Así ha sido el final de 'Juego de Tronos': Quien a hierro mata, a hierro muere
El final ha llegado. HBO ha lanzado, esta madrugada en España, el último capítulo de 'Juego de Tronos'. El sexto y definitivo episodio de su octava y última temporada, que tras el increíble giro de guion de su penúltima entrega debía resolver quién se quedaba con el Trono de Hierro.
(Aviso: Spoilers) Así ha sido el capítulo final
Tyrion, con una mirada que mezcla la rabia y la incomprensión, recorre junto a Jon y Davos una ciudad carbonizada, viendo los cientos de cadáveres amontonados en sus calles, y encontrándose con los pocos supervivientes que tienen la piel a tiras por las quemaduras y están cubiertos por las cenizas que no dejan de “llover”. El Apocalipsis que Daenerys provocó en el anterior capítulo se encarga de abrirnos los ojos.
Al llegar al punto en el que la madre y su hija que intentaron ayudar a Arya están carbonizadas en mitad de la calle, y de nuevo con la alegoría del caballo en primer plano, el Lannister decide separar sus pasos de los de Jon y Davos en solitario. Y mientras se dirige a la Fortaleza Roja, sigue presenciando el espectáculo dantesco provocado por la Madre de Dragones.
Cerca suyo, en la misma ciudad destruida, Gusano Gris demuestra que apoya a Daenerys sentenciando a muerte a varios prisioneros de la batalla. Afirma seguir órdenes de Daenerys, y cuando Jon le agarra del brazo para detenerle sus Inmaculados se ponen en guardia. Davos aconseja ir a hablar con la Reina, y Jon le da la razón, aunque eso supone dejar morir a los hombres a manos de Gusano Gris.
Daenerys, la Maléfica de Poniente
En el interior de la Fortaleza Roja, Tyrion recorre los restos de la que fue su casa mientras la lluvia de ceniza no deja de caer. Para averiguar si sus hermanos lograron salvarse, se dirige a las catacumbas, y se da cuenta de que el techo cayó sobre ellos cuando la mano de oro de Jaime sobresale entre los escombros. Llorando, empieza a retirar cascotes. Y aunque muchos lo esperaban, no hay milagro: allí están Jaime y Cersei, abrazados, muertos bajo los escombros.
Al mismo tiempo, Arya reaparece para ver cómo su hermano Jon se abre paso entre los dokrathis y los Inmaculados para hablar con Daenerys. La llegada de la Madre de Dragones a los lomos de Drogon es jaleada por sus huestes fieles, y como si fuese Maléfica, se dirige a ver a su ejército y a encontrarse con Jon. Pero por ese orden.
Sonriente, Daenerys pronuncia un discurso en el que agradece a los dokrathis haber peleado, matado y derribado casas por ella. También nombra a Gusano Gris comandante de todos sus ejércitos, el Maestre de la guerra de la Reina, bajo la atenta mirada de Jon sólo un par de metros tras ella. Por si había dudas, no está arrepentida.
Cuando Tyrion se suma a presenciar el discurso junto a Jon, Daenerys agradece también a los Inmaculados haber “liberado” Desembarco del Rey, y destapa otra carta sorpresa: “La guerra aún no ha terminado. No pararemos hasta liberar a todos los pueblos del mundo. De Invernalia a Dorne”. Jon se asusta al escuchar el nombre de su pueblo, como Tyrion al oir el nombre del suyo. Sí, Daenerys grita que quiere someter a los Siete Reinos, sólo que ella usa el término “liberar”.
“Sé reconocer a una asesina”
El momento megalómano de Daenerys intenta detenerlo Tyrion dando unos pasos y situándose a su altura. Pero la Reina le mira con desprecio y le amenaza: “Liberásteis a vuestro hermano. Cometísteis traición”. El Lannister le responde: “Liberé a mi hermano. Y masacrásteis una ciudad”. Tyrion se enfrenta a ella por primera vez, y se quita su emblema de Mano de la Reina para arrojarlo al suelo de la escalinata.
Se hace el silencio. Intentando no mostrarse afectada, Daenerys ordena a sus Inmaculados que se lleven a Tyrion, que cruza una mirada con Jon como para decirle que todo queda en sus manos. Daenerys también mira fijamente a Jon, y sin cruzar una palabra pasa por delante suya para abandonar el lugar escoltada por sus Inmaculados.
Arya, como siempre silenciosa, aparece junto a su hermano. Jon se alegra al verla, y la pequeña de los Stark al escuchar como su “hermano” dice que Daenerys “es la Reina de todos ahora”, le advierte de que eso se le debe decir a Sansa, temiendo por Invernalia, y también de que la Madre de Dragones sabe quién es él en realidad, lo que le pone en peligro: “Siempre serás una amenaza, y sé reconocer a una asesina”.
