El pasado 15 de enero, la Policía identificó a Miguel Ricart entre los presentes en una casa okupa del barrio madrileño de Carabanchel. El único condenado por el triple crimen de Alcàsser salió de prisión el 29 de noviembre de 2013 y, desde entonces, había permanecido en el más absoluto anonimato.
Ahora, pasados casi ocho años de su puesta en libertad y con su nombre de nuevo en los titulares de la presenta, En el punto de mira emitió este jueves las primeras e inéditas declaraciones que Ricart dio a su salida de la cárcel de Herrera de La Manche (Ciudad Real), donde permaneció 20 años hasta la anulación de la doctrina Parot.
A su salida de prisión, Ricart se encontró con la presencia de multitud de medios de comunicación, aunque él se mantuvo en silencio y puso rumbo a la estación de trenes, donde cogió uno con destino Jaén. A dicho tren solo se subieron dos medios de comunicación, y el programa de Cuatro habló en exclusiva con una de las periodistas que lo hicieron. “Ese tren iba camino de Jaén y, de repente, en una pedanía de Linares, se apeó”, rememoró la periodista, que prefirió ocultar su rostros.
“Yo no soy violento, tengo que demostrar que yo no fui”
En ese primer y fortuito encuentro con Ricart, nuestro protagonista pidió a la periodista que le dejara en paz, aunque con el paso de los minutos se fue abriendo. “Me fijo en todos los coches, en olores, edificios, letreros... Ahora mismo está mi cerebro... es una máquina de absorber ahora mismo”, comentó a propósito de sus primeras horas de libertad. “¿Tú sabes lo que me conviene? Tirarme un mes encerrado en un sitio. Realmente es que a mí no me conocéis. Si supierais realmente cómo soy. Yo no soy violento. Tengo que demostrar que yo no fui”, defendió a continuación Ricart, que durante esta conversación inicial lanzó hasta dos preguntas. La primera: “¿Cómo es mi hija? Me han dicho que es muy guapa”. Y la segunda: “A nivel social, ¿la cosa cómo está? ¿Jodida conmigo?”
Entre otras cosas, Ricart también contó su predisposición a someterse a la prueba del Pentotal, conocida popularmente como “el suero de la verdad” y que está prohibida en España. Ricart se la propuso al hermano de Antonio Anglés, con el que coincidió en prisión, aunque éste la terminó rechazando por miedo. “La verdad la dije en su día, lo que pasa es que no se me creyó o no se me escuchó”, lamentó el condenado obviando que durante el proceso dio varias versiones sobre lo ocurrido
Ricart y la reportera tuvieron un segundo encuentro al día siguiente, el cual la periodista también grabó ocultando su cámara. Durante el mismo le dijo que iba “a morir” con esa condena y le contó, entre otras cosas, que su idea en esos momento era “irse a Francia, a la vendimia o a un trabajo estable de estos”.
Además, Ricart hizo mención a Fernando García, el padre de Miriam, “la persona que puso contra las cuerdas la versión oficial”, según el programa de Cuatro. “Él siempre ha dicho que el propietario de la discoteca estaba metido en el ajo (...) Lo bueno de Fernando es que lo tiene todo documentado”, aseguró Ricart, que instó a la reportera a hablar con el padre de una de las niñas asesinadas aquella noche de noviembre de 1992.