Marvel yerra el tiro con 'Falcon y el soldado de Invierno', una serie que se despide con mejores ideas que ejecución
[Aviso: este artículo contiene spoilers de 'Falcon y el Soldado de Invierno']
Disney+ lanzó el pasado viernes el sexto y último episodio de Falcon y el Soldado de Invierno, su segunda serie del Universo Cinematográfico Marvel tras Bruja Escarlata y Visión. Pasados ya unos días desde su desenlace, es momento de analizar qué nos ha dejado esta primera aventura en solitario de Sam Wilson y Bucky Barnes. Dos personajes secundarios dentro del MCU que, como ya ocurriera con Wanda Maximoff y su malogrado sintezoide, tenían ante sí oportunidad de lucirse en televisión como no habían podido hacerlo hasta ahora en la gran pantalla.
Ahora bien, ¿ha estado Falcon y el Soldado de Invierno a la altura de las expectativas o, por el contrario, ha fallado Marvel a la hora de dar un vehículo de lucimiento a sus dos protagonistas? Y con el último capítulo ya emitido, ¿cuál es el impacto de esta serie en el futuro del MCU? Lo analizamos a continuación.
En contra de 'Falcon y el Soldado de Invierno'
Como ocurre con cada producción de Marvel Studios, Falcon y el Soldado de Invierno vio la luz el pasado 19 de marzo entre una enorme expectación. Y no era para menos. Tras la rara avis que fue Bruja Escarlata y Visión, que entusiasmo a unos y desconcertó a otros con ese tono al estilo sitcom, finalmente llegaba a Disney+ una serie que parecía 100% Marvel. Un título que prometía hacer las delicias de los más marvelitas a base de acción, ritmo trepidante y ese humor tan característico de La Casa de las Ideas.
Si a esto le unimos su pareja protagonista y el hecho de estar englobada dentro del género thriller, todo invitaba a pensar en Falcon y el Soldado de Invierno como en una especie de secuela televisiva de Capitán América: El Soldado de Invierno, lo que significaba poner el hype a la altura de una de las mejores películas que nos ha dejado el MCU. Y eso era mucho decir. Demasiado, vista ahora la serie en su conjunto.
Para quien escribe estas líneas, Falcon y el Soldado de Invierno nunca ha llegado a ser la gran serie que apuntaba a ser. Y es una pena, porque por falta de ideas no ha sido. Más bien su problema ha sido el contrario. Y es que la serie protagonizada por Anthony Mackie y Sebastian Stan ha querido meter tantas tramas y tocar tantos géneros en solo seis episodios que al final ha sido muchas cosas y ninguna a la vez. Por momentos se ha mostrado como un thriller de acción, como una buddie movie, como una drama social y hasta como una historia de ascenso y caída. Esta última representada por John Walker, uno de los personajes más interesantes de la propuesta y, sin embargo, de los que más ha sufrido la falta de espacio para desarrollar su arco con mayor mimo.
Aunque si hay un perdedor a nivel de guion, esos son, sin duda alguna, Los Sin Banderas. Los enemigos de Sam y Bucky han sufrido lo peor que les podía ocurrir a nivel narrativo: que sus motivaciones no se entendieran y su plan produjera indiferencia, cuando no aburrimiento. Circula por Internet la teoría de que Falcon y el Soldado de Invierno tuvo que eliminar parte de la trama de Los Sin Banderas por culpa del coronavirus, pues la misma hablaba de vacunas y un virus de nueva creación. De ser esto cierto, los agujeros de guion y la incapacidad de empatizar con su líder, Karli Morgenthau, tendrían ahora una explicación, por inútil que sea ya a estas alturas.
En cualquier caso, los problemas de la serie no se reducen únicamente a Los Sin Banderas, Falcon y el Soldado de Invierno tampoco ha sido capaz de sacar mucho brillo a su dúo protagonista. Sí, ha habido retazos de esa relación a lo Arma letal que avanzó Sebastian Stan, pero han sido muchos menos de los deseados. De hecho, Sam y Bucky se han visto eclipsados por el camino tanto por el Baron Zemo -baile viral mediante-, como por John Walker y su inquietante caída a los infiernos. Y hasta sus mejores escenas -el inicio de Bucky, el discurso final de Sam y sus conversaciones con Isaiah Bradley- las han protagonizado por separado. Y esto, en una serie llamada Falcon y el Soldado de Invierno es difícil de digerir.
A favor de 'Falcon y el Soldado de Invierno'
Antes de entrar en las implicaciones futuras de la serie, a favor de Falcon y el Soldado de Invierno hay que destacar su voluntad por tratar el tema del racismo en Estados Unidos. A través de frases como “soy un hombre negro que lleva las barras y estrellas, ¿qué es lo que no entiendo? Cada vez que cojo este escudo sé que millones de personas van a odiarme por ello” o “el único poder que tengo es que podemos hacerlo mejor”, ambas pronunciadas por Sam en el capítulo final, la ficción firmada por Malcolm Spellman denuncia el racismo latente en la sociedad estadounidense. Igual que con la trama del supersoldado Isaiah Bradley, tan dramática en su premisa como emotiva en su resolución.