La charla que lo cambia todo, para los decepcionados
Antes que nada, Jon va a visitar y a hablar con Tyrion, que permanece arrestado por los Inmaculados. De su charla se extrae cómo el Lannister se arrepiente de no haber hecho caso a Varys, que asume que va a ser carbonizado, y también que Jon reprueba lo que ha hecho Daenerys, por si quedaba duda: “No puedo justificar lo que pasó. No lo intentaré”. Tyrion le hace ver que Daenerys va a seguir peleando: “Seguirá liberando hasta que todos los pueblos sean libres... y ella los rija todos”.
Pese a todo, y mientras mantienen una interesante charla sobre cómo los orígenes marcan o no nuestras vidas y determinan lo que somos, Jon sigue defendiendo a Daenerys recordando a Tyrion que él estaba a su lado aconsejándola. Pero Tyrion logra que Jon sea definitivamente consciente de sus diferencias con Daenerys cuando le pregunta si él también habría arrasado la ciudad: “No lo dirás porque no quieres traicionarla, pero lo sabes”.
Tyrion, como el Pepito Grillo del espectador, va recordando casos en los que Daenerys demostró su crueldad pero todos la perdonamos porque a los que asesinaba “eran malvados”: “Allí por donde pasa, todos los malvados mueren y la aclamamos por ello”. Es una escena que sirve perfectamente para responder a los cientos de miles de fans descontentos con el giro del personaje.
Jon, al fin, se derrumba. Se sienta en una banqueta, abatido, y mientras escucha a Tyrion reconocer que él también amaba a Daenerys, recuerda una frase del Maestre Aemon: “El amor es la muerte del deber”. El Lannister se sorprende, pero da la vuelta a la frase: “Hay veces que el deber es la muerte del amor”.
Como Arya, Tyrion le hace ver que el legítimo heredero del Trono de Hierro será el siguiente objetivo de Daenerys. Le pide que acabe con la mayor amenaza actualmente, que es ella, pero Jon se niega a traicionarla: “Si es su decisión, ella es la Reina”. Se despide agarrando del hombro a Tyrion y diciéndole: “Siento haber llegado a esto”, mientras que él le hace recordar a sus hermanas y le deja claro su destino al decirle que Sansa no puede elegir quién reina, pero él sí, “y debe elegir ya”.
“Aunque te partiera el corazón”
Esa escena es sin duda un punto de inflexión en el capítulo y en la serie. Juego de Tronos lo sabe, y por eso muestra luego a un Jon pensativo que recorre la ciudad hacia la Fortaleza Roja. Daenerys está protegida por Drogon, que tras oler a Jon, demuestra conocerle y le permite pasar sin problemas. Primer momento profético.
Antes de que se produzca el esperado reencuentro, Daenerys llega a la habitación del Trono de Hierro y lo mira, como hechizada. Al fin tiene lo que tanto ansiaba. El salón está destrozado, sin paredes ni techo, pero el Trono está inmaculado. Tras dirigirse a él sonriendo, lo toca. Y justo cuando va a sentarse, aparece Jon.
La conversación la inicia ella, sonriente mientras recuerda lo que su hermano le contaba del Trono, y que se lo imaginaba más grande. Pero Jon no da pie a la felicidad, y la reprocha con tono autoritario cómo ha visto ejecutar a prisioneros Lannister en la calle, y cómo los cadáveres de mujeres y niños se amontonan carbonizados. Daenerys rememora que intentó firmar la paz con Cersei, le dice que Tyrion conspiró con sus enemigos, y le recuerda cómo actuó él cuando le traicionaron “aunque te partiera el corazón”. Sin saberlo, marca el camino a Jon en el segundo momento profético.
Daenerys se centra en convencerle de que va a construir “un mundo bueno” y le pide hacerlo juntos, pero le deja sin palabras cuando le dice que los que aún no lo saben “no tienen elección”. Él acepta: “Eres mi Reina. Ahora, y siempre”, tras lo que besa a su amada. La besa... y la apuñala. Sí, Jon apuñala a Daenerys. Delante del Trono de Hierro, y mientras Drogon se acerca amenazante por su espalda, Jon llora el cadáver de Daenerys sobre sus brazos.
En una escena cargada de emotividad “animal”, Jon deja a Daenerys en el suelo y se aparta mientras Drogon se acerca a su madre y, tras moverla y olerla, se da cuenta de que está muerta. El dragón grita de dolor y se muestra amenazante con Jon, que espera de pie a que éste lo carbonice o se lo coma. Pero no.
