Crítica
Chris Evans pone cara a 'Defending Jacob', un correcto drama familiar que no consigue dejar huella
Cuando protagonizas la película más taquillera de todos los tiempos e interpretas a uno de los personajes más importantes de la cultura pop, automáticamente asumes que el resto de tu carrera puede quedar sepultada. Chris Evans lo sabe bien y se está esforzando para evitarlo.
Con el estreno de Vengadores: Endgame en 2019, el de Boston cerró un exitoso periplo de nueve años, siete películas y un sinfín de millones recaudados dando vida al Capitán América en el Universo Cinematográfico de Marvel. Tras casi una década en la cima de Hollywood, ceder el escudo y dejar atrás a Steve Rogers colocaron al actor ante el escenario profesional en el que se encuentra ahora mismo. Ese en el que debe demostrar a los demás, y por ende a sí mismo, que puede seguir siendo relevante más allá de su trabajo como el Centinela de la Libertad.
Comenzar su etapa post-Marvel interpretando a Ransom Drysdale (y luciendo su jersey) en Puñales por la espalda fue todo un tanto a su favor, pero acortar (que no borrar, porque es imposible) la alargada sombra marvelita requiere de más proyectos con el impacto de la película de Rian Johnson. En este sentido, la siguiente piedra de toque para Chris Evans llega este mismo viernes en forma de serie de televisión. El actor protagoniza, produce y se erige como principal reclamo de Defending Jacob, la nueva serie original de Apple TV+. Un drama familiar basado en la novela homónima de William Landay, adaptado para televisión por Mark Bomback (guionista de La Jungla 4.0 y Lobezno Inmortal, entre otras) y capitaneado tras las cámaras por el noruego Morten Tyldum, a su vez director de películas como Passengers y Descifrando Enigma (The Imitation Game).
En Defending Jacob, Evans interpreta a Andy Barber, el asistente de la fiscal del distrito. Un convincente abogado que consigue hacerse con el caso de Ben Rifkin, un joven de 14 años que ha aparecido muerto en medio de un bosque. Inicialmente satisfecho por liderar la investigación, todo empezará a torcerse para Andy cuando descubra que el principal sospechoso del asesinato es Jacob (Jaeden Martell), su hijo. A partir de ese momento, Andy buscará desesperadamente demostrar la inocencia de su vástago mientras su vida y la de su esposa, Laurie (Michelle Dockery), empieza a desmoronarse. También de puertas para dentro, pues las circunstancias sacarán a la luz una serie de secretos familiares que llevarán a nosotros, los espectadores, a preguntarnos si realmente conocemos a las personas con las que compartimos nuestro día a día.
Una serie muy correcta pero que no deja huella
Defending Jacob invita con esto último a la reflexión mientras juega al recurrente “nada es lo que parece” de las historias de misterio. Para ello se apoya en un tono pausado y muy realista que ayuda a empatizar con el drama de los Barber. Además plantea cuestiones interesantes sobre el origen del mal en el ser humano, si bien todas estas virtudes se antojan insuficientes para que la propuesta liderada por Evans deje huella entre el público. Como suele decirse coloquialmente, Defending Jacob no es una de esas series que “te cambian la vida”. Y no lo es por su limitada ambición, que hacen de ella una firme candidata a pasar desapercibida o, en su defecto, a caer en el olvido una vez se complete su visionado. Algo que resume el balance general de Apple en estos primeros meses produciendo series originales, donde apenas ha conseguido notoriedad a pesar de reclutar a grandes nombres para sus filas.
A Defending Jacob le queda el consuelo de ser una serie lo suficientemente bien planteada como para animar a verla hasta su desenlace. Al fin y al cabo, la nueva ficción del gigante tecnológico apela a algo tan universal como la curiosidad humana. Saber si Jacob fue o no el asesino y disfrutar con las actuaciones de Evans y Dockery son los principales alicientes para seguir adelante con una propuesta, por lo general, nada sobresaliente pero sí muy correcta. Aunque en su camino hacia esto último incurra en una serie de mecanismos facilones para aumentar ese dramatismo que la propia historia ya transmite por sí misma.
Por ejemplo, la música machacante de tensión en casi cada escena o el uso de una gama de colores que a duras penas pasa del gris. Porque en Defending Jacob casi todo es gris. Desde la ropa de los personajes hasta el mobiliario, los coches y, claro está, la propia fotografía. A pesar de ambientarse en Massachusetts, que no es precisamente la ciudad más calidad de Estados Unidos, no parece casualidad que la ficción que nos ocupa haya apostado por un tono ‘nórdico’ en su forma teniendo en cuenta que su director es noruego y su compositor musical, Atli Örvarsson, islandés.
Estos detalles, que no son más que eso, corren el riesgo de desviar la atención sobre las verdaderos conflictos que plantea Defending Jacob más allá de la presunta culpabilidad del joven: comprobar hasta qué punto conocemos a los nuestros y hasta qué punto nos negamos a aceptar la nueva realidad que se presenta ante nosotros. Algo que no está demás en estos tiempos de confinamiento.