Que el capítulo final de Falcon y el Soldado de Invierno se estrenara la misma semana que salió la sentencia contra el asesino de George Floyd no fue más que una casualidad. Pero una que viene a subrayar la necesidad de seguir lanzando mensajes tan potentes como éstos desde la ficción. Y más si proceden de compañías del tamaño de Marvel y Disney.
En cuanto a su importancia en futuras producciones, Falcon y el Soldado de Invierno tiene la suerte de no ser una serie independiente, sino una pieza más dentro de ese enorme puzle llamado Universo Cinematográfico Marvel. Saliese bien o saliese mal, su relevancia estaba garantizada al ser un producto hecho para sembrar nuevas semillas en el floreciente futuro del MCU. Es decir, que para entender completamente lo que veremos más adelante, antes habrá que pasar por aquí. Y esto da a la serie un rol que va al margen de su calidad.
Basta ver lo que pasó poco después de que se emitiera el capítulo final. El mismo día que Sam se convirtió definitivamente en el nuevo Capitán América, The Hollywood Reporter anunció en exclusiva la producción de una cuarta película del personaje, la primera con Wilson como Centinela de la Libertad. Alzar a Sam como sucesor de Steve Rogers era, pues, el fin último de la serie. Y aquí Marvel ha cumplido su objetivo porque no tenía otra opción. La serie se había hecho precisamente para esto.
Ahora bien, las implicaciones futuras de esta producción van más allá del nuevo estatus de su protagonista. Por ejemplo, Falcon y el soldado de Invierno ha rescatado al Baron Zemo cinco años después de Civil War, y visto el impacto positivo que su presencia ha tenido entre el público, no sería de extrañar que lo viéramos de nuevo en próximas producciones. Entre ellas, la posible primera adaptación de los Thunderbolts, grupo de villanos que aparentan ser superhéroes y del que Zemo es fundador. Una de las localizaciones clave del grupo es La Balsa, la prisión de máxima seguridad en la que el Barón acaba encerrado en el final del sexto capítulo, así que las bases para su hipotética llegada están más que plantadas.
Siguiendo con nombres propios de cara al futuro, otro a destacar es el de John Walker. El personaje interpretado por Wyatt Russell empezó su periplo por Falcon y el Soldado de Invierno siendo un reputado soldado digno de ser el nuevo Capitán América. Con el paso de los capítulos sus méritos fueron decayendo, hasta el punto de convertirse en el personaje más aterrador de la función -impactante ese plano con el escudo manchado de sangre-. Convertido en supersoldado, Walker acabó perdiendo el norte y, de paso, el derecho a portar el escudo, aunque finalmente tuvo su momento de redención antes de vestirse por primera vez como U.S. Agent, personaje que previsiblemente interpretará en próximas producciones de Marvel...ya sea para luchar con los buenos o con los malos.
Esto último dependerá de su relación con la Condesa Valentina Allegra de Fontaine, personaje encarnado por Julia Louis-Dreyfus conocido en los cómics por su papel de agente doble de S.H.I.E.L.D. e HYDRA -de hecho, uno de sus sobrenombres es Madame Hydra-, así como por ser el interés amoroso de Nick Furia. Se desconoce qué papel jugará en el futuro del MCU, pero bien podría estar relacionada con los Thunderbolts o estar actuando bajo las órdenes de un skrull que ha suplantado su identidad, lo que conectaría a la Condesa con la futura serie de Invasión Secreta, en la que los susodichos skrull alterarán su forma corpórea para infiltrarse en las organizaciones más poderosas del planeta y llevar a cabo una invasión a gran escala.
Entre las identidades suplantadas también podría estar la de Sharon Carter visto lo visto en la escena post-créditos de Falcon y el Soldado de Invierno. Esa en la que recibe el indulto de los Estados Unidos y, acto seguido, comunica por teléfono a otra persona que a partir de ahora tendrá acceso a secretos gubernamentales y prototipos de armas gracias a su conexión con el gobierno estadounidense. Quién está al otro lado del teléfono es todavía un misterio, igual que si Sharon actúa como una skrull o simplemente reactiva sus planes como Agente de Poder.
A falta de que se despejen todas estas incógnitas, Falcon y el Soldado de Invierno se despide como una serie mejor ideada que ejecutada y un borrón dentro del impecable expediente de Marvel. Aun así, su importancia en el futuro del MCU apunta a ser notable. Hasta entonces, comienza la cuenta atrás para Loki.
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