Drogon escupe su fuego, pero no lo dirige a Jon, sino al Trono de Hierro. Al que ha provocado toda la locura. El Trono no resiste el fuego de dragón y se derrite. Desaparece para siempre, quedando sólo metal fundido. Después de dirigir su mirada a Jon, Drogon recoge el cuerpo de Daenerys y alza el vuelo con ella, quizás desapareciendo en el cielo por última vez.
La democracia sobrevuela Poniente... pero no aterriza
Un extenso “fundido a negro” indica que hay un salto temporal. Al volver, Tyrion muestra peor cara acusando el tiempo recluido, y es conducido por Gusano Gris a una reunión con todos los Señores que habían declarado lealtad a Daenerys. Es entonces cuando se aclara la situación en ese momento. Sansa, como Señora de Invernalia, pregunta a Gusano Gris dónde está Jon, y éste le dice que es un prisionero. La Stark le amenaza, desvelando que el ejército norteño parece tener sitiada la ciudad, y Gusano Gris responde prometiendo que los Inmaculados lucharán.
El enfrentamiento se expande. Yara Greyjoy recuerda que ella se declaró leal a Daenerys, y pide que los Inmaculados maten al hombre que la apuñaló. Arya, al escucharla, promete cortarle el cuello si vuelve a hablar de matar a su hermano. Davos intenta poner cordura, y se erige en portavoz para prometer
a Gusano Gris y sus Inmaculados unas tierras para fundar su propia casa. Pero él no acepta: “No necesitamos pagos, sino justicia. Jon Nieve no puede ser libre”.
Tyrion le despoja de su capacidad para elegir, y pide a los señores que elijan un Rey o Reina. Y Gusano Gris, sorprendentemente, acepta y también les pide que elijan un nuevo dirigente. Las miradas se cruzan, y Sansa desbarata el único intento de su tío por reclamar el Trono. Sam, ahora Señor de la casa Tarly, toma la palabra para dar una lección a sus nuevos compañeros: “Nosotros representamos a las grandes casas, pero a quien elijamos no sólo regirá sobre señores y señoras. Tal vez la decisión sobre lo mejor para todos corresponda... a todos”.
El concepto “democracia”, introducido por Sam, quiere abrirse camino en Poniente. ¿La reacción de los Señores? Reírse abiertamente (incluso Sansa), y decirle a Sam que si deben preguntar también a sus perros y caballos. Cambiar el mundo, vale, pero conservando su posición privilegiada.
Poniente tiene un nuevo Rey: Bran Stark
Todas las miradas se dirigen a Tyrion, que primero afirma que él es la peor opción posible para ocupar el Trono, y luego vuelve a erigirse en el faro del capítulo para explicar que no hay nada más fuerte que una buena historia, “¿y quién tiene mejor historia que Bran el tullido?”, pregunta retóricamente, señalando a Bran como el Rey ideal. Otra vez con un inspirado guion, el Lannister rememora toda su historia de forma breve para convencer al resto de Señores: “Lo sabe todo de nuestro pasado. ¿Quién mejor para conducirnos al futuro?”.
Sansa, que parece aspirar al Trono, interviene para decir que Bran no quiere reinar, y que además no puede engendrar hijos. Pero Tyrion le da la vuelta para sacar el lado positivo, incidiendo en que los hijos de reyes suelen ser crueles. “Desde hoy, los Reyes no nacerán. Serán elegidos, en este lugar, por los Señores y Señoras de Poniente para servir al Reino”, culmina Tyrion, que luego se acerca a Bran para saber si aceptará la Corona si le eligen. La respuesta del Stark es elocuente: “¿Por qué crees que vine hasta aquí?”.
Uno por uno, todos los Señores van entonando su “Sí” para aprobar el nombramiento. Hasta llegar a Sansa, que cariacontecida se detiene para decirle a su hermano que le quiere pero para recordar las pérdidas humanas que ha sufrido Invernalia, por lo que proclama: “El Norte seguirá siendo un Reino independiente. Como lo ha sido durante milenios”. Bran asiente.
Sin mayor conflicto, Tyrion proclama: “Saludemos a Bran El Tullido, primero de su nombre, Rey de los Ándalos y los Primeros Hombres, Señor de los seis reinos, y protector del Reino”. Y como Rey, la primera decisión de Bran es nombrar su Mano a Tyrion, que no quiere aceptar el nombramiento. Gusano Gris interviene, furioso y reclamando que el Lannister pague por su delito.
