Fallece Harry Dean Stanton, secundario único e icono del cine estadounidense
El cine americano pierde a una de sus personalidades más ilustres, Harry Dean Stanton. El veterano actor de carácter ha fallecido por causas naturales a los 91 años, en el hospital Cedar-Sinai de Los Angeles.
Se va así una de las presencias inconfundibles del cine estadounidense de las últimas seis décadas. Actor fetiche de David Lynch (formó parte del retorno televisivo de Twin Peaks), trabajó a las órdenes de directores tan reputados como Sam Peckinpah, Ridley Scott, Win Wenders, John Carpenter o Martin Scorsese. El crítico Roger Ebert llegó a afirmar que “ninguna película que lo incluyera en un papel secundario podía ser mala en absoluto”.
Dos décadas en el ostracismo, hasta la llegada de los 70
Nacido en 1926 en la Kentucky rural, fue cocinero de la Marina durante la II Guerra Mundial, tras lo que comenzó a estudiar periodismo. Sin embargo, el interés por las artes le llevaría a dejar los estudios y tomar clases de arte dramático en la Pasadena Playhouse allá por 1949.
En las dos décadas siguientes, sobreviviría a base de pequeñas partes en películas de serie B y series de televisión como Los intocables, El pistolero de San Francisco, El fugitivo o Bonanza.
Con la llegada de los setenta, sin embargo, un perfil como el suyo, con su rostro enjuto y su mirada caída alejada de la perfección y corrección de los clásicos héroes americanos, encajó a la perfección en lo que la nueva generación de cineastas proyectaba en su cine. Destacan así sus apariciones en Los héroes de Kelly, Carretera asfaltada de doble dirección y Gallos de pelea (ambas de Monte Hellmann), Pat Garrett y Billy El Niño y El Padrino II.
De París, Texas a los dominios de David Lynch
Poco después llegaría Alien: el octavo pasajero, donde se convertiría en una de las primeras víctimas que el xenomorpho dejaría a su paso en la Nostromo, y que le abriría a toda una nueva audiencia. Luego llegarían sus dos colaboraciones con John Carpenter, en 1997: Rescate en NY y Christine, su participación en éxitos de taquilla como La recluta Benjamín, Repo Man y La chica de rosa, y, por supuesto, su primer protagonista (cuando tenía 58 años) y también papel más emblemático, el de París, Texas.
En los años siguientes, ya establecido en la industria como secundario en una infinidad de producciones de rango variable, entraría en contacto con David Lynch, de quien se convertiría en uno de sus intérpretes fetiche a partir de Corazón salvaje. Luego intervendría en las películas Twin Peaks: Fuego camina conmigo (en un papel que recuperó en la reciente tercera temporada de la serie), Una historia verdadera e Inland Empire; en la otra producción televisiva de Lynch (Hotel Room en HBO); en uno de sus cortos (The Cowboy and the Frenchman).
Añádanse a estas referencias otras de magnitud, como La milla verde de Frank Darabont, El juramento de Sean Penn, Sonny de Nicolas Cage y pequeñas apariciones en Los vengadores de Joss Whedon y Siete psicópatas de Martini McDonagh. También lo pudimos ver con asiduidad en televisión: destaca Big Love de HBO.
Recientemente, fue objeto de un documental, Harry Dean Stanton: Partly Fiction, con el testimonio de Lynch y otros amigos de relieve como Wim Wenders y Sam Shepard, que da pruebas de su relevancia en el arte de las últimas décadas en Estados Unidos. Su muerte llega apenas dos semanas antes del estreno programado de Lucky.