prime time que, al no poder contar con Jorge Javier Vázquez en la final de Supervivientes 2021, él fue el escogido para sacarla adelante. Una elección importante, en una de las ediciones más polémicas, que demuestra la gran confianza que Mediaset ha depositado en él. Un ascenso tan meteórico como merecido que analizamos a continuación:

La experiencia es un grado para los directos

Como decíamos, se trata de un ascenso meteórico pero de una carrera forjada a fuego lento. Carlos Sobera empezó en televisión trabajando de guionista de programas y hasta creando formatos. Más tarde saltó a presentar y hasta a actuar en algunas series de tirada nacional pero lo hizo siempre conociendo cómo se trabaja delante y detrás de las cámaras. Un aprendizaje nada despreciable para alguien que ha acabado liderando galas en directo de 4 horas.

Y es que son muy pocos los presentadores de nuestro país que pueden presumir de conducir galas de tantas horas de directo en las que deben estar atentos al pinganillo, ser capaces de improvisar para rellenar huecos con los presentes en plató, conectar con los concursantes fuera de él, conocer las tramas entre todos ellos y leer un cue siempre que proceda, antes de dar paso a una publicidad que debe entrar en hora.

No son fáciles los directos, menos aún tan largos, y de realities con tanto universo interno. Pero la experiencia de Sobera siempre es garantía de respeto hacia el trabajo de todo el equipo y de cuidado extremo hacia su rol.

El sello de un presentador que extrañábamos sin saberlo

Es ese respeto gran parte del éxito del sello del presentador. Sobera respeta a absolutamente cualquier persona que se le pone delante: sea un joven soltero anónimo y alocado, a una mujer mayor nostálgica por su vida pasada, o un VIP expulsado el primero de los de más bajo caché u otro famoso de sangre azul. Por su parte todos reciben el mismo trato.

Al respeto que desprende se le añade la elegancia con la que comunica al espectador. Carlos nunca se olvida de quien está detrás de las cámaras y le mira con complicidad. La misma con la que le levantaba la ceja en ¿Quién quiere ser millonario? haciéndole partícipe de su sorpresa frente a las respuestas de los concursantes. Él mima a su público, le hace sentir como en casa. Igual que a los solteros que entran a su restaurante.

Y es que Sobera es calidez. De esa que desprendían los presentadores que pedían permiso para entrar en nuestras casas. Así es él, respeta y entra de forma elegante, para acabar siendo cómplice de un entretenimiento que hacía tiempo que había perdido las formas al sentarse en nuestros sofás.

El no decir que “no” a nada (con sus regalos envenenados)

Otra de las cualidades que comparte con Jorge Javier Vázquez es la de no decir que “no” a nada. Proyecto que se le propone, proyecto al que se apunta. Tenga mejor o peor pinta. Si han pensado en él lo toma más como una halago que como un agobio.

Eso ha predicado en varias ocasiones Jorge Javier, que cuando se empieza en esta profesión no se te deben caer los anillos. Que él nunca se negó a hacer nada por “su imagen” u otras excusas. Lo mismo que Sobera que ha llegado a protagonizar una escena besándose con Elsa Pataky en Al salir de clase, a frenar a Rocío Flores en directo en plena vorágine Rociíto.

Por eso ambos son los presentadores omnipresentes de Mediaset, porque el estar dispuesto a todo se premia. Con algunos formatos que pasarán al olvido pero también con otros por los que serán recordados. Pero eso sí, no es oro todo lo que toca a un presentador “comodín”, también llegan regalos envenenados como el del Ahora, Olga que ha conducido esta semana en Telecinco y que podría haber sido el más polémico hasta la fecha.

Un presentador que gusta en las redes

Pero si Sobera tiene un mérito reseñable ese es el de gustar a las redes. Redes tan exigentes como mordaces que a día de hoy casi parecen despertar solo para criticar o quejarse. Pues, incluso a ellas ha conquistado el presentador. Cada vez que aparece en pantalla, Twitter multiplica sus halagos, aplauden sus giros de guión y hasta las bromas que hace.

Sus ataques de risa se hacen virales y los comentarios, siempre pertinentes, se repiten con devoción. Pocos son los presentadores capaces de hacer directos de 4 horas en nuestro país. Pero aún menos hay que puedan presumir de ser más amados que odiados en las redes. Y Carlos Sobera es uno de ellos.

¿Alguien aún sigue preguntándose por qué confían en él para ocupar casi cada prime time de la semana?

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