El destino de Jon, desterrado con los suyos
La acción salta a la celda de Jon, al que también se le nota el paso del tiempo. Tyrion le cuenta que, tanto si le entregan a los Inmaculados como si le dejan en libertad, provocará el inicio de una guerra. Y le comunica que el nuevo Rey Bran ha decidido desterrarle a la Guardia de la Noche, que se mantiene como “un lugar para los bastardos y los vencidos”, con el acuerdo tanto de Gusano Gris como de Sansa y Arya.
Pese a su situación, Jon sólo se muestra preocupado por lo que hizo, y le pregunta a Tyrion: “¿Acerté? En lo que hice. No me pareció bien”. La respuesta del Lannister, que ahora es él el que agarra del hombro a Jon, es abierta: “Pregúntamelo en diez años”. Antes de irse, Tyrion le hace ver que irá a visitarle al Muro. Jon sale de su prisión y se dispone a subir a un barco para su nuevo destino, no sin antes cruzar sus miradas con Gusano Gris, que le observa con cara de odio desde un punto elevado. Él, junto a los Inmaculados, parten a la isla de Naath, el sitio de retiro al que prometió ir junto a Missandei.
Antes de partir, Jon se reencuentra con Sansa, Arya y Bran. Sansa le pide perdón por esa “solución”, y él no sólo se lo concede, sino que afirma que es la Mejor Reina posible para el Norte. Por su parte, Arya desvela que seguirá teniendo aventuras: “¿Qué hay al oeste de Poniente? Nadie lo sabe. Ahí acaban los mapas. Es a donde voy”. Ante Bran, Jon hinca la rodilla para reconocerle como Rey, y le pide perdón por no haber estado cuando le necesitaba. Pero Bran le tranquiliza: “Estabas justamente donde debías estar”. Jon parte a su destierro.
Nuevo Rey y reinado... ¿pero qué cambia?
El reconocimiento a Jaime Lannister del último capítulo, que según algunas teorías reaparecería vivo, llega en una escena aislada en la que Brienne escribe su historia completa en un enorme libro con todos los Señores. Con lágrimas en los ojos, cuenta todo lo bueno y también lo malo que hizo, y culmina afirmando que “murió protegiendo a su Reina”.
Tyrion, ya con el emblema de la Mano del Rey, organiza su primer “Consejo” junto a Davos, Bronn y Sam, que le presenta un libro sobre las guerras que siguieron a la muerte del Rey Rober Baratheon llamado “Una canción de hielo y fuego” (sí, como los originales de George R.R. Martin) escrito por el archimaestre Ebrose. Una escena “de relleno” que sirve para hacer un guiño al autor y para ver el ego de Tyrion, dolido por no aparecer en el libro, y que da pie a la entrada del Rey Bran junto a Brienne, que también se sienta como parte del Consejo.
La reunión es breve: Bran indica qué nombramientos faltan por hacer, Tyrion promete proponerle nombres, y el nuevo Rey se muestra más preocupado por localizar a Drogon. Sir Podrick, convertido en la guardia personal de Bran, se encarga de llevárselo.
La reunión divertida empieza luego, con Tyrion al mando. En ella se averigua que Bronn ha visto cumplida su promesa y ahora es Señor de Alto Jardín y Consejero de la moneda, y que Davos es ahora Consejero naval, con roces entre ellos para conseguir fondos. El nuevo Gran Maestre es Sam, y a él le encomiendan construir un sistema de agua potable en la ciudad. La cámara se aleja mostrando su discusión para reconstruir el mundo, entre ironías, casi más como una reunión de amigos que también plantea una duda: ¿Qué ha cambiado? Unos pocos se reparten el poder y deciden qué hacer en petit comité.
Un adiós para siempre ligado a los Stark
Junto al Muro, Jon llega a caballo a la Fortaleza Negra, apenado por su destino de destierro en la Guardia de la Noche. Pero al abrirse sus puertas, se lleva una sorpresa positiva: su amigo Tormund le espera.
Las escenas finales del capítulo, y de la serie, entremezclan los diferentes destinos de los Stark: Jon en la Fortaleza Negra entre “sus” salvajes, Sansa ejerciendo como Reina de Invernalia, y Arya preparando las cosas para iniciar su nuevo viaje a bordo de un barco. Es entonces cuando se produce un reencuentro que responde a una de las despedidas más criticadas. Jon al fin sonríe al ver a su lobo huargo Fantasma, al que acaricia.
Con Jon feliz por estar junto a Tormund y Fantasma, Arya feliz en su barco rumbo a lo desconocido, y Sansa coronada Reina en el Norte, 'Juego de Tronos' se despide para siempre mostrando cómo Jon y Tormund se dirigen al otro lado del muro a la cabeza de los hombres libres, con muchos niños, y el muro se cierra tras ellos.