María Escoté repite un año más como jurado de Maestros de la costura, en su tercera edición marcada por dos aspectos: el alto nivel de los aprendices que conforman el casting; y el afán sostenible que impregna tanto la mecánica como las pruebas.
Sobre el primer punto, la diseñadora ha valorado con satisfacción la mejora de las aptitudes de los concursantes: “Venían muy preparados, se nota que han visto las temporadas anteriores y eso hace que traigan más nivel”, afirma a Vertele.
La variedad en el abanico de perfiles ha sido la clave para una edición convertida en “máster” para ella misma: “[Teníamos] una señora que en el primer programa hizo una prenda terrible y que de repente nos ha dado los conceptos y prendas más modernas y con acabados impecables; otro aprendiz parecía que no sabía nada y empezó a hacer pruebas maravillosas; Y aprendices con un estilo muy marcado que luego te hacen todo lo contrario. No han dejado de sorprendernos durante estas 10 semanas”.
Algunos de estos perfiles han servido para demostrar que el patronaje y la costura no entienden de edad: “Es un oficio que cuanto antes se aprenda mejor y más lejos puedes llegar, pero no tiene edad”, asegura, y adelanta la evolución de personas con cierta edad que “han entrado con pocas nociones” y que han salido “convertidas en muy buenas profesionales”.
Dicha profesionalidad va de la mano de potenciar la parte más creativa de los aspirantes: “Es algo que se tiene dentro pero que no se sabe”, opina Escoté. “Tienes que desarrollarte con tu interior, con tu cultura, tus aficiones... Saber desarrollar esto y tener tu propio idioma. Es lo que te hará identificarte”. Esa inspiración no es tan relevante, quizás, en la parte técnica, donde prima ser impecable y saber montar una pieza, pero “si puedes dar un pelín de identidad que haga que se vea que esa prenda la has cosido tú es un valor añadido”.
El otro punto diferencial de esta edición es la apuesta por una moda ecológica y sostenible, algo que se aplica tanto en la forma, sancionando en cada uno de los programas cuando derrochan más de 10 cm de tejido -“se ha llegado a mandar a pruebas de expulsión a concursantes por derrochar tejido”, apunta-; como en el fondo, con ejercicios de moda circular, consistentes en coger una prenda antigua, desmontarla y reformulara en una nueva. “Es el presente y el futuro, un camino muy importante en el mundo de la moda que nos toca vivir”.
Por todos estos motivos, Escoté considera un “gran regalo” la existencia de un talent show como este que produce Shine Iberia. Para ella, hay un motivo fundamental para dar trascendencia al contenido de este espacio: “Concienciar a la gente por el trabajo que tienen las prendas que nos ponemos a diario, lo que cuestan, lo que hay que cuidarlas y mantenerlas”. “Saber respetar las prendas es muy importante”, zanja.
Para ella, siente como un triunfo el hecho de haber puesto en alza “el valor de cada prenda y el respeto a este oficio tan bonito que ha permitido sobre todo a las mujeres en una época ser independientes”, y haber logrado que nuevas generaciones “se interesen no solo en ser creativo, sino en coser”.