VERTELE, en el acto

Los planes para “Vivir sin permiso” de Telecinco pasan por mantener los 70 minutos: “No nos planteamos otra duración”

Telecinco apura los días para Vivir sin permiso, su gran apuesta de ficción para la presente temporada. A apenas tres días de que se vistan de gala con su premiere en el Festival de San Sebastián, y a falta de que se fije una fecha definitiva de estreno, los cuatro nombres propio detrás de la serie han debatido en torno a ella en un coloquio donde VERTELE ha estado presente.

Lo novedoso del encuentro, respecto a otras citas previas con la ficción de Alea Media de fondo, ha sido la presencia del escritor Manuel Rivas. El escritor gallego fue la persona de la que nació el concepto de Vivir sin permiso y su dialéctica, mucho más pausada de lo que acostumbramos a ver en esta clase de eventos tan marcados por la urgencia de la actualidad, han conferido de un aire más reflexivo al acto.

This browser does not support the video element.

“El Alzheimer no solo pierde a los buenos sino a los malos”

Como el autor decía, “la célula madre se dio con una casualidad que se convierte en causalidad”. Lo explica con profusión Manuel Villanueva, director de contenidos de Mediaset España: “Cuando vimos Siempre Alice, Paolo [Vasile] se vio ante un oleaje persistente. Quería encontrar una idea sobre el Alzheimer, y siempre con José Coronado en mente”, cuenta el directivo, aludiendo al drama sobre esta enfermedad protagonizado por Julianne Moore. El actor se mostró entusiasmado con la premisa, pero el problema vino después: “Fue una búsqueda infructuosa porque nada se ajustaba a lo que queríamos”. Todo era demasiado triste, incluso patético, argumentan.

Fue entonces cuando Rivas, viejo amigo de Villanueva, concertó una comida con este para hablarle de un posible proyecto. Click. Era eso que tanto ansiaban: una historia sobre la memoria con un trasfondo violento.

“Hay que escribir en arresto domiciliario”, bromea el literato citando a Georg Lukács. Acostumbrado como escritor a trabajar solo, para él ha resultado muy satisfactorio ver “cómo se trabaja en equipo y se va fermentando todo”. En esta aventura, como la llama, ha decidido dejar las riendas libres a un guionista habituado al formato. Aitor Gabilondo fue el encargado de coger el relato original que escribió Rivas y “destilarlo” para levantar esta ficción.

“Me parecía un concepto maravilloso, con gran potencia narrativa. Me gustó que el Alzheimer no solo pierde a los buenos sino a los malos”, algo en lo que concuerda Rivas, de nuevo acudiendo a otra referencia literaria, Romance de Lobos: “Un ángel cava y un demonio cava”: Vivir sin permiso es una serie donde tanto Nemo Bandeira como el resto de componentes de su saga no son buenos o malos, sino buenos y también malos. O “buenos y malos y algo más”.

Paolo Vasile, también presente en la rueda de prensa, matizaba desde un primer momento que la de Bandeira no es una historia sobre el alzheimer, sino con el alzheimer. Una historia de criminalidad en un “entorno psicogeográfico” de Oeste, la comarca ficticia gallega (si bien existe una pequeña localidad con este nombre, apunta Gabilondo), donde rige el personaje de un Coronado en una nueva etapa interpretativa.

“Es una metáfora del poder y de la rebelión”. Esta enfermedad neurodegenerativa, insistía, era una forma de rebelión ante el cuerpo, contra un hombre acostumbrado a dictar y ordenar. “Es él quien no obedece a sí mismo. Cuando la memoria no te obedece pierdes el control de tus acciones”.

Dos temporadas... sin cerrar la puerta a un spin-off

“Hemos hecho la segunda temporada sin pedir permiso al público”, decía orgulloso el consejero delegado de Mediaset sobre el hecho de que la serie fuera renovada cuando aún faltaban meses para su emisión. “No lo hemos hecho nunca”, apostillaba Villanueva.

Con la primera temporada ya empaquetada y dispuesta para su emisión, la segunda se rueda desde principios de agosto en localizaciones gallegas, teniendo ya a Netflix involucrado en la distribución. Con esa nueva tanda, la historia de Nemo se dará por concluida. Seguirá la dinámica marcada por otras producciones previas, que se han compuesto de dos temporadas, como El Príncipe o La verdad.

“La veíamos desarrollarse tan bonita, nos gustaba tanto, que el perímetro de la historia era variable. Hemos visto que el entorno daba no para alargarla, sino para tener una historia más larga”. “No descartamos la posibilidad de un spin-off, pero esta historia está cerrada, que terminará con la segunda temporada”.

“Es verdad que aquí nosotros proponemos y queda por hablar el más importante, el que dispone, que es el público”. “Escucharemos como siempre hacemos a lo que el público diga”.

“No nos planteamos otra duración para las series”

Si bien Vivir sin permiso puede albergar una hipotética variación en su extensión, lo que no cambiará es la duración predeterminada de sus capítulos. A diferencia de Atresmedia, que ha recortará sus producciones para igualarlas con el estándar internacional, Mediaset mantendrá los 70 minutos acostumbrados en el prime time español.

“Nosotros no somos una plataforma, somos una televisión comercial”, arguye Villanueva. “Respetamos los tiempos de otros formatos, pero el nuestro es el de la TV comercial, para que pueda acoger y convivir con la publicidad.. Nunca nos hemos planteado ni nos planteado otra duración que no sea esta”.

La confianza en el formato preestablecido es plena, como lo es la que atesoran por Vivir sin permiso. Para muestra, el conjunto de actividades paralelas que se han preparado de cara al lanzamiento: de forma inminente se producirá el lanzamiento de un site propio, www.vivirsinpermiso.es, desde el que explorar la comarca que aloja a los protagonistas; aunque la traca llegará en octubre, con el desembarco en las estanterías de Vivir sin permiso y otras historias de Oeste, un compendio de tres relatos inéditos de Rivas, entre ellos el que sirvió como raíz de la ficción.

La mejor carta de presentación es precisamente el beneplácito que el autor da a esta: “Estoy muy satisfecho”, repetía con entusiasmo Rivas, que reivindica el papel de las series no ya como complemento sino como extensión de la novela. “Ha sido un descubrimiento”, insiste. Oeste está a la vista.