Cada una de las tres temporadas de Élite ha tenido como protagonista una tragedia. La primera, la muerte de Marina (María Pedraza). La segunda, la desaparición de Samuel (Itzan Escamilla). Y la tercera, la muerte de Polo (Álvaro Rico). Ahora bien, ¿cómo se las apañaron sus creadores, Darío Madrona y Carlos Montero para que la estructura de los nuevos episodios no resultara repetitiva?
“Nos ayudó que para nosotros era un cambio de ciclo muy claro”, explica el segundo a Vertele, “los personajes acaban en teoría el instituto, entran en la vida adulta y esto te daba un lugar al que llegar”. Este contexto, unido a “los acontecimientos de los que veníamos”, ha terminado generando “una temporada que por naturaleza tenía que ser más potente, más dramática, más emocional y con una resolución para todos. Todo el mundo llegaba al final de sus arcos dramáticos y sus historias”. Montero añade que si querían “ser coherentes, solo podíamos ir ahí”.
Otra de las diferencias es que, llegados a este punto, “los personajes son otros”. “En la primera eran puros, felices, alegres, adolescentes sin más”, reflexiona el creador, “no sabían que al final iban a encontrarse con una tragedia”. Sin embargo, “aquí están conviviendo con un asesino en clase y eso lo cambia todo. No puedes enfrentarte a una clase de cualquier asignatura sabiendo que el que tienes al lado ha matado a tu hermana”.
Viajando en el tiempo al origen de Élite, ambos recuerdan que “trabajamos mucho hasta llegar a la esencia de la serie. Hasta que no supimos exactamente la ficción que queríamos hacer, no paramos”. Montero señala que nunca “dijimos ser un retrato generacional de la adolescencia de ahora”. De hecho, eligieron centrar sus tramas en un colegio de élite porque les permitía “fantasear sobre eso. Partíamos de una base que no tenía por qué ser cierta, pero creíamos que personajes que son tan privilegiados tienen otro tipo de vida. Han tenido más al alcance de su mano y, por tanto, han llegado a la adolescencia más adelantados”.
Como consecuencia, sus alumnos podían ser “más adultos y enfrentarse a las cosas de otra manera”. El tipo de centro escolar llevó también a mostrar el “choque de dos clases sociales, con los pobres llegando a la vida de los ricos. Hacía que nos explotara la cabeza y que el universo de repente cogiera una riqueza y una vida, que fue el camino para empezar a construir”.
A lo largo de las diferentes tantas, Élite ha abordado temas desde el acoso, la homofobia, el machismo, el racismo y un largo etcétera. “Es una serie ambientada en el aquí y el ahora son temas que están presentes”, justifica sobre su inclusión en la ficción Madrona. “La primera consideración al hablar de algo es que fuera interesante dramáticamente”, completa, “cuando nos ha dado vértigo tratar algo es porque no hemos encontrado la forma de contarlo bien”.
La pregunta que se hacen todos los seguidores de la serie es cómo va a continuar. “El universo de Élite es muy rico y da para más”, tranquiliza Montero. Su compañero apunta que “siempre es más difícil hacerlo con los mismos personajes, porque sobre cada uno puedes poner una cantidad limitada de temas”. De ahí a que asegure que todos los temas que se han dejado en el tintero “están presentes y se puede tirar de ellos para contar historias”.
Él mismo es quien advierte de que “la serie puede continuar de muchas maneras. Con los mismos personajes, personajes completamente nuevos. Continuar con algunos y otros nuevos. Se podría continuar haciendo spin-offs, trasladando la acción a otro lugar. Manteniendo la esencia de la idea de la serie y llevándola a otro terreno”. En definitiva, concluye, “hay muchas maneras de hacerlo y lo bueno de la estructura de la serie es que casi todas nos servirían. Habría que sentarse a decidir cuál es la que más nos gusta a nosotros y a Netflix, pero hay muchas posibilidades”.